Más de 23 horas encima de la bici en cuatro días. Casi 500 kilómetros. Ascensos interminables, descensos vertiginosos. Muy poquito llano. Seis o siete ciudades de salida y llegada. Hombres y mujeres de 35 nacionalidades distintas. Solo cuatro españoles, además del que suscribe. En la espalda de cada ciclista que te adelanta, una bandera diferente, un idioma. Palabras sueltas en inglés, unas pocas en francés, y a pedalear, que es de lo que se trata.
Después de la tunda del Tourmalet, cronoescalada a Hautacam. Trece kilómetros al 8% de desnivel medio. Más que un puerto, un castigo. Entonces, a mitad de la subida, la vislumbras allá al fondo. Chiquitina, enjuta, bailarina sobre una bici que parece quedarle grande. Poco a poco te acercas, pedalada a pedalada, y la escuchas cantar. Distingues un nombre muy corto, quizás un apodo, Re. Y la bandera italiana. Los dos vais muy lentos pero la alcanzas y la rebasas. Entonces, de repente, te suelta: “¿Eres de Almuñécar?”, con un acento definitivamente granadino. Las piernas se te aflojan al instante. Giras la cabeza con los ojos desorbitados. “No, pero como si lo fuera”. Ha leído en tu equipación el nombre de esa localidad costera y te cuenta que estuvo casada con un granadino, aunque ahora reside en Monza, en su Italia natal.
Este encuentro inesperado es solo una de las historias que surgen cada día en la Haute Route de los Pirineos, una competición ciclista para aficionados que afronta sus dos últimas etapas para terminar en la costa vasco francesa. Renata Andolfi, camino de los 49 años, un hijo de 20 y otro de 18, forma parte del único equipo íntegramente femenino de la Haute Route. Además, otra particularidad define a sus cinco integrantes. Todas practican el esquí de travesía al más alto nivel. Basta decir que una de ellas, la francesa Laetitia Roux, es campeona del mundo de esta durísima disciplina a caballo entre el esquí y el alpinismo. Otra francesa más –Vanessa Vidal-, la estadounidense Lyndsay Meyer y la suiza Valerie Berthod componen el equipo ‘Girls of ski mountaineering’, algo así como ‘Chicas del esquí de montaña´’.
“Nos lo propuso Laetitia y nos echamos para adelante. Yo estuve a punto de renunciar porque me operé de la rodilla, pero al final decidí venir”, explica Renata en la meta de Hautacam. Las cinco se defienden cada una como puede y la ‘jefa’ Roux encabeza la clasificación de mujeres cuando faltan solo dos etapas. Junto al avituallamiento, pocos corredores pasan al lado de Renata sin saludarla y para todos tiene palabras en su propio idioma pues domina el inglés, el francés y el alemán, además de su italiano natal y el español de adopción.
“Me fui de Granada hace veinte años pero no la olvido. Recuerdo que la heladería Los Italianos abría cada año el 19 de marzo. Era mi cumpleaños y siempre caía un helado”, evoca. Renata, fisioterapeuta y osteópata, bien valdría para coger el relevo del farolillo rojo Fergus Grant. Anima sin descanso, es dura y fiable como el acero y habla en cualquier idioma que sea menester. Al que suscribe le faltó decirle al adelantarla una clásica expresión almuñequera del tipo “vaya laillazo llevas”. Seguramente se contuvo.
Fuente: eldiariomontanes.es