En el mismo escenario que le vio colgarse, en el ya lejano año 2012, la medalla de oro de persecución por equipos en los Juegos Olímpicos de Londres, Geraint Thomas regresó a la pista con motivo de la tercera cita de las Revolution Series. El galés reconoció que era “la primera vez que volvía a la pista después de los Juegos de Londres y he notado que mis piernas son un poco diferente ahora de cómo eran entonces”. Algo, por otra parte, absolutamente normal en un hombre que se ha centrado en la ruta y que mira ya al Tour de Francia como un posible objetivo futuro.
Eso, unido a su parón invernal antes de retomar los entrenamientos de cara a la campaña de 2016 con el equipo Sky, hizo que su actuación en Londres no fuera, ni de lejos, la mejor de su carrera deportiva. Pese a ello, Thomas consiguió convertirse en uno de los protagonistas de la jornada.
Todo ocurrió durante la prueba denominada ‘The longest lap’ [la vuelta más larga], un espectáculo pensado para disfrute del público y con un marcado ambiente de show. La salida se toma desde la línea de meta y los corredores no pueden volver a rebasar la misma hasta que el juez de salidas vuelve a disparar su pistola. Una vez esto sucede, la competición se reduce a un sprint de una vuelta. La dificultad, por supuesto, radica en que entre primera y la segunda salía transcurren un mínimo de tres y un máximo de cuatro minutos (sólo el propio juez sabe el tiempo exacto cada vez). Por ello, el gran atractivo radica en ver los largos surplace que protagonizan los corredores ya que atravesar la línea de meta o poner un pie en el suelo significan la descalificación.
Geraint Thomas, que participaba en esta prueba, pensó que sería buena idea acercarse hasta el público para saludar a sus fans, pero cometió un grave error: se agarró a la barrera para poder saludar con más comodidad. Evidentemente, fue descalificado de forma inmediata tras esta violación de las normas de la prueba pese a las protestas del público.