Javier Ruiz de Larrinaga tiene apellido de noble. De aristócrata. Quizás haya en su árbol genealógico algún marqués, conde o duque, pero lo que está claro es que, después de más de una década formando parte de lo más selecto del ciclocross nacional, es uno de los miembros más destacados de la realeza de los circuitos invernales. Hubo un tiempo en el que, incluso, llegó a reinar en ellos. Imponía su ley y trataba de sublevar las revueltas de los aspirantes al trono. Ahora, a punto de abdicar ya de forma definitiva, el de Zuya (Álava) repasa su carrera en una especialidad a la que llegó casi de rebote. La historia de un rutero sin suerte que acabó haciendo bueno aquello de que no hay mal que por bien no venga.
– Usted pasa a profesionales en una época en la que la enorme especialización que vemos ahora, con casos como los de Orts o Inguanzo, que desde la base están enfocados al ciclocross, no existía y se compaginaban más las distintas disciplinas. De hecho, viene de la ruta y llega a hacer sus dos primeros años con Kaiku.
– Sí. Conseguí llegar a profesionales. Es verdad que me costó un poco pasar. Di el salto a los 25 años y después de dos temporadas desaparece el equipo y te quedas con esa sensación de haber peleado por ello muchos años y en dos años se te va todo al traste. Ese es el motivo por el que di mis primeros pasos en el ciclocross. Es verdad que es una especialidad que siempre me había llamado la atención porque, como dices, en mi época todavía se compaginaba un poco más. No es que empezase por cabreo, pero sí lo hice como un acto de resistencia a dejar la bici. Quién me iba a decir a mí que iba a estar tantos años peleando.
– Cuando a final de 2006 desaparece Kaiku, ¿usted se queda con la sensación de que merecía encontrar hueco en otro equipo?
– Del primer año al segundo noté mucha diferencia. En el primer año como profesional, que en mi caso fue 2005, estás un poco perdido hasta que te asientas en la categoría. En el segundo año conseguí algunos resultados buenos y uno siempre cree que tampoco lo había hecho tan mal como para seguir. No sé si los demás pensarían igual. Era muy complicado encontrar un equipo porque era una época en la que desaparecieron muchos. Yo pensaba que podía tener esa oportunidad y, de hecho, empecé a hacer ciclocross porque siempre pensé que podía llegar a encontrar un equipo incluso en enero o febrero de 2007 y me servía para mantenerme en forma y con esa motivación necesaria.
– Usted da el salto en los últimos años de dominio de uno de los mejores especialistas nacionales de siempre como es David Seco y lo deja ahora con la irrupción de Felipe Orts. ¿Qué diferencias hay entre aquel ciclocross que usted se encontró y el que deja ahora?
– He de reconocer que el ciclocross era un mundo desconocido para mí. Lo seguía un poco, pero no estaba en el día a día. Creo que, en aquella época, aunque estaba ya en sus últimos años, sólo estaba David Seco. Él era el único que hacía algo de calendario internacional y ahora veo más gente. Es verdad que nos sigue faltando un poco más a nivel de jóvenes, pero tenemos corredores como Felipe que está consiguiendo cosas que antes no se podían conseguir. Kevin Suárez también está haciendo una temporada muy buena. Ahora, ir a Bélgica ya no es cosa de uno solo. Nos hemos quitado ese miedo y la gente piensa que les puede venir bien. Ahora las carreras son un poco más competidas. Antes, como te digo, estaba David. Luego tuvimos los años de transición en los que aparecieron Isaac [Suárez] o [José Antonio] Hermida, pero ahora hay un grupo más grande. No soy yo quien tiene que decir si hay más nivel o menos, pero pienso que estamos en el mejor momento del ciclocross.
– Una mejora que se nota también cuando salen a correr fuera.
– Sí. Pienso que hacer el 30º en una Copa del Mundo actualmente es tener un gran nivel. Cuando yo empecé, en mis primeros años, tengo algún 25º puesto en Pont-Château sin ser el corredor que soy ahora mismo. Era bastante peor que ahora y conseguía ese 25º puesto que ojalá pudiese conseguirlo este año.
– Le tomo la palabra y no comparo el nivel deportivo de cada cual entre entonces y ahora, pero ¿qué parte de culpa tiene usted en la mejora general que ha vivido de la especialidad?
– Yo no me considero una de las personas que ha hecho que el ciclocross crezca. Hay varios factores. Yo vengo de la carretera, como también Aitor Hernández, que empezó en el ciclocross cuando se quedó sin equipo y eso puede ser un ejemplo de que se pueden conseguir cosas fuera de la ruta. Empecé a salir al extranjero y a mejorar los resultados y eso puede darles de pensar a los jóvenes y que digan porqué no vamos a poder hacerlo nosotros. En ese sentido, igual sí se han fijado en mí. Ojalá. Pero mi caso, como decías tú antes, es diferente. Ellos, desde pequeños, se han centrado en ser corredores de ciclocross y yo me tuve que adaptar. Esos años que perdí fueron muy importantes para haber conseguido mejores cosas. Técnicamente, yo empecé muy tarde y era muy malo. Ahora ves a estos chavales y tienen una técnica que me da hasta envidia. ¡Ya la podía haber tenido yo al principio!
– Hablemos de aquellas primeras salidas al extranjero. Usted llegó en pleno dominio de Sven Nys. ¿Cómo lo recuerda?
– Era muy diferente. El objetivo era que no te doblasen. Se ha mejorado mucho en ese sentido. Pero también es cierto que Nys era un dominador muy distinto a lo que pueden ser hoy en día Van der Poel o Van Aert. Ahora las carreras son salir a tope y ya está. Antes eran carreras más competidas. Nys corría de otra forma. Quizás porque no tenía tanta superioridad respecto al resto como tienen estos dos. También recuerdo llegar allí, sin conocer el ambiente del ciclocross en el extranjero, y verlo como algo impresionante. Algunas carreras se te quedaban grandes porque la situación con la que te encontrabas te podía. Correr con los mejores y con tanto público es algo que me coincidió siendo más joven y eran cosas que te afectan más. Con el paso de los años no te impresiona tanto. Ibas con miedo, sin saber cuál es tu sitio… pero no se me va a olvidar en la vida.
– Como ha dicho, en aquella época Nys era el dominador, pero se las tuvo que ir viendo con corredores del calibre de Groenendaal, De Clercq, Vervecken, Albert… ahora, con Van der Poel corriendo casi sin rival, ¿es el ciclocross aburrido?
– Esa es la polémica que hay en Bélgica. ¡Este año hasta están perdiendo audiencia! Sale Van der Poel y quita toda la emoción. También es verdad que los belgas son muy belgas y no llevan bien que sea holandés. Pero, ¿qué le vas a decir a él? ¿Que levante el pie? Pues él dirá que aprieten los demás. Hemos coincidido con un fuera de serie y no nos queda más que adaptarse a eso. Pero, por otro lado, las carreras femeninas están subiendo de audiencia porque son muy entretenidas. Siempre hay cosas buenas y cosas malas. Es verdad que las carreras masculinas están perdiendo mucho. El ciclocross es una especialidad que siempre se ha decidido por pequeñas cosas y ahora, por muchos fallos que pueda tener Van der Poel, sabes que va a ganar.
– Ha acumulado 76 victorias en estos años. ¿Hay alguna que le salte a la memoria si le pregunto por la más especial?
– Cada una tiene su aquel. El primer Campeonato de España [en Valladolid, 2009 N.d.A.] con Hermida fue muy especial. El Mundial de Luxemburgo, a nivel personal, también fue muy bonito. A la gente igual un 16º puesto no le dice nada, pero con todo lo que has peleado por estar a buen nivel en el extranjero, fue un resultado muy especial. También me quedo con esos momentos en que, después de pasar momentos malos, vuelves a encontrarte bien y a ganar. Con lo que me quedo es con lo que he tenido que luchar para llegar a donde he llegado. El ciclocross es una disciplina en la que tú no fichas por un equipo. Tú eres tu propio equipo y te tienes que buscar el apoyo económico, los viajes, los hoteles… Eso me servirá para el día de mañana.
– Y en ese día de mañana, ¿a qué dedicará tanto tiempo libre sin tener que entrenar ni competir?
– Tengo claro que la bici va a seguir estando presente. Para nada he terminado asqueado de la bicicleta. Lo ha sido todo y lo bueno es que lo dejo en el momento que yo quiero. No me he visto obligado, como sí me pudo pasar cuando sucedió lo de Kaiku, a dejar el ciclismo. Lo he decidido yo. Voy a seguir disfrutando de ella, aunque de otra manera. Luego está el campus que empezamos en septiembre. Es algo que me da pena no haberlo empezado antes. Ha sido súper bonito. Es una decisión que espero que contribuya para el bien del ciclocross. Me gustaría buscar algo para ayudar a los jóvenes para que puedan vivir del ciclocross como he hecho yo.
– Aunque lo anunció la semana pasada, la decisión de colgar la bicicleta al final de esta temporada la tomó el pasado verano. ¿Se ha llegado a replantear las cosas en algún momento?
– En verano ya sabía que este iba a ser mi último año y de ahí algunas decisiones como la de salir menos al extranjero. He cumplido 39 años y la retirada tenía que llegar en algún momento. La motivación y el tema de patrocinadores seguía todo igual, pero todo tiene su principio y su final. No quería decir nada porque… fíjate el principio de temporada que he tenido, lo que hubiese dicho la gente. Este ya está de vuelta. Ya está pensando en dejarlo. Sin embargo, me ha salido bien porque tras decir que dejo la bici he ganado dos carreras y siempre es más bonito. En ningún momento me he planteado cambiar de idea. ¡Hombre, si me viene un patrocinador con un millón de euros, cambio de idea rápido! (ríe). Fuera de bromas, la decisión la tomé en verano y, con todo lo que está pasando estos últimos días, estoy todavía más contento con ella.
– Ahora hay dos equipos UCI en España. ¿Cómo de importante cree que son estas estructuras para la mejora de los corredores?
– No sé hasta qué punto es importante que sea un equipo UCI. Creo que en ciclocross no es como en la carretera. Las ventajas que ellos pueden tener, no sé cuáles pueden ser. ¿Qué pueden tener un contrato? También lo puedes tener sin estar en un equipo UCI. Los contratos que exige la UCI hoy en día en el ciclocross no tienen nada que ver con la carretera. Sí veo que es positivo a la hora de ir a buscar el patrocinador. No es lo mismo a nivel de nombre ser equipo UCI que un simple corredor. También es positivo que obliguen a tener al menos a una chica. Pero con todo esto, el ciclocross es una disciplina que es muy complicada de gestionar. Hay cuatro carreras en un día y sin casi tiempo entre ellas. Creo que la gente no valora el esfuerzo que hace la gente en ese sentido. No es lo mismo ir a correr una prueba de carretera con una bici, que la puedes llevar en el avión, que ir a correr con tres bicis, un montón de juegos de ruedas, que no tengas que cambiar de bici cada media vuelta… En ese sentido, es bueno para el ciclista porque va a tener una estructura que le va a ayudar, pero para el mecánico que está en el equipo habrá días en que no sea dónde meterse. Está claro que, en ese sentido, se ha mejorado muchísimo. En España el ciclocross ha sido una especialidad importante, pero ahora se están consiguiendo cosas muy importantes.
– Ha dicho que por los resultados de este año se merece la llamada para ir al que será su último Mundial…
– No, he dicho que creo que merecerlo por el nivel que estoy dando ahora, en este final de temporada. Si me lo dicen en noviembre, soy el primero que reconoce que no estaba para ir. Con todos los Mundiales que he ido, ya no tengo necesidad de ir por ir. Cuando dije que quería ir es porque creo que estoy a un nivel bueno y lo voy a disfrutar. Sufriendo, pero con un buen nivel. No quiero ir sólo para poder decir que he acabado mi carrera en un Mundial, pero sin ser competitivo.
– Usted estuvo en Bogense el año pasado. Conociendo el circuito, ¿se marca algún objetivo concreto?
– Me gustaría estar entre los 30 mejores. Con un gran día, intentar estar entre los 25. También es verdad que en un Mundial no corren 19 belgas, como en otras carreras. Es una carrera especial. Es la mejor del mundo y con la gente al mejor nivel. Eso lo hace todo muy complicado. El ciclocross es una disciplina que depende de tantas cosas, que si tienes un poco de suerte puedes hacer un gran resultado, como me pasó en Luxemburgo y, si no la tienes, irte muy atrás.
– Y de cara al Campeonato de España de este domingo, ¿pensar en el título es muy ambicioso?
– Hay que ser ambicioso siempre, pero también realista. Sabemos que Felipe está dos pasos por encima del resto. Luego han estado Ismael y Kevin. Tambien Aitor, pero ahora ha bajado un poco, pero yo he sido capaz de estar con ellos en este último mes. Con Felipe no he corrido y no tengo referencias, pero también es verdad que el año pasado él era el favorito y no ganó. Llego en mi mejor momento del año. Esas carreras las suelo afrontar con tranquilidad y es ahí donde la veteranía puede ser una virtud. Llego como quería, así que será la carrera la que decía.
– Después de tantos años, ¿se queda con algún rival en especial?
– ¡Han sido muchos! Parecía que a Larrinaga le iban quitando de en medio, pero siempre seguía ahí. Felipe está a otro nivel. No he podido competir contra él de tú a tú. Fue bonito poder batir a Hermida cuando apareció en el ciclocross. Murgoitio era físicamente muy bueno, pero había veces que fallaba psicológicamente. Aitor, por su forma de correr. Él sabía que me hacía daño saliendo muy fuerte a principio de carrera. No puedo quedarme con uno. Han sido muchos y de cada uno puedo decirte cosas buenas y malas en lo deportivo. Quizás, Hermida por el nombre que tiene. Campeón del Mundo y Olímpico. Es especial poderle ganar incluso sabiendo que él no estaba a su cien por cien cuando venía al ciclocross.
– Después de más de una década, ¿tiene muchos agradecimientos que hacer?
– ¡Muchísimos! En febrero haré una rueda de prensa donde sí quiero agradecer a todo el mundo. Pero está claro que la familia es lo primero. En mi caso, ha sido vital. Mi tío fue ciclista profesional y en mi casa se ha vivido el ciclismo de una forma muy especial. Ellos han tirado del carro para que yo ande en bici. Hoy es el día en que mi madre sigue haciéndome el tras-coche muchas veces. A la gente que se lo digo, se echa a reír. También está mi mujer. La gente del Club Ciclista donde empecé. En febrero hablaré de todos y les daré las gracias.