Los Seis Días en España (3): La tercera, la vencida para Poblet

Una historia -desgraciadamente breve- de los Seis Días en España

3 – En Madrid, siete años después, y la tercera fue la vencida para Poblet

© Facebook Fotos Antiguas de Madrid

La inauguración en 1960 del Palacio de los Deportes de Madrid fue una excelente oportunidad para que la capital de España tuviera también unos Seis Días, en una instalación cubierta y de gran tamaño, con un aforo que oscilaba entre los 10.000 y los 16.000 espectadores. Curiosamente fue construido por los mismos arquitectos, José Soteras y Lorenzo García Barbón, que levantaron el Palacio de los Deportes barcelonés en 1955, en este caso sin velódromo interior, lo que supuso el final de la prueba catalana.

Y es que el derribo de la antigua Plaza de Toros de Goya, tras la construcción de Las Ventas en 1934, dejó una céntrica esplanada en la que, a comienzo de los años cincuenta se pensó en levantar un recinto polideportivo como los que había en numerosas ciudades del mundo, aunque tardó casi diez en ser una realidad.

Hay un segundo nexo, y más importante, entre ambas pruebas, la presencia como organizador de Carlos Pardo Gil. En los años que pasaron desde el final de Barcelona y el inicio de Madrid, este periodista -que nunca dejó de serlo- se había revelado como un hábil promotor deportivo, artífice de la introducción del hockey sobre hielo o el tenis profesional en Cataluña, de la visita de los Harlem Globetrotters y sobre todo, de la oferta que le hizo primero al FC Barcelona, que rechazó, y luego al Real Madrid, que aceptó encantado, de participar en la I Copa de Europa, debido a sus contactos con la organización parisina de L’Equipe.

Por lo demás, la prueba madrileña, cuya primera edición tuvo lugar entre el 2 y el 8 de diciembre de 1960, tenía las mismas características de combinar deporte y famoseo. En el primer caso, con parejas que combinaban especialistas con estrellas internacionales de los velódromos, y muchas primas intermedias para hacerlos interesantes desde el punto de vista económica; en el segundo, con la presencia de estrellas que llegaban al término de las sesiones teatrales o de cabaret, y que animaban las últimas horas de la noche, en un evento que seguía siendo continuo, de 24 horas al día, 144 en total, con numerosos espectáculos en la pista para amenizar los momentos más tranquilos en el apartado deportivo. Incluso llegó a haber un programa en directo de Radio Madrid, conducido por el inolvidable Miguel de los Santos.  

Catorce equipos se presentaron en la primera edición, con el indudable atractivo de juntar a Miquel Poblet y Guillem Timoner, aunque con otras parejas nacionales como el ganador de la Vuelta Antonio Suárez junto a Alfred Esmatges o a los especialistas Francesc Tortellá y Luis Peñalver. Por parte extranjera, seis duplas, entre los que destacamos a Raymond Impanis-Edgard Sorgeloos, a los italianos Giuseppe Ogna-Guido Messina o a la dupla formada por los australianos Jon Tressider -aunque en algunos medios aparecía como canadiense- y Ronald Murray, quienes se llevarían el gato al agua.

Antes de ese momento, liderato para los neerlandeses Jo Captein-Daan de Groot, para la dupla belga y para la italiana, con Poblet y Timoner luchando hasta la saciedad por hacerse con el liderato… hasta que una grave caída, afortunadamente no tan seria como se pensó en un principio -fractura de cráneo-, mandara al de Felanitx al hospital, tras chocar con Tortellá, que también abandonaca. Sus dos compañeros fueron reagrupados y mantuvieron el tipo. Y aunque Poblet y Peñalver sumaron más puntos que nadie, 304, en la parte final los ‘aussies’ lograron una vuelta que sería decisiva, con 259 puntos, con la dupla belga completando el podio, también a una vuelta, con 97. Tampoco terminó Suárez, aunque Esmatges, junto a Ignasi Ametller, completaba la prueba en sexto lugar, como segunda pareja española.

La segunda edición se adelantó unos meses, en concreto tuvo lugar del 30 de octubre al 5 de noviembre, y desde el punto de vista de las ‘vedetes’ pudo contar con Sara Montiel, Cantinflas y Mary Santpere, que fue quien dio la salida oficial, o los humoristas Gila y Cassen, que se ganaron al público con sus imitaciones ciclistas. Y en el deportivo, Poblet volvía a ser la gran estrella nacional, esta vez emparejado con un notable especialista argentino, Jorge Jacinto Batiz, descubierto unos años antes por el propio Fausto Coppi, y ganador con el catalán quince días antes de la prueba de Buenos Aires. En frente, se destacaban parejas como los belgas Sorgeloos-Guillaume van Tongerloo, los suizos Oscar Plattner – Armin von Bueren o los italianos Leandro Faggin-Ogna. Igualmente mencionar la presencia del destacado ciclocrossista José Luis Talamillo.

No obstante, fueron dos parejas españolas en teoría secundarias como Tortellá-Miquel Bover y Esmatges-José Saura los primeros animadores, con varios lideratos para los primeros, incluso en la parte final de la prueba. Los suizos dieron muestra pronto de su clase y demostrando que eran los grandes favoritos, liderando ya en el segundo día, aunque la dupla hispano-argentina les dio adecuada réplica, con el sudamericano ganándose al público al decir que llevaba un amuleto con plumas de caburé -una rapaz de su país- que le protegía. Una caída de Poblet el penúltimo día estuvo a punto de mandarle a casa antes de tiempo, y sin duda influyó en el desenlace de la prueba, que fue al final para los helvéticos, con una vuelta menos, y 125 puntos, frente a los 181 de Poblet-Batiz, y los 101 de Ogna-Faggin. Tortellá y Bover cedieron una vuelta en la última sesión que les relegaría a la sexta plaza, aunque los 141 puntos sumados les habrían permitido subir al podio sin esa pérdida.

Y terminamos este primer repaso de los Seis Días de Madrid con la edición de 1962 en la que Poblet, después de dos años consecutivos acabando segundo, se llevaba por fin la victoria, esta vez en compañía de Bover. La tercera edición se celebró en fechas muy similares a las del año anterior -29 de octubre a 4 de noviembre- y también tuvo otra pareja hispano-argentina como protagonista, con Bruno Sivilotti, nacido en Italia, pero criado y nacionalizado argentino, como compañero de Tortellá. Fueron ellos los primeros líderes, posteriormente relevados por los franceses Jean Raynal-Marcel Delattre, aunque no terminaron, y por el aún no muy famoso Tom Simpson, pese a que había ganado ya la Vuelta a Flandes, junto a Tressider, el vencedor de la primera edición.

Esta pareja se aprovechó del duelo que estaban protagonizando desde mitad de carrera Poblet-Bover contra Faggin y Ferdinand Terruzzi, el compañero del de Moncada en su victoria en Barcelona nueve años antes, y que el último día se decantó por los españoles, a igualdad de vueltas, 159 a 148, con los líderes anteriores a una vuelta, pero con 224 puntos.

Tres ediciones que consolidaron la prueba madrileña, con días en los que incluso se quedaron aficionados en la calle y que propiciaron el protagonismo en los siguientes años de ciclistas como un excelente pistard, sprinter y rodador como Rik I Van Steembergen y un escalador-rutero como Federico Martín Bahamontes que quería demostrar que también podría brillar en la pista. Y que también despertó el interés por crear lo que entonces se llamaban velódromos de invierno en lugares como Oviedo, Bilbao o Palma de Mallorca… aunque ninguno de ellos desgraciadamente se concretase (continuará).

2 – Dominio foráneo en 1952 y protagonismo nacional un año más tarde

© Seis días de Barcelona

TrackPiste / Ciclo 21

Como contábamos en la primera parte, el viernes 6 de junio de 1952, a las 22:45, arrancaban los primeros 6 Días ciclistas de Barcelona-Gran Premio Champaña Freixenet. Siete parejas extranjeras, seis españolas y una mixta se presentaban en el Pabellón del Deporte, tras haber pasado un reconocimiento médico en una de las iniciativas más valoradas en su momento.

Entre los extranjeros no había grandes nombres, aunque sí ciclistas con mucho oficio en las entonces muy populares y abundantes pruebas por toda Europa. Así, se señalaba a Pierre Iacoponelli y Alvaro Giorgetti, realmente de nacionalidad francesa, aunque tanto por sus apellidos como por el ligar del nacimiento del segundo eran señalados como italianos, a los alemanes Hans Preiskeit y Otto Ziege, y sobre todo a los neerlandeses Cor Bakker-Henk Lakeman. Este último se ganó pronto al público ya que no dudó en coger más de una vez el micro para cantar al público, en esa tradición que aún se mantiene en los Seis Días.

Sin embargo, los españoles no se arredraron, y desde el principio se dejaron ver dos corredores que ya tenían una merecida fama nacional, aunque sus grandes éxitos mundiales llegarían algunos años después. Nos referimos a Guillermo -como aparecía en los diarios de la época- Timoner y a Miguel -lo mismo- Poblet. El primero fue encuadrado con Miguel Bover, pero peor suerte tuvo el catalán, ya que comenzó con Pedro Sant, continuó con Mariano Corrales y terminó con el francés Henri Surbatis.

© Seis días de Barcelona

También tuvieron un notable nivel los baleares Miguel Gual y Pablo Coscolluela, líderes el tercer y cuarto día, antes de dar el relevo a Timoner-Boverque llegaron a la jornada final en primer lugar. Sin embargo, la experiencia -¿y la entente?- de las parejas foráneas se hizo notar ese último día, cuando Bakker-Lakeman pasaron de la segunda a la primera plaza, con una vuelta ganada, aunque solo sumasen 38 puntos, colocándose inmediatamente después en la general todas las parejas foráneas: a un giro -aunque en la general adjunta aparece el total de vueltas cubiertas, 17.439- encontramos a los alemanes, con 114, ya las parejas belga Maurice Depauw junior-Ernest Thyssen y suiza Walter Zehnder- Jean Roth. Poblet -acompañado de Surbatis- era el mejor de los nacionales, en sexta posición, con Gual-Cosculluela, séptimos, y Timoner-Bover, novenos, a cuatro, seis y ocho vueltas, respectivamente.

De entre los detalles anecdóticos, aparte de ese aluvión de primas y ese constante fluir de famosos por el velódromo, me quedo con un detalle curioso: la lluvia -no demasiado intensa- apareció en una de las noches y la prueba no se paró, sino que se neutralizó, ya que los corredores tuvieron que seguir rodando hasta que escampó y se puedo continuar con la competición.

De junio a septiembre

Las fechas de la segunda edición, sin embargo, tardaron más tiempo en concretarse y no fue hasta los primeros días de septiembre cuando se anunciaron: del 18 al 24 de ese mismo mes coincidiendo con las fiestas de la Merced. Y diferencia de 1952, no aparece ninguna firma vinculada con el Gran Premio.

Eso sí, las primas volvieron a ser parte imprescindible de la prueba, llegando incluso a sortearse una Vespa para el público. La edición volvió a contar con un ‘padrino’ como el actor y locutor Gerardo Esteban para captar a famosos y ‘vedettes’ que se prodigaban por el velódromo, entre los que debemos señalar a Paco Martínez Soria, que junto al futbolista César, dio la salida a esta segunda edición. Por el contrario, las atracciones fueron bastante menos numerosos y provocaron cierto desencanto entre los aficionados que se congregaron, en especial en los (muchísimos) tiempos en que el interés deportivo decrecía, a pesar de los esfuerzos de Carlos Pardo, al que encontramos como ‘speaker’ de la prueba.

© Seis días de Barcelona

Lo que sí hubo fue bastante interés por participar, tanto de algún ciclista extranjero que se plantó a las puertas del velódromo por si había alguna ausencia de última hora, como de muchos ruteros que, apenas unos días antes, habían destacado en la ‘Volta’. Fue el caso del ganador de la ronda catalana, Salvador Botella, emparejado con un especialista como Santiago Mostajo, aunque no terminaría la prueba, o de Bernardo Ruiz, que participó junto a Vicente Iturat, aunque con un protagonismo reducidoFederico Martín Bahamontes, rey de la montaña de la ronda catalana, probó en los días previos en la pista del Pabellón, pero al final no llegó a un acuerdo -suponemos que económico- para participar-. Tampoco intervino Timoner, aunque en algunos medios foráneos sí aparece, confundido con su hermano, Ato.

Las mayores opciones españolas corrían a cargo de Miguel Poblet, que volvía a correr con Ferdinando Terruzzi, con el que había ganado brillantemente en junio los Seis Días de Argel, aunque los primeros líderes fueron dos especialistas, como los hermanos Saura, Bielet y José, aunque al final no estarían entre los mejores.

Por parte extranjera, se destacaba nuevamente a Lakeman, cuya mejor tarjeta de presentación era traer un nuevo repertorio de canciones, como anunciaba en la víspera, y que en esta ocasión vino acompañado del alemán Waldemar Knoke, al que se ‘vendía’ como ganador en Berlín, aunque realmente había sido tercero. El germano abandonaba pronto por enfermedad y el neerlandés fue reagrupado con el danés Otto Olsen para terminar quintos, pero sin tener demasiado protagonismo.

© Seis días de Barcelona

Tras un par de noches en las que los franceses Robert Chapatte-Serge Blusson y Roger Godeau-Henri Surbatis, Poblet y Terruzzi comenzaron su asalto al título, aunque la última noche comenzaba con el liderato de Jean Roth y Walter Bücher, con otra pareja hispana, Jorge Claros-Pablo Coscolluela, también con bastante protagonismo… que se frustró con la caída y abandono del primero.

En esa última noche, la actitud valiente de la pareja italo-española les valdría la victoria, con 168 puntos y con una vuelta de ventaja sobre los suizos, completando el podio una pareja que, sin demasiado ruido, fue a más, ganándose también el reconocimiento de la afición, Francisco Tarragona-Alfredo Estmages, aunque acabaron a seis vueltas.

A pesar de algunos problemas, las dos ediciones fueron un completo éxito, como otras iniciativas deportivas en el Pabellón. Por ello se pensó en la posibilidad de techarlo, pero finalmente se optó por construir un recinto deportivo nuevo, cercano a este, aunque sin pista para ciclismo, lo que supuso el final de los Seis Días de Barcelona, con apenas dos ediciones de vida. Y, en 1955 el viejo Pabellón del Deporte se reconvirtió en un canódromo, mientras que la prueba ciclista ‘reapareció’ en Madrid en 1960.

(Continuará)

1 – Un arranque en 1952 en Barcelona, a causa de dos eventos de hockey

Reproducción del cartel en el Mundo Deportivo, que representa el día y la noche en esos seis días

TrackPiste / Ciclo 21

Aunque ahora sea una disciplina con citas muy contadas, en la historia del ciclismo en pista encontramos pruebas de Seis Días en más de un centenar de ciudades de una veintena de países. Y España no podía ser ajenacon carreras tanto en Barcelona -dos ediciones en los años cincuenta- como en Madrid, primero en los sesenta y luego un resurgir que no llegó a cuajar en los ochenta, y que tuve la suerte de vivir presencialmente en una de aquellas ediciones.

Por ello, queremos revivir la historia de aquellos eventos que, curiosamente, nacieron en la Ciudad Condal a causa de la elección como sede del VII Campeonato del Mundo y del XVII de Europa de Hockey Sobre Patines… en una ciudad que no tenía un recinto adecuado para albergarlo.

Para ello tuvo que construirse un recinto en pleno centro de Barcelona, en lo que es la actual Gran Vía, prácticamente enfrente de la Plaza de las Arenas y en lo que hoy es la Escuela de Formación y Auditorio de la ONCE. Según encontramos en el blog La Barcelona de Antes así nació el Pabellón del Deporte, un recinto descubierto que pudiera albergar otros deportes, entre ellos el ciclismo, con una pista de 200 metros, con alumbrado nocturno y con gradas que podían albergar de 7.000 a 10.000 espectadores. En 1951 fue la sede de sendos Campeonatos de España de velocidad y de persecución, en ambos casos para profesionales.

Fue a finales de ese mismo año cuando comenzó a gestarse la prueba, con unos contactos entre el promotor Miguel Torelló, Juan Plans -ex corredor, director de la pista barcelonesa, pero también periodista- y el francés George Wambst, campeón olímpico en 1924, y mano derecha para las competiciones de pista del rey de los agentes franceses durante más de medio siglo, Daniel Dousset. También es ser curioso ver quien firma las primeras crónicas previas en Mundo Deportivo sobre la gestión del evento, Carlos Pardo, que terminaría siendo parte fundamental de esta prueba … y de los Seis Días de Madrid, una década más tarde.

Así era el Pabellón del Deporte © La Barcelona de Antes

La importancia de las primas

Del 30 de mayo al 5 de junio fueron las fechas inicialmente elegidas, principalmente por razones climatológicas, aunque luego se retrasaron del 6 al 12 de junio, pero sobre todo por la no coincidencia con otras pruebas similares. Un evento que pronto encontró el patrocinio de Champaña Freixenet -la denominación cava se oficializó mucho tiempo después como consecuencia de la existencia de la denominación protegida francesa-, pero en el que los patrocinios eran fundamentales, tanto para sostener a los equipos como para aportar las distintas primas que se entregaban en carrera e incluso regalos para el público asistente. Así, encontramos empresas como González-Byass, Osborne, Berkel, Bertola, Martini, Pirelli, Duward, Telefunken, Colchones Sema, Calo Sport -unas pasillas de glucosa que aparecieron en aquella época-, pero también aportaciones de aficionados, entre los que estaba la ‘creme de la creme’ barcelonesa y entre los que encontramos a Juan Antonio Samaranch, o simples aficionados del montón.

Antes de empezar, con el desarrollo de la prueba, decir que más que seis días, lo que tenían que competir los corredores eran 145 horas, ya que siempre debía haber al menos un corredor en pista. El cómputo de vueltas se hacía entre las 9 de la mañana y las 2:30 de la noche -los días de diario- o las 3:30, festivos y vísperas. Desde ese momento hasta el reinicio matinal no se contabilizaban dichas vueltas, pero se seguía exigiendo la presencia de un corredor: por lo tanto, eran apenas tres horas las que tenía cada integrante de la pareja para dormir.

Junto con el cómputo de vueltas, el de puntos obtenidos en los 148 sprints -hasta 28 cada día programados-, sin olvidar la importancia ‘económica’ de las primas, que en los momentos de máxima expectación podían ser cada cinco o diez minutos.

Los corredores no salían del velódromo, por lo que tenían unas casetas provistas, según la prensa de la época, de toda clase de comodidades, y con un comedor especial para ellos, a cargo de un cocinero alemán. También se desplazaron hasta cinco cuidadores extranjeros para atender a los ciclistas, aparte de algunos españoles, en una prueba que al final congregó a siete parejas extranjeras, seis españolas y una mixta.

San Martín, en una imagen de ‘Apartado de Correos 1001’, una película de aquellos años

Las madrinas de los equipos

Aparte de las competiciones, el ambiente festivo se completaba con actuaciones musicales, con bandas como Raphael Pharés y sus acordeones, al que se le presentaba como el de los ‘Six Jours de París’, que incluso tocó un Himno de los Seís Días, “pero también con discos”, un torneo de baloncesto femenino y otro de hockey e incluso la presencia de unos suizos especialistas en ‘cycle-ball’, esa disciplina tan desconocida en España entonces como ahora. Y, por supuesto, un bar abierto hasta altas horas de la madrugada.

Pero uno de los aspectos más importantes era el ‘glamour’, ya que numerosas personas acudían al velódromo cuando ya habían terminado las funciones teatrales nocturnas. Por ello se encomendó a un conocido galán de la época, Conrado Sanmartín, que acudiera diariamente con las distintas ‘vedettes’, ejerciendo de madrinas de cada una de las parejas, como Michelle Richard -la reina de los Seis Días-, Matty Mont, Elenita Maya o Silvia Morgan, nombres que sinceramente no había escuchado nunca, sólo el de Mary Santpere, ‘La Reina del Paralelo’, pero más por su faceta de actriz y humorista.

Y tampoco estaba de más la presencia de otros famosos, como los ciclistas Vicente Trueba y Mariano Cañardo, o los futbolistas José Samitier y Ladislao Kubala, presentes en ese histórico viernes 6 de junio de 1952 cuando, a las 22:45, arrancaban los primeros 6 Días ciclistas de Barcelona.

En la segunda entrega contaremos como se desarrollaron deportivamente estas dos ediciones barcelonesas.

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