Javier Colorado, el madrileño que continúa con su vuelta al mundo en bicicleta, ya está en África. Y desde allí cuenta en su blog su travesía por Namibia, el desierto más antiguo del mundo.
Después de las últimas jornadas en Sudáfrica necesitaba un breve descanso, y Javier Bicicleting me había pasado un contacto en Namibia. A 20 kilómetros al Norte de Rosh Pinah vería una granja a mano derecha, la única en esa zona de la carretera y donde encontraría a Richard. Desde hace tiempo este encantador namibio ayuda a los viajeros con una zona donde acampar, ducha caliente y comida, aunque con los ciclistas su invitación va más lejos. Disfruté de una tranquila tarde bebiendo cerveza, comiendo carne a la parrilla y dormí en una buena cama. Por la mañana me cebo con un desayuno de campeones y me fui con las alforjas llenas de cecina de orix.
Con las fuerzas renovadas literalmente volé en el asfalto, y pude avanzar 152 kilómetros hasta el pueblo de Aus. El sol golpea fuerte en el desierto, pero aun así está lleno de vida. Contemplo las aves surcar el cielo, a los orix pastar en la llanura con la puesta de sol, una víbora de las arenas me hace compañía unos instantes y la presencia de un pequeño chacal me advierte de que la noche está cerca. Las últimas horas de la jornada las viví rodeado por la oscuridad, pedaleando bajo la luz de la luna y las estrellas, envuelto por un silencio absoluto y una calma que a más de uno podría inquietar, pero la mejor parte de Namibia no había hecho más que empezar.
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