Jorge Matesanz / Ciclo 21
Mientras Arenberg y sus empedrados lucen sus mejores galas para recibir a Pogačar y su séquito en un presunto ensayo de cara al mes de abril, la nebulosa de la duda crece en torno a qué gran vuelta habrá escogido el ciclista esloveno para acompañar al Tour de Francia en el selecto y comentado calendario para una temporada 2025 que se encuentra en marcha. Avanzó el propio equipo, en boca del omnipresente Joxean Fernández ‘Matxin’, que de 2024 en adelante serían dos las rondas de tres semanas elegidas por y para el número uno del ciclismo mundial. El Giro cayó en el saco a la primera, un paso más cerca de la ambición por coleccionar conquistas y subir peldaños históricos en una escalera donde ya se codea, pese a sus 26 años de edad, con la creme de la creme. La Vuelta caería en segunda instancia después de haber sido tercero en el único precedente, que data de 2019. En el podio final de Madrid se ubicó al lado opuesto del último maillot arcoíris que ha peleado en esta modalidad de carrera: Alejandro Valverde.
La lógica empuja a pensar que efectivamente será España el destino elegido para finales del mes de agosto. Pero el entorno del esloveno ha preferido transmitir que el Giro sigue encima de la mesa, con la mirada atenta de Juan Ayuso y Adam Yates, señalados como jefes de fila para la corsa rosa en su versión de 2025. No es una práctica nueva, pues otros grandes nombres del ciclismo también gustaban de mantener la incertidumbre y aguardaban a los últimos plazos para caerse de la baraja. Del mismo modo, se ha instalado de forma paralela el rumor de la participación de Pogačar en la París-Roubaix, a raíz de ver al astro esloveno disfrutar de una jornada sobre algunos de los tramos de adoquín más afamados del norte de Francia. Parece que, de suceder, sucederá a última hora, por sorpresa, agotando los plazos. Podría estar todo sujeto al Tour de Flandes, del mismo modo que la participación en la Vuelta podría estar conectada a la circunstancia disfrutada en el transcurso del Tour de Francia. En realidad, es indudable que es así, que las mil alineaciones de astros que se sortean en cada carrera afectan a la segunda, pues el tiempo fluye hacia delante y no hacia atrás. Pero la idea principal es que el Giro parece una vía muerta, en pos también de la motivación de tropas de la que hicieron retórica en 2024 para esquivar la participación de Tadej en la Vuelta e intentar el asalto al triplete. Veremos cómo resulta en Italia el tándem Ayuso-Yates por sí solo…
El segundo doblete consecutivo Giro-Tour hubiese sido un logro atractivo y tentador para el ciclista esloveno, aunque batir a Indurain en este registro no ha entrado en el vocabulario del UAE. Las pruebas de un día constituirán la otra piedra de toque del año, con el Mundial en el horizonte y la Vuelta como posible destino con la temporada prácticamente hecha o como oportunidad de resarcirse de heridas físicas o emocionales que el transcurso de la temporada vaya regalando. Los programas, como se ha demostrado en tantos órdenes de la vida, están para incumplirse, el pan de cada año en la Vuelta, en cuya participación manda en mayor porcentaje la circunstancia que la voluntad de principio de temporada aún con tantos obstáculos por venir. Siempre en espera de que la dureza de los recorridos y del asfalto no acaben por filtrar una ristra de nombres que acaba por ser brillante en cuanto a estrellas. En un año donde el recorrido, lejos de recoger alabanzas, ha sembrado numerosas y arduas críticas, la cita del segundo round del duelo entre Pogačar y Vingegaard queda como la gran esperanza para una carrera con origen en España. En caso de conjunción planetaria, podría unirse a la dupla un tercer mosquetero: Remco Evenepoel. La tardía lesión de clavícula ha retrasado los estados de forma del belga, que ante una temporada sin citas olímpicas ni entremeses fuera de sitio, podría acudir a la Vuelta a ver qué pasa. Si es así, todos los candidatos al Tour acabarán viéndose las caras en varias ocasiones entre Lille y Ruanda, donde se repartirán los colores del arcoíris en 2025.
Todo si la ruleta del destino no termina por trastocar los planes de alguno de los tres magníficos y reorienta la temporada de alguno de ellos. Mientras tanto, irán coincidiendo al menos a pares en clásicas y rondas de una semana como Dauphiné, donde se espera el primer, teórico y único termómetro previo al Tour entre Pogačar y Vingegaard. Más allá de cómo funcionen los horóscopos, la decisión debería estar tomada. El hoy príncipe danés ha sumado la Vuelta a su calendario de forma oficial y como líder supremo (reconocido por escrito) del Visma. El esloveno debería recoger ese guante, si bien el desvío hacia una opción cauta y conservadora siempre estará ahí: retrasar la irrupción en la Vuelta a 2026, con un eventual quinto Tour en el bolsillo y con el fin de no hipotecar ese objetivo. Tadej es consciente que tal etiqueta de pentacampeón en París (uno habría sido en Niza, pero computa de igual modo) le elevaría a un club tan selecto que abriría sus puertas a un nuevo miembro: Anquetil, Merckx, Hinault, Induráin y Pogačar. Todo desde el prisma que le concede la pole position para conquistar el Tour, algo que está por ver. Cada temporada es una batalla que comienza en tabula rasa, es decir, de cero. Si las matemáticas se relacionan mal con algún deporte es con el ciclismo, acostumbrado a romper barreras y a entierros (figurados) de mitos que nadie esperaba. El olimpo al que osa también pasa por las pruebas de un día. Es seguro que cuatro de los famosos cinco Monumentos tendrán a este corajudo ciclista en la línea de salida, en espera de lo que suceda finalmente en Compiègne (París-Roubaix). Si toma la salida en todos, con la aspiración asegurada de que no correrá para pasear palmito y poner en riesgo objetivos posteriores para nada, la expectación será mayúscula.
Lo que se ha comprobado es quién es el gran elemento mediático de la temporada. Mucha mayor repercusión tiene el calendario de este ciclista o sus paseos por el norte de Francia que las victorias de sus propios compañeros en Oriente Medio. Hay ganas de seguir disfrutando de las andanzas de un ciclista que es historia viva de este deporte y que, aunque exista consciencia de que la temporada 2024 sea difícilmente repetible, la aventura de 2025 parece atractiva de por sí. Una lucha, por tanto, contra su propia sombra que provocará en futuras generaciones esa frase que, del estilo de aquella de ‘todo esto antes era campo’ que articula la cada vez menor cifra de seguidores del ciclismo de la época de Merckx, nos hará lucir canas de orgulloso y melancolía: «yo vi correr a Tadej Pogačar».