Junto a la ciudad sede de los Juegos Olímpicos y el país anfitrión del Mundial de Fútbol, son muchos los ayuntamientos de grandes ciudades europeas que aspiran y suspiran por conseguir organizar el Grand Départ, ese grandilocuente nombre con el que Amaury Sport Organisation (ASO) bautiza la salida de cada Tour de Francia y que, por supuesto, no se ciñe exclusivamente al inicio de la primera etapa de la ronda francesa, sino que pivota alrededor de un enorme número de eventos de los que la carrera en sí, quizás, sea la menos importante.
Londres, que brindó en 2007 un Grand Départ que será recordado por muchos años por su éxito de público y su brillantez deportiva, tenía la intención de celebrar el décimo aniversario de aquella ocasión recibiendo, una vez más, al pelotón de la Grande Boucle y verlo partir hacia los más de 3.000 kilómetros que suelen recorrer hasta París.
Las negociaciones, como suele ser habitual, se suponían secretas, pero eran ampliamente conocidas por todo el mundillo ciclista. Ahora, cuando faltan menos de dos años para ese Grand Départ, Londres, que competía con Edimburgo, Manchester y varias regiones (que no ciudades) alemanas, se retira de la subasta.
Según una información de la BBC, esta decisión llega tras el anuncio de Transports for London (TfL) de que no podrá hacer frente al enorme desembolso económico que precisa acoger la prueba ciclista más importante del mundo. Como patrocinador, TfL ha garantizado una inversión de 6 millones de libras esterlinas (4,04 millones de Euros), muy lejos de los 27 millones de libras (36,4 millones de Euros) que fueron necesarios en el año 2007 para organizar este mismo evento.
Según las autoridades locales de Yorkshire, zona en la que se celebró el pasado año el último Grand Départ en tierras británicas, tuvo un impacto económico superior a los cien millones de libras esterlinas (135 millones de euros) en la economía local. Pese a ello, Leon Daniels, Director de Transporte en Superficie de TfL, ha asegurado que “para garantizar nuestra propia rentabilidad tenemos que tomar decisiones difíciles”.
Pese a tener muchas más ‘novias’ para organizar el Grand Départ, el enfado en la planta noble de ASO con TfL y las autoridades londinenses es, al menos, considerable. El motivo no es otro que, pese a entender la decisión de TfL, que se enfrenta a un escenario incierto después de que el gobierno de David Cameron haya anunciado unos más que probables e importante recortes en la inversión en transportes en todo el país, no comprenden porqué TfL ha esperado a oficializar este giro en las negociaciones hasta la pasada semana justo un día antes de que se fueran a firmar todos los contratos y documentos necesarios para cerrar la negociación y, por lo tanto, conceder a Londres el Grand Départ de 2017.
Ahora, y con un tiempo relativamente pequeño para replantear toda la cuestión, desde ASO deberán de comenzar unas nuevas negociaciones con otras ciudades que, esta vez, pondrán sobre la mesa de negociación su conocimiento de ser ‘segundo plato’ y, sobre todo, podrán jugar con el límite de tiempo del que dispone ASO para cerrar la cuestión. En este momento, Alemania, que no organiza una etapa del Tour de Francia desde 2005 y que ha vivido muchos años de espaldas al ciclismo, se erige como la principal opción.