El cielo nublado impedía que la Catedral, el Duomo, de Milán proyectara su sombra sobre la línea de meta de la contrarreloj final del Giro de Italia. El templo milanés, que lleva allí plantado desde 1386 y cuya construcción no se finalizó hasta 1965, seis siglos de trabajos en el nombre de Dios, no quiso abrazar a los falsos dioses del ciclismo, ese deporte del que algunos hablan casi como si fuera una religión, que se jugaban un mundano premio que, desde la perspectiva del impresionante edificio, jamás abrirá las puertas de la eternidad.
Seis siglos, en términos históricos, empiezan a ser algo. 85 horas, 22 minutos y siete segundos, el tiempo que habían invertido pedaleando Jai Hindley (Sunweb) y Tao Geoghegan Hart (Ineos) en llegar a Milán desde Monreale no son nada. Apenas un parpadeo. O menos. Los 17:16 que invirtió Filippo Ganna, ganador de la etapa, no llega a nada de todo eso. Y, entonces, ¿qué son los 39 segundos que le dieron, al final, el Giro a Tao Geoghegan Hart?
Esos 38 segundos, que no son nada, lo son, a la vez, todo para el corredor británico de Ineos. Son la gloria y el premio a tres semanas de pasión y esfuerzo. O el abismo y el recuerdo perenne de lo que pudo haber sido para el australiano. Los mismos 39 segundos son el blanco y el negro. El júbilo y la pena. La eternidad y el olvido.
Nunca antes una gran vuelta había llegado tan igualada a su etapa final. Jamás dos corredores se habían batido el cobre durante tres semanas para cruzar la 20ª línea de meta sumando la misma cantidad de horas, minutos y segundos en sus casilleros. Y nunca, en más de un siglo de historia (y se oye la sonrisa burlona del Duomo), dos corredores habían mostrado, más allá de su inexistente diferencia en la clasificación, tantísima paridad.
Con todo el mundo pendiente de cada gesto de los dos grandes protagonistas del día, se batieron, casi hora y media antes, Filippo Ganna y Rohan Dennis, compañeros de equipo, en un precioso duelo en su especialidad. El italiano, gigante de 1,93 metros de altura, venía de ganar su primer arcoíris y de imponerse en las dos primeras peleas individuales de esta Corsa Rosa. El australiano, dos veces arcoíris y exposeedor del récord de la hora, arribaba a Milán tras haberse ganado, en caso de que Geoghegan Hart se acabara haciendo con el Senza Fine, que su nombre apareciera junto al del británico en esa última curva del dorado trofeo.
Fue el transalpino el que se llevó ese asalto. Entre ambos, risas y abrazos. Más contento, claro, Ganna; pero ambos pendientes de un objetivo superior. De un momento ulterior que, con todos los respetos para la modificada 6ª etapa de la Vuelta a España y, seguramente, gracias a la suspensión de una París-Roubaix que hubiese sido lluviosa y dura; tenía en vilo a todo el mundillo ciclista.
Y ahora, con los operarios ya recogiendo toda la tramoya de este circo ambulante que es el Giro de Italia, es el momento de echar la vista atrás y estudiar cada curva, cada vatio, cada avería, cada circunstancia, cada decisión… que nos ha traído hasta aquí. Hasta este resultado.
Tao Geoghegan Hart partió más fuerte que Jai Hindley, algo crucial en una crono tan corta. Aquí, llegados a este punto, no se trataba de regular o pensar si a cada cual le venía mejor la primera o la segunda parte de la etapa. Hoy, en Milán, se trataba, sencillamente, de abrir gas en la salida no aflojar hasta la meta.
Y en eso, en llevar la aguja de las revoluciones, de los vatios y de las pulsaciones a la zona roja, Tao Geoghegan Hart fue el mejor. El británico se convierte, dos años después de Chris Froome, en el segundo corredor de su país en imponerse en el Giro de Italia. Hindley, al que el rosa le ha durado 24 horas, se tuvo que conformar con la segunda plaza y Australia tendrá que seguir esperando. Y sí, Wilco Kelderman finalizó tercero, pero eso, ante el duelo y la emoción vivida, pasó casi desapercibido.
Puntos TOP Ciclo 21: Pello Bilbao, 120 (8 primer español etapa + 96 5º general + 16 primer español general GV) / Óscar Rodríguez, 4 (primer sub-26 etapa); Sergio Samitier, 8 (primer sub-26 general)