El otro día pude dar mi opinión en Radio Marca sobre la resolución de la Operación Puerto, que no fue muy diferente a la que expresamos hace una semana en este mal anillado cuaderno. Todo lo que se vincula a este caso es podredumbre y opacidad, nada es claro, y menos sencillo de entender. Ni siquiera la operación maquillaje que Carlos Arribas menciona en el corte de radio, “demostrar que en España las cosas sobre dopaje se saben resolver bien”, creo que logre el objetivo de toda esta pantomima.
A coalición de este fallo, he leído la entrevista que Fran Reyes le hace a Alejandro Valverde, entre vueltas, recién coronado podio del Giro y proclamado gregario de lujo para Nairo en el próximo Tour.
La primera pregunta de Fran es buenísima:
¿Cuántas entrevistas te han hecho esta semana?
“Ninguna” resuelve el ciclista. Curioso, es más, tremendo, uno de los nombres más vinculados a la OP, que incluso cumplió sanción, no ha recibido llamada alguna una vez la pesadilla llegó a su fin. La circunstancia me recuerda a la operación contra dopaje realizada estos días en Sabadell, que se hizo por una alarma venida de fuera, como si aquí estuviéramos con los ojos cerrados ante la realidad.
La entrevista sigue, y el periodista entra en la OP y todo lo que le rodeó. Valverde ya no tiene la contundencia de antaño proclamando su inocencia, incluso cuando su sanción fue fruto de procedimientos no muy claros por parte de las autoridades italianas. “Pues… Eso salió ahí y ya está. Yo he sido sancionado. No sé si ha sido una sanción más justa o menos justa, pero cumplí mis dos años y ya está”.
Dice que lo ha olvidado, y hace bien, porque recuerdo que los años anteriores a su sanción fueron un infierno en el que las ruedas de prensa eran auténticos interrogatorios con luz y taquígrafos para arrancarle una confesión respecto a los “papeles de Eufemiano”.
Artículo completo de Joan Seguidor aquí