Mikel Landa está de estreno. El corredor alavés disputará su primer Tour de Francia con Movistar tras haberse quedado con la miel en los labios el pasado año, cuando un solo segundo le privó de subirse al podio en París y ocupar el lugar de Romain Bardet. En esta ocasión, Landa afirma llegar «en un buen momento, con las pilas cargadas y muy ilusionado y motivado» a la cita francesa.
Ganador este año de la cuarta etapa de la Tirreno-Adriático, Landa considera que está llevando una temporada «bastante tranquila hasta ahora. El inicio lo planificamos para hacer la Vuelta al País Vasco y ayudar a Alejandro [Valverde] en las clásicas de las Ardenas, que no las conocía bien. Saqué un buen feeling de allí, y a partir de entonces hemos pensado solo en el Tour«.
El Tour, ese sueño, esa ilusión, ese reto. El de Zuia, con sólo 30 días de competición en las piernas, cree que ha realizado una aproximación «totalmente diferente. Los dos últimos años he llegado después de correr el Giro. Ahí vienes de un estado de forma máximo y solo tienes que aguantar la forma. Este año voy de manera más progresiva y confío en que eso me haga llegar más fresco a la parte final. Después de las clásicas descansé un poco y me marché a la altitud de Navacerrada durante 20 días volviendo a la carga de entrenamientos y con el objetivo de coger una buena base, puertos largos y muchas horas, para luego afinar ese estado de forma con la competición en la Vuelta a Suiza. Antes del Tour voy a estar también unos días en Pirineos, para conocer bien esas tres etapas y aprovechar para hacer los últimos días de entrenamiento en montaña».
El objetivo está muy claro: «El objetivo es pelear por algo importante hasta el último día. La aspiración debe ser máxima. Me gustaría disputar el Tour de Francia, pero luego veremos hasta dónde se puede llegar. El año pasado me quedé muy cerquita del podio y eso me hace soñar con que puedo estar disputándolo».
Si alguien de Movistar conoce al principal aspirante al triunfo final ese es Mikel Landa: «Froome es el máximo favorito. Viene de ganar el Giro, lo ha terminado muy bien y seguro que en el Tour también está muy fuerte. Ha ganado cuatro Tours y es el máximo candidato. Seguramente empiece muy bien y veremos si en la última semana paga el esfuerzo del Giro. Con él, el Sky asumirá el mando de la carrera como en los últimos años. Pero hay otros muchos favoritos: Porte, Urán, Bardet, Nibali… creo que hay rivales muy potentes que van a hacer que la carrera no se centre solo en Froome».
¿Y los otros ‘gallos’ de su equipo? ¿Son favoritos? ¿Habrá entendimiento entre los tres? Landa despeja todo tipo de dudas: «La armonía seguro que va a ser buena. Con Nairo [Quintana] ya he corrido dos vueltas de una semana y nos hemos entendido bien; con Alejandro he coincidido menos, pero es una persona con la que enseguida te entiendes. Tenemos un equipo muy competitivo, y eso ayudará a que todo sea más fácil, muy equilibrado, muy completo, con gente muy capacitada, de lo mejor que se puede encontrar ahora mismo en el pelotón para cada terreno. Es un equipazo, uno de los más fuertes, sino el que más de la carrera».
Landa desgrana las cualidades de cada uno de sus compañeros: «Nairo es un líder nato, un escalador de los mejores del mundo, que para arriba es capaz de dinamitar cualquier carrera. Valverde es otro gran líder que puede destacar en cualquier terreno. Dentro de los candidatos a ganar una grande, es el corredor más completo. Rojas es un gregario de lujo. Peleó por victorias individuales y ahora está en otra faceta de ayuda al equipo y está siempre donde tiene que estar. Erviti resulta un gran apoyo en esas etapas más llanas en la que la gente de la general necesitamos gente como él que nos lleve casi de la mano. Amador, como Soler, es un corredor muy completo, muy fuerte para la crono por equipos. Seguro que será muy útil en las etapas llanas y en la media montaña. Finalmente, Bennati es un gran rodador y con mucha experiencia. Nos va a ayudar muchísimo en los finales llanos, con el viento…».
El ganador de etapa en Giro y Vuelta es consciente de la dificultad que entraña el recorrido del Tour 2018: «Es muy exigente, tiene un trazado muy completo. La primera semana tiene muchas trampas que hay que salvar para poder ganar el Tour. Luego tiene dos semanas con mucha montaña y una crono final que quizás no vaya a ser decisiva, pero que para nosotros es bueno que llegue el penúltimo día y que sea bastante quebrada».
La novena etapa entre Arras y Roubaix es la gran novedad y la más temida, empezando por el propio director, Eusebio Unzue: «He visto la etapa del pavés. Creo que era importante tener una toma de contacto con el adoquín antes de la carrera». Landa encara con confianza las citas de los Alpes y los Pirineos: «Por lejanía, las etapas de Alpes no he tenido la ocasión de verlas, pero conocemos ese terreno bien y con lo que nos enseñen nuestros directores seguro que no nos faltará detalle. Y estas semanas previas voy a ver las etapas de Pirineos, especialmente esa etapa corta que seguro que va a marcar diferencias. Es un día diferente al que no estamos acostumbrados y seguramente será un poco loco». En cuanto a la contrarreloj, «sí la he visto porque me pilla bastante cerca de casa. Creo que va a estar muy marcada por las fuerzas con las que cada uno llegue a ese día. Tiene muchos cambios de ritmo y si no tienes una buena condición, puedes pagarlo».
Recuerdos del Tour
«Yo me enganché al ciclismo con el Tour, viendo a Mayo, Zubeldia, Beloki y compañía disputando aquellas ediciones, de 2003 y 2004 en adelante. Recuerdo verlas con mi padre. En las etapas llanas me aburría un poco y me dormía, pero las etapas de montaña me aficionaron a este deporte«, confiesa.
De su primer Tour destaca «la cantidad de gente que hay a lo largo de todo el recorrido. No es solo en puntos concretos, sino a lo largo de todo el trazado de la etapa. Es lo que más me impresionó».
Al poner la vista en la pasada edición, Landa reconoce que conoció «la cara amable del Tour. Disfruté mucho porque es una carrera que te da mucho nombre y reconocimiento y eso al final es muy bonito. En las etapas de Pirineos iba muy fácil y disfruté mucho, fue muy bonito. En la fuga de Foix espabilé un poco. Hasta entonces tenía en la cabeza ser solo un gregario. Aquel día me di cuenta de que podía aspirar a algo más y ese día me marcó«.
En la contrarreloj de Marsella estuvo a punto de dar la sorpresa: «Me dio mucha confianza. Llegar al penúltimo día y hacer una contrarreloj tan buena me demostró que dependiendo del día, puedo hacer buenas cronos». Se quedó a un segundo del podio final: «En el momento no le di mucha importancia. En ningún momento me había visto en el podio del Tour y por eso no me sentía defraudado por no haberlo conseguido. Con el tiempo sí le he dado más vueltas y me hubiera encantado haber estado ahí. Me dio pena y rabia, pero al mismo tiempo me ha motivado más para trabajar e intentar estar ahí este año».