“Estoy destruido”. Así describía Sir Bradley Wiggins su estado de ánimo tras, según él, recibir la confirmación de que no estaría en la próxima edición del Tour de Francia. Decía el británico que se había preparado a conciencia y que su estado de forma es el mismo que en 2012 le llevó a lo más alto del podio de París. Wiggo, además, dejaba entrever que su no presencia en Leeds podría tener a Chris Froome, jefe de filas del Sky y defensor del dorsal número 1, al gran responsable de la decisión y dejaba la puerta abierta a una marcha del conjunto inglés.
Las aguas, por lo tanto, bajan muy revueltas en el seno del equipo. Su manager, Dave Brailsford ha querido salir al paso de esas declaraciones, pero en lugar de intentar apagar el incendio, sus palabras han sido más propias del bombero pirómano. En un tono que denotaba molestia con el que otrora fuera su jefe de filas, Brailsford aseguró que “sólo yo decido quién forma parte del equipo del Tour. No los corredores”, en clara alusión a esa velada acusación de Wiggins a Froome, para, acto seguido, añadir que “el equipo [para el Tour de Francia] todavía no está decidido, se diga lo que se diga”. Torpedo en la línea de flotación de la credibilidad de un Wiggins cada vez más apartado y cuestionado.
El máximo responsable del Sky aclaró que “yo tengo la responsabilidad y tomo las decisiones. Los corredores pueden tener su opinión, pero ellos no confeccionan el equipo y nunca lo harán”. También el otro ‘responsable’ señalado por el dedo acusador de Wiggins, su compañero Chris Froome, se unió al desmentido y aseguró que “mi objetivo ahora mismo es el Dauphiné. Prefiero no hacer ninguna declaración sobre las palabras de Bradley [Wiggins], pero sí puedo asegurar a todo el mundo que el equipo del Tour de Francia todavía no está cerrado y yo no tengo nada que decir en ese campo. Los corredores no decidimos nada en ello”.
Lo que queda claro tras esta contundente aclaración por parte del máximo responsable y del jefe de filas del equipo Sky es que la relación con Wiggins está, si no rota, muy tocada y que su presencia en las carreteras francesas en menos de un mes podría suponer un ambiente insoportable dentro del equipo. Algo similar, si acaso, a lo que ocurrió entre Contador y Armstrong. Un escenario, sin duda, que cualquier persona en su sano juicio querría evitar y, sobre todo, cuando en la plantilla, además de Wiggo, se cuenta con algún que otro ‘plan B’ ante una hipotética debacle de Froome. La respuesta definitiva, claro está, la conoceremos en las próximas semanas.