La duda de Iván Ramiro Sosa reside en saber si un día podrá aspirar a una gran vuelta
En la historia de éxito del ciclismo colombiano, los registros se han multiplicado, pero sólo uno, especialmente uno, nos ha remitido al pasado: Iván Ramiro Sosa.
En esa colección de registros, tenemos hasta velocistas que se cuelgan medallas de pista, como Fernando Gaviria, el extremo de un poder que ahora mismo ya incluye u ganador del Tour, Egan Bernal, junto a dos de los mejores ciclistas de su generación, Rigo Urán y Nairo Quintana.
Estos tres, incluso Gaviria, pero algunos otros, ofrecen cosas, cosas que no se vieron en el primer ciclismo colombiano, aguerrido, caliente, furioso… cuando la carrera iba para arriba eran irresistibles.
Tan simple como eso.
En medio de ese ciclismo que necesita de corredores regulares, completos, incluso sin cronos, porque un mal paso en un páramo te quita la gloria, también competidores con visión y estrategia, Iván Ramiro Sosa es la nota «vintage» del ciclismo colombiano.
Y en esa alegoría del pasado, el menudo ciclista de 22 años, 23 el año que viene, es que sigue siendo muy joven, tiene que demostrar si quedará el recuerdo del primer ciclismo colombiano o en algo más.
Cuando ganó, irresistible su carrera, la Vuelta a Burgos, vimos un corredor con una pegada, con perfil afilado, una forma de matar rivales como pocos.
Y así llegó, ganó y se fue.
¿Por qué no corrió la Vuelta a España?
Ya había estado en el Giro, inédito al final, y se había prodigado poco desde entonces, pero entre las exhibiciones ciegas de la campaña, esas que no saldrán en los almanaques pero que quedan en la memoria, la subida a Oropa del Gran Piemonte, es una buena perla de lo que puede dar este corredor.
No fue la carrera con mejor participación, pero acabar segundo, tras Egan Bernal, tras hacerle toda la limpieza da dimensión de su capacidad.
Iván Ramiro Sosa tiene esa capacidad de romper como pocos corredores pueden ofrecer
Y es ahí donde nos preguntamos cuán alto puede volar si un día se conjura para una gran vuelta, porque aún tiene 22 años, que parecerán 32 con los talentos que explotan, pero que siguen siendo muy pocos.
¿Podrá un día Iván Ramiro Sosa optar a una gran vuelta?
Martín Farfán, uno de los que nos vienen a la cabeza cada vez que vemos a Sosa, quizá algún optó, en su legendaria irregularidad, pero Sosa está en el sitio perfecto, y en la compañía idónea, su complicidad con Bernal, para que un día ese golpe de pedal exceda días puntuales.