Jaime Vega ya tiene su mente puesta en el próximo objetivo, el Campeonato de Europa sub-23, que se celebrará el mes de julio en Anadia (Portugal). Para poder asistir necesitará rendir a buen nivel en las próximas Copas del Mundo de Breno (República Checa) y Lemans (Francia).
No ha sido un camino de rosas para el asturiano llegar a donde está. El pasado mes de noviembre Jaime caía en una lesión en la que le detectaron un principio de arrancamiento del tendón rotuliano, que le obligó a estar 45 días sin subirse a la bicicleta. El inicio de la temporada se complicó, pero volvió a los entrenamientos el 9 de enero en la concentración con la selección española en Mallorca, tras la insistencia de su seleccionador a que acudiese a pesar de su bajo estado de forma.
Tras dos semanas en la isla, el joven pistard volvió a casa con las energías renovadas para seguir sus entrenamientos con normalidad, sellando las bases sin dar pasos en falso.
Jaime entrena seis días a la semana y uno de descanso total. Dependiendo del momento de la temporada en que se encuentre combina tres tipos de sesiones: gimnasio, ruta y pista. Cada una de ellas tiene un trabajo específico necesario para su preparación. Según cuenta: “Mis entrenamientos preferidos son en el velódromo, sobre todo los miércoles cuando coincido con el resto de componentes de la selección asturiana. Se me hace más ameno, ya que normalmente lo hago solo”.
Como la mayoría de deportistas, también sigue una buena alimentación: “Hice algunas dietas estrictas, pero no me dieron resultados, ya que no las hacía con alguien especializado y no tenía un seguimiento, así que me resultaba muy difícil mantenerme”. Después de esto descubrió que a pesar de tener un poco más de grasa había ganado fuerza, y desde entonces lleva una dieta sin restricciones pero inteligente, sin excesos pero sin pasar hambre, aprovechándose de no tener tendencia a engordar. No le resulta difícil llegar a su peso de competición, 84kg: “Normalmente estoy un poco por encima o por debajo, pero no me cuesta alcanzarlo”.
La recuperación es otra parte importante en el proceso de entrenamiento. Al año llega a descansar dos meses, intercalados por semanas en función de los objetivos y las competiciones. Durante este tiempo que pasa totalmente apartado del ciclismo, aprovecha para hacer otro tipo de cosas como pasear por el monte, salir de fiesta, ir a la playa o viajar, ya que durante las carreras visita lugares por todo el mundo pero no de la misma manera que le gustaría.
Su próximo descanso será después del objetivo de este 2017, el europeo sub-23 de Portugal. Allí Jaime espera bajar sus marcas del 200m, 10.54 seg, y el kilómetro 1m05seg. Si lo logra, podría situarse entre los siete primeros de la clasificación. “Para ser campeón de Europa no se necesitan milagros, solamente estar en el sitio indicado, en el momento indicado” comenta.
Su sueño es estar en las Olimpiadas de Tokio 2020. Jaime cuenta que: “Lo más difícil no es el entrenamiento diario, sino conseguir la ayuda económica que necesito para poder prepararme. Salir a correr fuera de España es la clave, aquí coges la forma, pero en las competiciones internacionales te enfrentas, cambias estrategias, improvisas, compites contra rivales nuevos y arriesgas más”.