Tyler Farrar respira aliviado, al menos por ahora, ya que tras ganar la etapa 3 del Tour de l´ Eurométropole, recibió la noticia de su renovación de contrato por un año con el Garmin, algo nada desdeñable en los tiempos que corren.
El sprinter yankee, quien además tiene aptitudes para las clásicas que tanto ama y que lo llevaron a radicarse en Gante, no volvió a ser el mismo casualmente desde la muerte de su amigo Wouter Weylandt en el Giro 2011, penando las dos temporadas siguientes en las que apenas levantó los brazos o lo hizo en pruebas de menor valía.
Sin llegar al dominio de Cavendish o Greipel, el nacido en Wenatchee (capital mundial de la manzana), era una apuesta sólida allí donde competía y así lo demuestran sus múltiples galardones en grandes vueltas, además de parciales en las competencias mas prestigiosas como la Tirreno Adriático.
Tras ganar la jornada conclusiva de la Vuelta 2010, inició el que sería su año bisagra con buen pie, se alzó con la victoria ya en Mallorca, en los Trofeos de la Challenge, siguió en Tirreno y llegó al podio en Gante Wevelgem y Dwars Door Vlaanderen.
Todo parecía seguir su curso normal, hasta que Weylandt se accidentó y se llevó el alma de Farrar con él debido a la estrecha amistad que los unía y que impidió al de Garmin seguir presente en esa Corsa Rosa.
Lejos de recuperarse y pese a lograr el triunfo en la etapa tres del Tour de Francia siguiente para dedicarla a su colega fallecido, el pupilo de Vaughters nunca volvió a ser el mismo y desde entonces se transformó en un atleta irregular y poco confiable.
Si entre 2009 y 2010 se hizo con cinco parciales en rondas de tres semanas, una Schedelprijs o Vattenfal Cyclassics por duplicado, de allí en más y con la salvedad del inicio de 2011, Farrar pasó a ser un sprinter del montón que sólo brilló en el calendario nacional de su país y ocasionalmente en Europa.
Una pena si se tiene en cuenta que hablamos de un ciclista capaz de correr la París Roubaix o de imponerse en el sprint final de la Vuelta a España, con todo lo que eso significa.
Quizás ante la inminencia del cierre de temporada y el fin de su contrato, su mente, siempre señalada como su talón de Aquiles, se activó y le permitió una leve mejoría que lo impulsó a alcanzar cuatro veces el top cinco en la reciente ronda española, destacando el podio en el epílogo de la misma en Madrid.
La etapa conseguida hace unos días en Eurométropole es sólo una más de tantas que coleccionó en el último par de años, un triunfo mediocre lejos de sus posibilidades reales que sólo sirvió de excusa para que Garmin anunciara su renovación y la consiguiente última oportunidad del personaje en cuestión.
Tyler Farrar es un atleta talentoso y multifacético capaz de poner ocasionalmente en entredicho el dominio de los grandes velocistas a nivel mundial, pero deberá modificar su actitud, puesto que ahora sabe que se encuentra frente a una de las pocas chances de suceso remanentes en épocas de vacas flacas para este deporte, donde los plazas valen oro y ya nadie se mantiene por sus logros pasados.