La carrera deportiva de Rubén Fernández Andújar (1 de marzo de 1991, Murcia y residente en Churra) podría asemejarse a una montaña rusa. Un carrusel de subidas y bajadas, de sonrisas y lágrimas, de caídas y lesiones y de etapas con cierta continuidad hasta el siguiente descenso. Tras dos años en el Caja Rural -ganó con España el Tour del Porvenir 2013– y cinco años en Movistar -con el liderato de la Vuelta a España y el TOP Ciclo 21 al mejor joven español de 2016, la caída por el viento en 2017 que le destrozó la cara, una caries sin solución rápida y una fractura de estrés en el pie– ha recalado en la Fundación Euskadi que preside su amigo Mikel Landa.
Y vestido de naranja, con mentalidad renovada, estructura diferente de la segunda división a la que ha ascendido el grupo vasco, Fernández ha empezado a gusto la campaña convirtiéndose en su mejor hombre. Exceptuando la peculiar Vuelta a Murcia con esa primera etapa donde la fuga se tornó en bidón, ya lleva cuatro puestos entre los diez primeros en las dos pruebas más duras de la Challenge de Mallorca, en las dos etapas con final en alto de la Volta a la Comunitat Valenciana, que acabó en octavo lugar de la general final entre Ion Izagirre y Óscar Rodríguez.
Unas cifras que solo logró una vez en 2019, en la 4ª etapa del Tour Down Under. «No sabía tampoco muy bien como estaba. Tampoco me había planteado empezar tan rápido y sí me ha sorprendido verme ahí desde el principio, pero la idea es seguir avanzando y dando guerra al máximo. Tras Murcia, Andalucía, Catalunya y País Vasco serán mis próximos objetivos. ¿Los jóvenes? Se nota mucho este cambio en el pelotón. Esta gente viene pisando muy fuerte y es sorprendente».
«De momento está siendo una transición muy buena. Llevaba tiempo sin poder hacer una temporada tan larga y ha sido con mucha tranquilidad, haciendo las cosas bien y de esta forma va todo por muy buen camino» respondió Fernández a preguntas de este medio sobre su cambio de todo y olvidado, por fin, de sus problemas físicos. «De momento todo en su sitio, se ha solucionado bien y con muchas ganas por delante».
A pesar de ser murciano no se siente extraño en un proyecto de indudables raíces y desarrollo vascos, aunque con la llave crucial de su ya excompañero Mikel Landa, hoy en el Bahrain. «Nos han acogido como uno más desde el primer momento y muy bien. Somos varios corredores de fuera del País Vasco, pero estuvimos hablando con Mikel Landa y los representantes [Giovanni Acquadro] y llegamos a un acuerdo. Landa ya me estuvo comentando cómo iba a ser el proyecto, me ilusionó muchísimo y al final estamos aquí, con mucha tranquilidad, sin presión ninguna y todo bien. Con Mikel tengo mucha confianza. Hemos sido compañeros y es muy cercano como siempre. Somos grandes amigos.
Su nuevo estatus y el no estar en el World Tour le está reportando buenas sensaciones y resultados que al final es de lo que vive el deportista. Y apunta la clave. «Puede que ser que esa falta de presión me venga bien. Al final es un cambio de aires. Ya llevaba cinco años en Movistar y posiblemente me hacía falta este cambio para volver a reencontrarme».
Sobre su experiencia bajo lás órdenes de Eusebio Unzue afirma que «no me arrepiento de nada. Han sido un cúmulo de circunstancias, de lesiones, de cuando tenía que estar no podía… Yo me autopresionaba más de la cuenta porque el equipo me daba la máxima tranquilidad, empezando por el propio Eusebio, pero era yo el que me autopresionaba y quizás haya sido lo que no me dejaba avanzar».
La Vuelta a España 2020 tiene en la mesa la decisión de dejar a uno de los equipos profesionales españoles fuera de su carrera. Burgos, Caja Rural o Euskadi no podrán coincidir y uno lo verá desde fuera. «Es complicado siendo el primer en año en la categoría, pero todo pasa por dejarse la piel en las carreras y pienso que lo estamos haciendo bien para que confíen en nosotros y a ver si al final podemos optar a la invitación».