Entre aquellos que siguen de forma habitual y profunda el calendario sub23 español todo el mundo mide, consciente de lo fácil que puede resultar estropear a un buen deportista en ciernes por exceso de expectativas, enormemente las palabras. Pese a ello, nadie puede evitar, en corrillos más o menos cerrados, la ansiosa alegría que produce saber que se puede estar ante el próximo gran mirlo blanco del ciclismo español. Un talento que ya ha convencido a los responsables de Movistar para darle la oportunidad en 2020 y, quizás, incluso adelantar su debut en profesionales a esta misma campaña 2019.
Iñigo Elosegui (Bilbao, 6 de marzo de 1998) es un tipo lleno de contradicciones. Su discurso es calmado, pero su verbo es rápido y, como corresponde a su edad, tendente a la incontinencia. Su visión sobre su carrera llama a la calma y a la maduración pausada, pero sus actos denotan impaciencia y ambición desbordantes. Vive por y para la bicicleta, de la que es un friki declarado –aunque algunos lo definirán como una enciclopedia–; pero eso no le resta tiempo para seguir adelante con sus estudios universitarios de ADE. A todo ello hay que sumar que habla inglés, ha estudiado alemán de forma autodidacta, quiere empezar a aprender chino, saca tiempo para la lectura, disfruta con el manga y, como buena parte de los habitantes de este siglo XXI, es muy activo en redes sociales. ¿De dónde saca el tiempo? Según él mismo cuenta en esta entrevista exclusiva para Ciclo21, puede permitírselo porque “al final, lo que menos hago es montar en bici”.
Este año ha ganado poco –sólo el Memorial Valenciaga–, pero su demostración en Aitzondo dejó a todos con la boca abierta. Además, aunque pasó muy desapercibida, su actuación en la Gante-Wevelgem hizo levantar más de una ceja por centroeuropa y despertó interés por este corredor que tiene entrada en la Wikipedia francesa, pero no en la española. Ahora, se enfrenta al reto, quizás, más importante de su carrera: ser el primer español en ganar el Giro Baby, una carrera que contempla en su palmarés a nombres tan consagrados como Francesco Moser, Giovanni Battaglin, Piotr Ugrumov, Francesco Casagrande, Marco Pantani o Gilberto Simoni.
Aunque asume el discurso común de que ganar en Italia puede parecer una utopía, el nieto de José Antonio Momeñe –cuarto en el Tour de Francia de 1966 y rival de Raymond Poulidor, para los milenials, el abuelo de Mathieu van der Poel– se revela contra ese victimismo y se niega a que la visión provinciana que siempre ha imperado en el ciclismo amateur español siga perdurando. Él es, al menos eso indican sus números y actuaciones, the next big thing del ciclismo español y, a sólo unos días del arranque del Giro y pocos meses –o semanas– antes de que se enfunde por primera vez el maillot de Movistar, descubrimos al talento que llega.
Defínase como ciclista. ¿Qué es lo que aquellos que empezarán a escuchar en breve el nombre de Iñigo Elosegui deben esperar de usted?
La verdad es que estoy todavía por definir. Hasta que no pasas a profesionales no sabes exactamente donde estás. Aclarado esto, a mí me gusta decir que me gustaría ser un ciclista todoterreno. Yo me veo que soy bastante diésel y que me gusta mucho la montaña, pero por mi tamaño [mide cerca de 1,90, N.d.A.] y por el cuerpo que tengo también soy capaz de rodar bien. Me gustan las etapas largas, los recorridos de fondo en los que se acumula desnivel. Pero bueno… Dios sabe dónde me llevará el futuro.
El año pasado sumó cuatro triunfos y este año, por el momento, sólo ha podido levantar los brazos en el Memorial Valenciaga. ¿Cómo está digiriendo eso?
Bien. Al final, el objetivo de este año era dar un paso adelante como corredor, es decir, mejorar el rendimiento y no pensar tanto en los resultados. Me estoy centrando en entrenar bien. En las carreras, lógicamente vas a por el resultado, pero también estoy ayudando a mis compañeros en todo lo posible. Estoy en un equipo que tiene un nivel altísimo y cualquiera puede ganar. Me estoy sacrificando todo lo que puedo y eso hace que no le dé tanta importancia al resultado. Lo importante es ver que estoy dando ese paso adelante en cuanto a rendimiento. Viendo eso, el balance es positivo.
Hay dos carreras este año en las que, mirando sólo el resultado, las cosas no fueron bien para usted, pero tengo la impresión de que debería guardar muy buen recuerdo de ellas. Una, está claro, es la Aitzondo Klasika, donde todos le señalaron como el hombre del día y la otra, quizás algo menos comentada, fue la Gante-Wevelgem, donde acabó antepenúltimo [acabaron sólo 36 corredores, N.d.A.], pero tengo la sensación de que el resultado no refleja la buena carrera que hizo.
Es así. ¡Qué mal suena decir que acabé el antepenúltimo!, ¿verdad? Ese día me di cuenta de verdad que había dado un paso adelante como corredor. Si te digo la verdad, me sueltas allí el año pasado y no termino ni loco, pero este año nos pilló una caída en el momento que se formaron los abanicos y aún así tuve la capacidad de pasar, cerrar los huecos y meterme en el abanico. Fue así de salida a meta. Es verdad que al final se fue el grupito y no estuve hábil para meterme, pero llevaba fuerzas para entrar, que es lo importante en una carrera así. No deja de ser una Copa de las Naciones, con un ritmo terrible y en un terreno que no estamos habituados. Verme con el nivel para estar ahí vale más que conseguir un triunfo aquí. Es cuando te das cuenta que estás creciendo como corredor.
¿Y qué análisis hace de Aitzondo? ¿Le supo mal no ganar ese día?
No, la verdad es que no. Mira, el objetivo del equipo en la Copa de España era, desde el primer momento, disputarla con Roger y con Kiko y a mí me habían pedido estar más tranquilo. Trabajar para ellos y, en todo caso, disputar algunas parciales, pero, sobre todo, llegar bien a las vueltas. Ese movimiento fue para ayudarles a ellos. Quería atacar desde lejos para hacer dura la carrera, pero cuando se rompió todo y me cogieron, la idea estaba clara: Roger y Kiko eran los líderes. Yo me sacrifiqué con todo lo que tenía. ¡Joder, que el ciclismo es un deporte de equipo! Al final, un día por ellos y otro día será por mí. Mira si me quedé a gusto, que recuerdo que me quedé a comer con la familia por allí para celebrarlo.
En marzo cumplió usted 21 años. Ahora parece que está de moda que los grandes talentos exploten cada vez más jóvenes. Ahí están los casos de Evenepoel, Van der Poel, Van Aert… ¿cómo ve usted esa precocidad?
Es un tema que, efectivamente, está muy de actualidad últimamente. Creo que lo que está cambiando es que te cambia la mentalidad porque ves a chicos de tu edad ganando carreras de World Tour y dices joder, que yo también quiero estar ahí y aprietas cada vez más. Eso se nota ya desde juveniles. Está creciendo mucho el nivel. Pero creo que tampoco es bueno ver tanta precocidad porque, al final, es interesante hacer una carrera deportiva larga y tener tus mejores años en los años de madurez, es decir, cuando has acumulado un poco de experiencia y tienes el cuerpo hecho. Ese es el momento en el que creo que es bueno dar el paso definitivo. Al menos, esa es mi mentalidad. ¡Claro que a mí me gustaría estar disputando lo que sea! Pero estamos yendo con un poco más de calma para que el viaje sea más progresivo.
Alguien me decía este invierno, en broma, que lo grave sería que Van der Poel, con esa genética que tiene, no anduviese. Usted, de genética, tampoco anda mal servido. Su abuelo, José Antonio Momeñe, fue cuarto en el Tour de 1966 [donde el abuelo de Van der Poel, Raymond Poulidor, fue tercero, N.d.A.], murió en 2010. ¿Le dio tiempo a hablar de ciclismo con él?
Tengo muchos y muy buenos recuerdos de él. Y los tengo siempre muy presentes. Todas las salidas en bici que hice con mi abuelo las tengo muy presentes. La pena es que no me ha llegado a ver competir. Mi primera salida en bici fue con él y, efectivamente, hablando de Van der Poel, en aquel Tour del 66 mi abuelo y el suyo fueron rivales directos.
De aquellas conversaciones con él, ¿le queda algún consejo o enseñanza?
Realmente no, porque en aquel momento yo no estaba tan metido en el ciclismo. Sí me quedan las anécdotas, sobre todo las que me siguen contando mi tío o excompañeros de mi abuelo. Cuando hablo con ellos es cuando me doy realmente cuenta que sigo siendo un chiquillo que no sabe realmente nada de ciclismo. Al final, pues vas cogiendo un poco de aquí y de allá, pero de mi abuelo, como todavía no competía, no tengo ningún consejo o enseñanza concreta.
Dice que todo eso le ayuda a darse cuenta de que no sabe nada de ciclismo. Sin embargo, preguntando por usted me han dicho que es un friki o una enciclopedia del ciclismo…
¡Eso sí que es verdad!
¿Hasta qué punto llega ese nivel de frikismo? ¿Es usted de los que, en periodos de descanso, no desconecta de este mundillo y sigue su actualidad a diario?
Sí, sí. Friki soy. Eso es verdad. Soy una especie de base de datos. Me sé los resultados de gente de mi edad, de carreras sub23. Cuando voy entrenando y paro a tomar el café, me gusta sacar el móvil y empezar a mirar el Twitter de la gente del mundillo y ver de qué se está hablando.
Sigue usted las redes sociales de la gente del mundillo, pero también es bastante activo en las mismas. Siguiéndole, uno adivina que tiene usted otras muchas inquietudes más allá de la bicicleta. Habla de libros, de estudios, de cultura, de política… ¿Considera importante que el deportista de elite de hoy en día tenga una formación que vaya más allá del propio deporte?
Desde mi humilde punto de vista, creo que es importantísima la formación no sólo por estar formado y por tener un bagaje en la vida. Respeto a aquellos que no les interesan otros temas, pero en los días de descanso, como decías antes, apetece descansar y para no cansarte de la bicicleta y que se te haga todo demasiado monótono, creo que es interesante tener muchos intereses y curiosidades y, de esa manera, poder evadirte en ellas. Es verdad que vives muy metido en los entrenamientos y las carreras, pero cuando llegas a un punto de saturación… pues yo tengo la carrera. Es algo que me gusta y me gusta comprar libros sobre el tema y leerlos en casa. O una novela, o ponerme mis series… tener curiosidad e intereses porque es algo que te aporta muchísimo. Al final, el bagaje que te queda de cultura y de cómo va el mundo en general, pues creo que aporta mucho. Todo eso ayuda a que luego, cuando ves una peli o lees un artículo, sabes de lo que están hablando.
Una cosa es tener curiosidad e interés, pero yo tengo aquí anotado que estudia ADE, habla inglés con fluidez, me ha dicho que es una enciclopedia/friki del ciclismo, últimamente la ha dado por el manga, siguió el debate electoral desde la habitación de un hotel en Francia y no hace mucho le dio por aprender alemán de forma autodidacta… perdóneme, pero ¿usted tiene tiempo de andar en bici?
(Ríe) ¡Joder, igual el ciclismo es lo que menos horas me quita! A veces, al tener tantas cosas hay días que estoy en casa sin hacer nada y pienso quiero hacer tantas cosas que no tengo tiempo. Sí, todo eso que has dicho me entretiene… y más cosas que me gustarían hacer. He pensado en ponerme a aprender chino. Es algo que me apetece y estoy pensando en apuntarme al Instituto Chino de Bilbao.
Volvamos a hablar de ciclismo. Me decía antes que se ve como un todoterreno y que le gusta acumular desnivel, sin embargo, su 1,90 de estatura hace pensar más en un rodador nato. No necesariamente en un clasicómano, quizás por peso. ¿Hay alguna especialidad del ciclismo que no se plantee tocar?
No. Me gusta todo. Igual que digo que soy diésel, también es verdad que me falta explosividad. También me gustan las clásicas. Las disfruto mucho por la tele y cuando voy a correrlas lo hago con la ilusión de un niño. En el ciclismo actual se miden más los esfuerzos, pero ahí tenemos a Van der Poel, que ya no es que compita en clásicas y vueltas, sino que combina distintas disciplinas. Así pues, ¿por qué no darle la vuelta? Es verdad que mi pasión son las carreras por etapas, ¿por qué no podría tirar por todos lados?
¿Se ve haciendo alguna otra disciplina tal y como el caso que ha mencionado de Van der Poel?
Si te digo la verdad, es un modelo que me encanta. Al final, todo es hablarlo con los equipos, pero creo que ahí está el futuro. Combinar ciclocross, BTT… o lo que está haciendo Education First, que también está haciendo Gravel. Es una manera de que el patrocinador esté todo el año en los medios y de que el ciclista esté más cerca del público. Quién sabe qué pasará en el futuro, pero entrenando sí me gusta hacer BTT. También he hecho ciclocross más de una vez para acompañar a algún amigo a reconocer circuitos. Me falta mucho, porque he tenido alguna que otra caída muy torpe, pero me encanta hacerlo.
Como comprenderá, no voy a dejar de preguntarle por las afirmaciones de Manolo Azcona en las que aseguraba que ya tiene cerrado su salto a profesionales de la mano de Movistar. ¿Puede confirmarlo?
Sí, Manolo soltó la perla. Está todo muy avanzado, aunque no está cien por cien cerrado, pero sí lo tenemos todo muy avanzado. Tendré que sentarme con Eusebio y sí espero que pronto pueda decirte que, efectivamente, está cerrado por completo. Sí puedo confirmar que estamos en el buen camino. Hemos tenido contactos y parece que será ese el camino.
¿Y qué hay de esa opción de pasar como stagiaire este mismo verano? Se lo pregunto porque Azcona así lo aseguró, pero Movistar no es un equipo muy dado a tener corredores a prueba. ¿Es quizás más un deseo de Azcona que una realidad posible?
No suelen hacerlo, pero sí es una posibilidad. Depende de cómo termine el año tanto de cansancio y de forma, lo hablaremos. Insisto: todavía tenemos que sentarnos y concretar. A mí, la verdad, es que me gustaría. Sería bonito.
Al principio de esta entrevista me decía usted que lo de los chavales de su edad que ya están triunfando en el World Tour está muy bien, pero que usted prefiere un poco más de calma. En ese sentido, ¿no hubiese sido mejor dar el salto aceptando la propuesta de Euskadi-Murias en lugar de hacerlo directamente al World Tour?
¡Claro que me lo he planteado! Muchas veces te pueden las ganas de decir paso cuanto antes y ya está, pero estar tres años en sub23 es una formación que es suficiente para empezar en el profesionalismo. El modo de actuar que tienen Movistar y Eusebio desde siempre es mucho más tranquilo de lo que puede ser en otro equipo. La confianza que tengo, es esa. Ellos cuidan más a los corredores y saben hacerles un calendario a medida. Creo que eso es lo adecuado. No va a ser llegar y ponerme a disputar.
Dígame un sueño realista para su primera temporada en profesionales.
No te sabría concretar, pero lo primordial sería ayudar a los compañeros al máximo y si ya me viese siendo un corredor sólido, que tiene el motor suficiente para aguantar los kilómetros que haga falta y que dé confianza a sus compañeros y al equipo, para esos dos primeros años sería algo importantísimo. ¿Pensar en disputar carreras? Quién sabe lo que te trae la vida, pero no es algo en lo que quiera pensar porque el cambio de nivel es muy grande y vamos a aprender y a echar una mano. En definitiva, si consigo ser sólido y serle de verdad útil al equipo, con eso me daría con un canto en los dientes.
Antes de ir a Lizarte corrió usted en la Fundación Euskadi y este año ha renunciado a un contrato con Euskadi-Murias. ¿Cree que sería bueno que esas dos estructuras se unieran para crear un equipo potente con el que dar salida a los talentos de su cantera?
Lo he pensado bastantes veces y tengo mis dudas sobre ello. No sé si haciéndolo así se lograría ese objetivo de tener un equipo más grande, es decir, un equipo World Tour. Estar en el World Tour es muy complicado y no sé si de una fusión entre los dos equipos se podría dar ese resultado. Si lo resultante de esa fusión no es un conjunto de la máxima categoría, creo que juntando dos equipos en uno lo único que se conseguiría es dejar a muchos corredores y auxiliares sin trabajo.
Aunque sea ciclismo-ficción. En caso de que se hubiese dado esa circunstancia de un equipo fusionado, ¿podría haber sido distinta su decisión por aquello de correr en el equipo de casa?
Como bien dices, es ciclismo-ficción y yo estoy a lo que estoy, pero seguramente me lo habría planteado. En cualquier caso, estoy muy contento con lo que he hecho. No me arrepiento nada de haber seguido un año más en amateur porque me está sirviendo para crecer como corredor y para tener tiempo de prepararme bien de cara al año que viene.
¿Cómo se plantea su participación en el Campeonato de España de esta temporada?
La verdad es que no te sé contestar porque no han salido recorridos ni nada. Habrá que ir a intentar revalidar el título, pero siempre teniendo claro que el objetivo es el Giro que viene ahora. Por eso, si te soy sincero, no hemos preparado el nacional. Por ponerte un ejemplo en relación al de crono, que no sé si lo haré, no he tocado una cabra desde la Vuelta a León del año pasado. Por lo tanto, es ir a ciegas. En cualquier caso, el Giro puede darnos, si no llego muy cansado, un buen punto. Además, se corre en Murcia, que es como mi segunda casa. Es como correr como los míos, así que habrá que intentar revalidar.
¿Cuál es su objetivo concreto en el Giro Baby que acaba de mencionar como gran objetivo?
Aunque no suene muy humilde, vamos a intentar disputar la general. Personalmente, me he estado preparando para disputarla. Parece que queda muy lejos, pero yo realmente tengo la sensación de haber dado un salto muy grande en los entrenamientos. Todos los datos son mucho mejores al año pasado. Por eso creo que podemos estar ahí. Y hablo de mí, pero mis compañeros van a dar el mismo salto. Así pues, aunque suene utópico, la intención es disputar el triunfo. Vamos mucho mejor preparados que el año pasado.
¿Por qué dice eso de que suena utópico? Parece que, sobre todo en el campo sub23 español, sigue existiendo auténtico miedo cuando se sale fuera. Me resulta casi increíble que en una potencia ciclista como es España a nivel profesional, ustedes sigan teniendo ese complejo. Al fin y al cabo, los grandes profesionales que hemos tenido y tenemos han salido también de esa misma cantera de la que usted forma parte ahora mismo.
Pues mira… ¡tienes toda la razón! No sé porqué tenemos siempre esa coletilla de utópico. Al ver que en otros países ya están disputando cosas tan importantes y nosotros seguimos más cerrados en nuestro calendario, en las copas y las vueltas de aquí, creo que al medirnos con la gente de fuera, que corren a otro ritmo y en otro tipo de carreras, creo que no nos vemos a nosotros mismos al mismo nivel, pero… ¡joder, es que es mentira! A nosotros el año pasado, en el Giro, pocas etapas nos hicieron falta para estar delante y vernos competitivos. Es algo que siempre nos dice Pascual Momparler cuando vamos con la Selección: vosotros tenéis miedo de Bélgica, Holanda… pero es que ellos os ven a vosotros y sois España. Son ellos los que os tienen miedo. Ahora que lo has dicho tú, pues me ha venido a la mente y es verdad: no tenemos que tener ese complejo de inferioridad.
Por seguir con este interesante tema, no sé hasta qué punto, aunque luego entran en juego las circunstancias de carrera, esa mentalidad acomplejada les puede hacer tomar la salida con la etapa ya perdida. Dicho de otro modo, ¿puede influir ese complejo en una carrera como el Giro a la hora de tomar decisiones valientes?
Sí. Yo tengo una confianza plena en mí mismo. Siempre que voy a una carrera es para ganar. Si no, me quedo en mi casa. Luego, la realidad te puede golpear o no, pero la mentalidad que yo llevo es esa… sin embargo, yo mismo caigo en responderte con ese tópico de lo utópico. Es una mentalidad general que se pega. Pero este año, desde el arranque de temporada, estamos mentalizados de que vamos a disputar el Giro y va a ser así. Y te digo las cosas de verdad: tenemos el nivel para estar ahí. Sólo hace falta la confianza, saber correr como hace el resto, estar en el sitio.