Claridad podría unirse como una cuarta C a las tres de las que Javier Guillén hablaba ayer en el Foro 2014-As como las claves de un gran evento, como puede ser la Vuelta: credibilidad, constancia y calidad. Y es que el director general de la ronda lo tiene muy, pero que muy claro, tanto en lo referido a la carrera, como a la propia Unipublic… y a ASO, propietaria definitiva, a muy corto plazo, de La Vuelta.
En una ponencia más divulgativa que informativa, pero notablemente instructiva y clarificadora, definió perfectamente la imagen de marca de la carrera, en ese I+D+I de innovación, dureza e intensidad, con el que podemos estar más o menos de acuerdo o en desacuerdo, pero que va calando entre las señas de identidad de la Vuelta, junto con la potenciación de otros valores muy distintos, siempre según su argumentación: gastronomía, calor, fiesta, espectáculo, emoción…
Pero hubo más: Guillén explicó, también de manera bastante clara, la estructura de ingresos de la ronda nacional, con unos patrocinadores cada vez más prestigiosos tras unos años bastante decepcionantes; con la venta de unos derechos televisivos que permiten alcanzar 190 países; con las aportaciones de las sedes cada vez más canalizadas a través de Comunidades y Diputaciones, y con nuevas fórmulas de captación de recursos a través de las RR.PP, “la taquilla del ciclismo”, intentando fidelizar, captar más público femenino y menor de esos 41 años que tiene de edad media el ‘aficionado tipo’. Todo ello, para dejar claro que “el reto de la Vuelta no es organizar nuevas aventuras, sino subsistir”, aunque el nivel de beneficios, sobre el que no habló, siga incrementándose.
Y en una de las escasas noticias en sentido estricto que dejó caer, habló de la posibilidad de la reducción de la Vuelta a dos semanas. «Es un debate que va a llegar con toda seguridad«, manifestaba, aunque es algo que ya está lanzado y bien lanzado en otros foros más elitistas. Guillén dejó caer que aceptaría un recorte de días siempre que el nuevo calendario global permitiera a la Vuelta contar con la mejor participación. Algo perfectamente comprensible.
Personalmente, pienso que una reducción de días de competición no debería afectar en mucho a la ‘imagen de marca’ de la carrera, reduciría los gastos –que el propio director general de la prueba calificó como caro- de la carrera y podría mantener los ingresos por patrocinio, compensando la reducción de los relacionados con salidas y llegadas de etapas con el aumento de los de relaciones públicas y televisión.
Esa hipotética menor duración no sería mala para el ciclismo con mayúsculas, ni desde luego para la empresa matriz ASO que tendría ‘espacio’ para desarrollar nuevos proyectos en mercados como China. Pero quizás habría que lanzar un segundo debate, sobre las consecuencias para nuestro ciclismo, con minúsculas, el ciclismo español.