Javier Gómez Noya (Basilea, Suiza, 25 de marzo de 1983) es el mejor triatleta español de todos los tiempos y uno de los mejores deportistas españoles de la historia. Pentacampeón del mundo y subcampeón olímpico fue distinguido por ello en 2016 con el Premio Príncipe de Asturias a los Deportes. A sus 40 años ha evolucionado a la larga distancia con el objetivo de -primero- clasificarse para el Campeonato del Mundo Ironman -que pasa de Kona, Hawaii, a Niza, Francia- y en ese caso acabar lo más adelante posible. Mientras, estuvo en el Gran Fondo de Valencia junto a Alejandro Valverde y presentó sus zapatillas DMT, las mismas de Tadej Pogacar o Juan Ayuso. Una visita que aprovechó este medio para conocer de primera mano su vinculación con el mundo del ciclismo, una de las tres patas que le coloca en la vitrina de lujo del deporte mundial.
Fernando Ferrari / Ciclo 21 / Valencia
-¿Cuál es su relación con el ciclismo y con la bicicleta?
-Es parte de mi deporte y soy aficionado al ciclismo desde incluso antes de hacer triatlón. Recuerdo ir con mis padres a Francia con 10 años a ver a Indurain y a Perico Delgado en sus últimos coletazos en el Tour 1992 ganando alguna etapa; colarme en el Ayuntamiento de Ferrol cuando la Vuelta a Galicia salió de allí y poder darle la mano a Indurain, tengo un autógrafo de él de aquel entonces… Siempre lo he seguido como aficionado.
-¿Qué recuerda de su época como ciclista elite?
-Hice algunas carreras sobre todo en el año 2009 después de ser campeón del mundo de triatlón porque tenía una lesión del tendón de Aquiles que me impedía correr y me centré un poco más en el ciclismo. Corrí incluso el Memorial Valenciaga [con el equipo Froiz] acabando duodécimo [ganó Pedro Merino] y cuarto en el paso por Arrate por delante de Landa, que era más joven que yo. También recuerdo a Martín Montenegro, Salgueiro… Aprendí mucho de las dinámicas de carrera, gané confianza y mejoré mi nivel en bici también. Fue un periodo concreto mientras me recuperaba, pero mi prioridad siempre fue el triatlón, aunque ese año sí lo fue el ciclismo porque no podía competir en mi deporte. A largo plazo siempre entendí cuál era mi trabajo y que yo era triatleta. Lo disfruté mucho ese año.
-¿Se sintió con capacidad para haber sido ciclista profesional o compaginarlo?
-Lo que pasó es que me dediqué al triatlón desde el principio desde que tenía 15 años. Ahora es muy fácil hablar, pero creo que sí hubiera tenido el nivel suficiente. ¿Ofertas profesionales? No tuve ninguna y no fue mucho más allá.
-¿Qué opinas de los casos, entre otros, de Cameron Wurf (Ineos). que combina ambos deportes, o los extriatletas y ahora profesionales Javier Romo (Astana) o Ander Okamika (Burgos)? ¿En esta época se hubiera replanteado la dualidad?
-Antes teníamos muy claro que queríamos ser triatletas o ciclistas. Ahora por qué no. Son deportistas fisiológicamente muy buenos y si esa potencia en triatlón la focalizas en ciclismo pueden generar buenos resultados como se está viendo con Romo, por ejemplo, que era muy bueno de joven como triatleta o Cameron Wurf que me parece increíble que sea capaz de competir en Ironman y estar en un equipo tan potente como el Ineos y que además lo lleva a la Roubaix. Tiene mucho nivel y además luego le permiten correr. No sé bien cómo funciona la estructura de un equipo profesional, pero siempre pensé que le obligarían a estar centrado en la bici y no hacer otras cosas. Pero parece que en eso todo también están cambiando con respecto a hace unos años. Un triatleta bueno lo puede ser en ciclismo. Si a Pogacar le hubiera dado en su día por el triatlón o por correr en lugar de por la bici hubiera sido bueno también. Lo mismo que gente como Van der Poel o Van Aert que me mencionas, que hubieran triunfado en otros deportes también.
-Seguimos con Wurf. ¿Cómo se quedó cuando se enteró que después de acabar la París-Roubaix corrió un medio maratón, los 21 kilómetros?
-Lo vi en strava y me pareció una salvajada. Obviamente no llegó con los de cabeza a Roubaix, pero la acabó a más de 42 kilómetros por hora de media y hace unos años se ganaba con esa velocidad. Es uno de los triatletas que compite en muchos Ironman. La gente habitualmente hace uno o dos al año y Wurf uno cada tres semanas. Es un animal competitivo.
-¿Qué parte ocupa el ciclismo dentro de las tres disciplinas en su rendimiento?
-En mi carrera en distancia olímpica la carrera a pie era mi punto fuerte pero también porque trabajábamos para que lo fuera porque la mayoría de las carreras se deciden al final en ese tramo al ser la última de las tres. Ahora en la larga distancia la bicicleta sí que gana más importancia porque dentro de un Ironman pasas 50 minutos aproximadamente nadando, cuatro horas y media en la bici y menos de tres horas corriendo. Además es sin drafting [no se puede ir a rueda], una cabra a la que tienes que adaptarte lo mejor posible, contrarrelojes muy largas y la bici ha ganado lógicamente mucho protagonismo ahora en mis entrenamientos.
-¿Qué destacaría como innovación tecnológica más relevante del mundo del ciclismo en sus últimos veinte años de carrera?
-En material mucho obviamente, pero creo que lo más es la posición sobre la bicicleta, la aerodinámica del propio ciclista encima de la cabra. Eso ha evolucionado muchísimo. Ahora ves contrarrelojes de hace años incluso con bicis de contrarreloj y las posiciones eran otro mundo. Yo creo que era donde más tiempo se perdía más que por el propio material ha evolucionado. Los cuadros son ahora mucho más aerodinámicos, las ruedas son mucho mejores, pero se ha estudiado mucho más la biomecánica ciclista, más análisis en el túnel del viento e incluso con triatletas por el hecho de que hay mucho que ganar o que perder. Cualquier cambio en la cabra en cuatro horas y media te puede suponer diez minutos de ganancia.
-Por tanto se aplican las famosas ganancias marginales de los equipos britanicos de Sir Dave Brailsford
-Mucho y en ese sentido el triatlón ha sido bastante innovador al ser un deporte joven. Cuando apareció Greg LeMond en el Tour de Francia 1989 con el acople en el manillar de contrarreloj ya se utilizaba en el triatlón continuamente. Siempre ha habido menos restricciones y podemos usar bicis que la Unión Ciclista Internacional no permite en sus pruebas. Por eso hay muchas marcas que tienen una cabra para ciclismo y otra para triatlón con menos limitaciones para poder fabricarlas.
-Ha coincidido en Valencia con Alejandro Valverde que se retiró el año pasado con 43 años. Usted tiene 40. ¿Cuál es el secreto de su longevidad?
-El cuerpo empieza a quejarse. El motor está muy bien, pero el triatlón es más lesivo que el ciclismo por la carrera a pie y es lo que te machaca más las articulaciones y es donde hay que tener más cuidado. Alejandro podría estar corriendo perfectamente como profesional y estaría delante porque entrena muchísimo. Luego está la parte de motivación y de tener ganas de seguir entrenando al máximo nivel después de 20 años de actividad, haciendo cinco horas en la carretera, tus entrenamientos, tus series y seguir trabajando a esa intensidad. Eso es lo que mucha gente pierde, pero los que todavía lo mantienen con 40 años pueden seguir rindiendo.
-¿Y cómo lo mantiene en su caso?
-Porque todavía me gusta lo que hago y disfruto entrenando. Ser padre también es una motivación extra. Y a pesar de que llevo muchos años en el triatlón no tantos en la larga distancia por lo que es como una motivación nueva totalmente. Si tuviera que seguir haciendo distancia olímpica y siempre lo mismo, sí estaría más cansado porque quizás ya no tengo margen de mejora ni iba a conseguir mejores cosas de las que ya conseguí. La larga distancia me viene bien como nuevo objetivo y evolucionar por ese camino.
-¿Es normal que se esté llegando a estas edades al máximo nivel?
-Ahora se aguanta más años y más que hace años seguro. No digo con más de 40, pero sí con más de 35 años hay bastantes en ciclismo y en triatlón. Antes era algo muy raro, pero los métodos de entrenamiento son mejores, la gente es más profesional, aprendes a comer en carrera y fuera de ella… Si es tu trabajo y te ganas bien la vida con ello y te gusta, quieres seguir. Las mayores mejoras vienen por parte del atleta, independientemente del mejor material.
-En el otro extremo ¿cómo ve la peculiar aparición de los jóvenes como Bernal, Pogacar, Evenepoel, Ayuso o Carlos Rodríguez y su calidad traducidas en victorias máximas pasando de júnior a profesionales?
-Es eso, los métodos de entrenamiento con gente de muchísima calidad. Ahora está todo mucho más profesionalizado que antes. Hablando con Indurain me contaba cómo entrenaban ellos y está claro que eran portentos y sería ahora de los mejores. Pero ves cómo se entrenaba entonces y cómo se hace ahora y obviamente ha habido un cambio y una evolución por ahí. Los corredores ya no van a las carreras a ponerse en forma. Van a competir y ves a grandes fenómenos que aspiran a ganar el Tour de Francia ganando carreras en marzo. Antes no pasaba. Como aficionado es un lujo porque veas la carrera que veas siempre es un espectáculo, con los favoritos dándose guerra.
-¿Pasar de la distancia olímpica a la larga le ha supuesto adaptar su aspecto mental? ¿Trabaja con psicólogo, otra de las novedades de los últimos tiempos en ambos deportes?
-Nunca he tenido psicólogo, pero sí conozco a compañeros que han trabajado con ellos y le va muy bien. Ahora llevo un método de entrenamiento diferente porque obliga a pasar muchas horas en la cabra, sobre el acople, mucho trabajo específico en el rodillo que antes no hacía tanto y que creo es muy eficaz. En mi caso no me importa hacer seis horas en bici. Hay días que te apetece menos, pero nunca he tenido problemas de no sé si decir motivación. Ahora con las redes sociales parece que todo el mundo está súper motivado y que es feliz entrenando. Es tu trabajo y lo haces lo mejor posible. Es erróneo decirle a la gente que ha de estar súper motivado. Cuando llevas veinte años haciendo esto te motivan tus objetivos y trabajas por ellos, pero no quiere decir que todos los días estás radiante.
-¿Y cómo lleva esta vorágine de las redes sociales?
-Soy de una generación que cuando empezamos no había redes sociales. Luego aparecieron y no les di mucha importancia, pero parece que ahora son súper importantes. Me preocupa el hecho de que a veces los patrocinadores valoren más tu actividad en redes sociales o cómo las mueves que tus resultados deportivos. Y eso no me gusta demasiado, pero es el mundo en el que vivimos y veremos cómo sigue evolucionando ésto.
-¿Cuál es su perfil de aficionado al ciclismo?
-Tradicionalmente era más seguidor de grandes vueltas como mucha gente en España, pero en los últimos años disfruto mucho con las clásicas y esa lucha que hay en las pruebas de un día. Es súper emocionante y siempre intento verlas. A veces por un viaje o entrenamiento no puedo y en verano, cuando el Tour de Francia, que es nuestra época de competición y entrenamientos, siempre es comer, echar una siesta, despertar para ver la última hora y media de etapa y salir motivado a entrenar a la última sesión que me quedara.
-Volviendo a Valverde y su retirada con 42 años. ¿Con cuántos piensa hacerlo Gómez Noya?
-No lo sé. De momento me gustaría seguir. No mucho más. Un año más, dos… Depende de cómo vaya el cuerpo. He sufrido bastantes lesiones últimamente. Soy consciente y lo encajo con deportividad y si veo que no soy capaz de poder entrenar lo que necesito para rendir bien pues hasta aquí hemos llegado y no pasa nada.
-¿Ya ha pensado en su vida post deportista de elite?
-Tengo mis cursos de entrenador de triatlón y es algo que siempre me ha interesado saber con mis entrenadores cómo hacían las cosas, por qué de esa manera. Por mi cuenta también me he informado y con los años de experiencia que tengo me gustaría seguir ligado por ahí a este deporte desde el punto de vista técnico.