Han necesitado tres años. Tres ediciones desde que los responsables de Flanders Classics decidieran darle un lavado de cara a la más importante de sus carreras. Fueron dos primeros intentos herrados. La desaparición del Muur no gustó en absoluto y Wim Van Herreweghe y su equipo no parecían dar con la tecla para que la fase decisiva de la Vuelta a Flandes se correspondiera con la dureza y la épica que se espera de un Monumento. Finalmente en 2014 han conseguido su objetivo y la intención ahora es mantener este dibujo en el futuro.
Pese a las muchas caídas que se produjeron en la carrera, la 98º Vuelta a Flandes ha conseguido un consenso casi unánime en cuanto a su recorrido. Las tres subidas por el Oude Kwaremont y las dos pasadas por el Paterberg pero, sobre todo, el ‘traslado’ del Koppenberg a la parte final de la jornada han conseguido su objetivo: hacer de ‘De Ronde’ la más dura de las pruebas del calendario flamenco.
Van Herreweghe explica que el contrato de Flanders Classics con Oudenaarde todavía contempla tres ediciones más y con Brujas como ciudad de salida otras dos “y estamos muy contentos con el crecimiento que está teniendo la carrera en Oudenaarde. Esta ciudad le da a la clásica un plus. Los cambios que hemos hecho han funcionado. Colocar el Koppenberg como entrada al tramo final ha hecho que se entre al mismo con un bien ritmo”.
También añade Van Herreweghe que “el concepto va a seguir siendo subir el Oude Kwaremont tres veces, la primera de ellas como subida inicial del día; tres veces Hotond/Kruisberg y dos veces el Paterberg. Es importante que alrededor de este final construyamos ahora la Historia de la Vuelta a Flandes para que en el futuro podamos comparar distintas ediciones y comprar quién y cuándo atacó. Eso es muy importante para el deporte en sí y para los corredores”.