Gilbert, «over the rainbow»

Así se estrenó Gilbert © Flecha Brabante

Así se estrenó Gilbert © Flecha Brabante

Nicolás Van Looy / Ciclo 21

Como decía la letra de «Over the Rainbow», «en algún lugar, después del arcoíris, los cielos son azules y los sueños se hacen realidad». Gilbert, tras despojarse de ese maillot arcoíris que tanto parecía lastrarle, tiene pinta de haber conseguido dar el primer paso hacia ese sueño de repetir la saga de triunfos en las Ardenas de hace ya tres años.

Serio. Sobrio. Sin alardes excesivos. Consciente de que la participación este año era netamente inferior a la de otras ediciones. Sin hacer alardes, pero sin esconderse. Philippe Gilbert se anotó ayer la Flecha Brabante (1.HC) presentando, de esta manera, su candidatura para las carreras que vienen, esas que aparecen en su calendario con un enrome círculo rojo alrededor: las Clásicas de las Ardenas.

El triunfo de Gilbert en Overijse, aunque con las cautelas lógicas, es un claro síntoma de que el belga ha encontrado el camino que debe de devolverle a la elite del ciclismo mundial después de dos campañas para olvidar. Reconocía el propio corredor que durante el pasado invierno ha podido entrenar y centrarse al cien por cien en su preparación, algo que no consiguió hacer en ocasiones anteriores, algo que debía de llevarle a la consecución de su gran objetivo: volver a ser el corredor que dominó de forma aplastante la temporada 2011.

Ausentes Sagan y otros grandes nombres con los que deberá de vérselas a partir de este mismo fin de semana en la Amstel Gold Race holandesa, el triunfo en la Flecha Brabante debe de ser analizado con precaución. El belga superó a Michael Matthews, uno de los hombres más rápidos del momento y que llegaba a la prueba de Brabante con el aval de su triunfo de etapa en la Vuelta al País Vasco. También superó a un Tony Gallopin que tras su fiasco en Flandes debido a esa caída que le dejó fuera de la París-Roubaix, demostró haber superado sus problemas.

Pero ‘Phil’ tiene ahora muchos motivos para ser optimista de cara a las grandes citas. En primer lugar, ayer dio la impresión de tener ese golpe de pedal que parecía que había perdido en los dos últimos años. En la fase final de la carrera, como decíamos, no hizo grandes alardes innecesarios, pero tampoco se escondió cuando las circunstancias apretaban y se imponía que tomara la responsabilidad de hacer de puente hacia aquellos corredores que podían, con sus ataques, poner en peligro su triunfo. El más claro ejemplo de ello fue la neutralización del japonés Arashiro ya en el último kilómetro, sin apenas tiempo posterior para reposar antes de sprintar contra un Matthews al que el Orica GreenEdge acompañó mucho mejor que el BMC a su jefe de filas.

Pero, lo más destacable de este triunfo, al menos en el plano mental, es el hecho de que Gilbert vuelve a ganar en la época en la que más se le espera. Desde que en 2011 encadenara Strade Bianche, Flecha Brabante, Amstel Gold Race, Flecha Valona y Lieja-Bastoña-Lieja –además del tercer puesto en la Milán-San Remo– su figura ha pasado casi inadvertida en el pelotón. En 2012 su primer y único triunfo fue el Mundial. De mucha entidad, claro, pero cosechado a finales del mes de septiembre después de una campaña negra. Pero las cosas, como siempre, podían ir a peor y su año vestido de arcoíris fue paupérrimo. Un único triunfo en la 12ª etapa de la Vuelta a España (tres días antes de hacer las maletas) y de nuevo en el mes de septiembre no pudo maquillar el año como lo hizo el oro mundialista. Sus enteros como ‘capo’ del pelotón habían caído a mínimos históricos y eran muchos los que ponían en duda la inversión realizada en él por el BMC.

Ahora, en 2014, vuelve a ganar en abril. Claro, insistimos, que no estaban Valverde, ‘Purito’, Nibali, Rui Costa o el polaco de moda, Michal Kwiatkowski, pero nadie podrá negarle a Gilbert haber pegado primero sobre el terreno de las próximas semanas. Pero las sensaciones que dejó ayer fueron inmejorables. Sólo un corredor con una clase enorme y con un estado de forma perfecto podría hacer lo que él hizo: afrontar el último tramo de una carrera tan rompepiernas como la Flecha Brabante completamente ‘abandonado’ por su equipo. El BMC no supo o no pudo estar a la altura de su jefe de filas, algo que deberán de solucionar en pocos días ya que se antoja muy complicado que Gilbert, en solitario, pueda luchar contra los antes mencionados rivales y sus bloques.

“Con este triunfo he cogido mucha confianza de cara a la Amstel”, reconoce el propio corredor. “La primera victoria del año siempre da mucha moral. Además, es el primer triunfo de BMC en la primavera y, para mi, el primero en tres años en esta época del año”. En cuanto a esa falta de lugartenientes en el tramo final de la carrera reconocía que “he estado completamente aislado. No tenía ningún compañero conmigo. Eso es algo que tiene que cambiar si lo que queremos es ganar la Amstel y las clásicas valonas. Creo que el sprint lo he ganado porque he ganado en experiencia, sobre todo del error del año pasado”. Pese a haber ganado en confianza gracias a este triunfo, Gilbert reconoce que “es una victoria que también me carga con un poco más de presión. El domingo vamos a correr con la intención de dominar la carrera”.

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