Por un lado, están los que piensan que “su uso está tan interiorizado entre todos los asistentes –y no sólo los corredores- que no tendría ningún sentido cambiarlo”; por otros los que señalan que “no deja de ser un arma de fuego y que en estos tiempos no tiene razón de ser en cualquier evento deportivo”. Nos referimos, claro está, a la pistola –o al revólver, más propiamente dicho-, ese elemento usado en las competiciones de pista con distintos significados y que se pueden resumir en tres momentos:
- Con un disparo, para dar la salida en pruebas de pelotón, después de la vuelta o vueltas neutralizadas, indicando que el pelotón rueda agrupado y que no ha habido incidencias.
- También con un solo disparo, para indicar el final en las pruebas de persecución, así como en las de pelotón.
- Con un doble disparo, en todas las pruebas con motivo de una falsa salida, un accidente o una caída que obliga a parar la prueba.
Respecto al primer uso, es curioso porque, por ejemplo, el inicio de la velocidad lo marca el starter con el silbato, mientras que las pruebas cronometradas no lo utilizan. Por ello, hay árbitros que consideran que “habría varias formas alternativas en función de la prueba y la infraestructura disponible, como pueden ser señales acústicas, como el silbato, una bocina o un start bit, e incluso luminosas o visuales con discos o banderas rojas y verdes”, aunque otros consideran que “que “es bastante funcional, sobre todo cuando no puedes dar la salida normal”.
El segundo uso también tiene su paradoja, ya que la otra prueba cronometrada, los 500 metros/kilómetro, no lo utiliza. En este caso, hay más árbitros que no verían mal un sistema alternativo para señalar esta finalización normal, tanto luminoso como acústico. “Hoy en día en la eliminación se usan dispositivos para avisar a los corredores que han de abandonar, cosa impensable hace años. Lo mismo se podría hacer en el resto de pruebas. Pienso que lo mismo que sucede en otros aspectos del reglamento, hay que buscar algo lo más sencillo posible”.
Es el tercer uso, el doble disparo para detener la carrera, en el que más unanimidad existe a la hora del uso de la pistola. “Al igual que el de la campana que anuncia un sprint o última vuelta, está tan interiorizado por todos los componentes que forma parte de la liturgia de las competiciones de pista. Es un código de comunicación directo, rápido y sencillo, sus sonidos provocan reacciones automatizadas y yo creo que eso es positivo”.
El silbato, una alternativa que no convence
El silbato se usa bastante como alternativa en pruebas nacionales, pero no convence mucho a los colegiados. “A nivel internacional, tanto el presidente como sus adjuntos van con un silbato y lo usan para llamar la atención a los corredores cuando están en la pista, pero no para los lances de carrera según están reglamentados”, nos señala un comisario, mientras que otro añade que “el silbato no se escucha tanto. Hay muchas veces que ni lo oyen los corredores que tienes encima, como para oírlo los que están en contrameta”. Eso sí, todos los starters llevan colgado el silbato… por si falla la pistola.
Otro colegiado nos señala una anécdota: “En una competición en la que arbitré, Norbey (Andrade) se puso a pitar con su silbato para llamar a corredores y a mí, que iba de starter, casi me da un infarto pensando que el pelotón podía pararse al oír los pitidos”.
La opción de que sea el speaker el que avise por megafonía de estas incidencias que conllevan una parada de carrera exige “no sólo una rápida comunicación entre el starter y el speaker, sino que el velódromo tenga una megafonía que se oiga en condiciones”, algo que lamentablemente no es bastante común al menos en nuestro país. Aun así, cuando ejerzo de locutor suelo ‘duplicar’ la orden dada previamente con ese doble disparo, para avisar a los corredores que se detengan. Porque hay muchos que ‘están a lo suyo’ y que ni siquiera escuchan algo tan sonoro como un disparo de revólver. “Se trata de situaciones de carrera que requieren una parada rápida, por lo que es mucho mejor que sea directamente el ‘starter’ quien lo ejecute, con el doble disparo o con otro sistema que sea eficaz, que tenga que transmitir una orden a otro”.
Más adeptos para la bocina
La bocina, por el contrario, tiene más adeptos. “Hay pequeños envases aerosol de bocina muy manejables y con un sonido bastante perceptible y personal, que podrían ser una alternativa”, aunque, como señala otro, “muchos aficionados entran en los velódromos con este tipo de artefactos, por lo que podría generar confusión para los corredores. El sonido de la pistola es bastante peculiar, y nadie entra con un revolver en el velódromo, aunque a veces ha habido confusión con un petardo u otro sonido similar”.
“Desgraciadamente en nuestro caso no hay mucho público en los velódromos y el nivel de ruido no es muy elevado, al contrario de lo que pasa en otros países donde los velódromos están llenos. Por esta razón, el disparo de revolver tiene el nivel de decibelios suficiente como para que tanto corredores como todo el mundo que está dentro del velódromo lo escuche y lo identifique lo más rápido posible”.
Este post ha sido posible gracias a la colaboración de un grupo de árbitros habituales en pista -y sobre todo amigos-, pero, como dice uno de ellos “estamos para aplicar el reglamento, no para juzgarlo o cambiarlo”, por lo que he preferido publicar sus impresiones desde el anonimato, pero con mi más profundo agradecimiento a todos ellos.