Los Tours de Perico significaron mis primeros filtreos con el ciclismo
Estos días fueron especiales para quienes vibramos con el ciclismo.
El pasado domingo, el día del “amore”, se cumplieron 17 años de la muerte de uno de los corredores que mejores momentos nos proporcionó, Marco Pantani, un ciclista que nos marcó a fuego por su forma de correr, de entender el ciclismo, de aventurar el espectáculo.
Ahora mismo en el pelotón tal arrojo no se conoce, ni se le espera. En este deporte de convencional dureza focalizada en los estertores se premian los trenecitos y los vatios. Sin embargo el ciclismo no se hizo grande por la especulación. Todo lo contrario, fue la exposición de la valentía de algunos quienes lo hicieron grande.
Y no siempre tuvo que ocurrir en la montaña, tenemos días históricos grabados y no precisamente de perfil complejo. Al contrario, disfrutamos de exhibiciones contra el crono, etapas de abanicos, descensos que rayaron lo suicida,… como lo hubiéramos hecho en la más terrible ascensión.
A mí me engancharon Pedro Delgado y sus Tour de finales de los ochenta.
El de 1987 sigue nítido en mi memoria, la fecha delata mi edad, cuando un Roche agónico se rehízo en La Plagne, el día que Fignon batió a Fuerte, para atar en corto al segoviano antes de la última crono.
Artículo completo en El Cuaderno de Joan Seguidor