El pasado domingo 12 de abril a las 9 de la mañana se dio la salida oficial a la XXIV Edición de la Marcha Cicloturista Castro-Castro, que como cada año desde su inicio organiza de manera brillante el Club Ciclista Castreño.
Con el cupo máximo de inscripciones oficiales saturado desde varias semanas antes, se pusieron a rodar 1200 inscritos de muy variadas procedencias, y otro elevado número de ciclistas que no pudieron realizar la inscripción pero engrosaron el nutrido grupo de participantes. Las condiciones meteorológicas fueron de lo más apropiado y el desarrollo de la prueba se realizó de manera muy satisfactoria.
Como característica muy peculiar de esta Castro-Castro se encuentra que es una cicloturista controlada, con un promedio máximo de 33 km/h que en la opinión de aquellos ciclistas que son capaces de aguantar un ritmo tan exigente dadas las condiciones del terreno, es un gran acierto y una peculiaridad a potenciar en otras organizaciones.
El nutrido pelotón tomó la salida del puerto de Castro Urdiales a las 9 de la mañana y atravesando la salida hacia Santander se dirigió rodando por la N-634, en paralelo a la costa, hacia la primera dificultad montañosa del Alto de Candina. En este corto pero exigente Alto, se realizó la primera gran estirada del pelotón, quedando un grupo de unos 50 participantes de alto nivel en el grupo cabecero.
Tras el descenso hacia el valle de Liendo y cruzando el mismo, se afrontó el ascenso al Alto de Seña con porcentajes asequibles, pero de 5 kms. de longitud. El descenso de Seña que acaba en Limpias llevó al pelotón a disfrutar del paraje incomparable de la rivera del Río Asón, atravesando las pintorescas localidades de Udalla y Gibaja, cabecera del Valle de Karrantza por donde los participantes se fueron acercando a la última y principal dificultad montañosa del recorrido en el Alto de La Escrita. Este es el único lugar donde se permite un desfogue total, y al comienzo del mismo el coche de Dirección de la Marcha, fue incrementado progresivamente su velocidad hasta soltar a todos los participantes, quienes en un rápido y exigente ascenso disfrutaron de todo su potencial y capacidad de sufrimiento.
El vertiginoso descenso del Alto de La Escrita acaba en Villaverde de Trucios y desde esta localidad los participantes comenzaron un muy leve y prolongado descenso hasta el Pontarrón de Guriezo, donde volvieron a encontrarse con la N-634 que les condujo hasta el lugar de partida.
La llegada al Puerto de Castro Urdiales se realizó a partir de las 12:00 con gran afluencia de público, y en la siguiente hora y media el goteo de cicloturistas satisfechos cada uno dentro de sus posibilidades, por haber logrado su objetivo, fue constante.
La organización les tenía preparado un abundante y muy bien planificado avituallamiento final, así como vestuarios y duchas con una cómoda localización y disponibilidad. Con la compañía del sol y una temperatura excelente, los participantes pudieron prolongar su entretenimiento con las habituales anécdotas y en bastantes casos, continuaron disfrutando de la hospitalidad castreña hasta bien avanzada la tarde.
El reto para la impecable puesta en escena del Club Ciclista Castreño es superarse una vez más y comenzar la organización de las Bodas de Plata de esta cicloturista Castro-Castro que ya lleva varios años consolidada como una de las citas ineludibles para los auténticos cicloturistas.