En la historia hay nombres que lucen discretos, pero firmes, como el de José Luis Viejo.
Hijo de Azuqueca de Henares, nos dejó hace siete años por estas fechas con la misma discreción que condujo su vida, sin ruido, tímido y sencillo.
Pero José Luis Viejo, ahí donde muchos lo ignoran, es parte del libro de los récords, en el de los registros más increíbles que un ciclista jamás haya logrado protagonizar.
Sí, él ganó una etapa en el Tour de Francia tras culminar la escapada en solitario más abultada de minutos.
En 1976 el ciclismo español caminaba crujiendo el helado suelo de la peor crisis que posiblemente le había tocado sortear, quizá similar a la que muchos vaticinan para estos próximos años.
Había pasado un tiempo desde que Luis Ocaña ganara el Tour y faltaban otro trecho para que explotara aquel Reynolds en el Tour de 1983 con Angel Arroyo y Pedro Delgado.
Huérfano de grandes nombres y éxitos, con la estrella de Ocaña apagándose, la gestas como las de Viejo debían tomarse en consideración, aunque las traigamos a la palestra el día después de su fallecimiento.
El Tour de 1976, ese que ganó Lucien Van Impe por los bemoles de su director Guimard, dejaba los Alpes para emprender camino al sur.