Mucho se ha hablado sobre el punto de no retorno en el que la climatología debe de obligar a un organizador a tomar la decisión de cambiar el trazado o, incluso, suspender una carrera. Lo ocurrido el pasado año en el Giro de Italia o el plante de los corredores en Omán hace unas semanas son sólo dos de los últimos ejemplos de estas situaciones que vivieron, de nuevo, un punto culminante en la Tirreno-Adriático recientemente concluida. Un tema, sin embargo, muy delicado ya que se juntan muchos factores y, muchos de ellos, contrapuestos.
Mucho se venía hablando de la posibilidad de que los corredores contaran con un representante en ese órgano colegiado que debe de tomar las decisiones al respecto. Hasta el momento, en esa mesa se sentaban el organizador de la carrera, el jurado de la UCI y un representante de los equipos. A ese triunvirato se unirá ahora un actor más: el representante de los corredores.
Esta ha sido la decisión que se adoptó ayer viernes en una reunión de la UCI mantenida en Milán y que comenzará a ser efectiva en la temporada 2016. A esta reunión en la que se adoptó tan histórico acuerdo asistieron Luuc Eisenga por parte de los equipos, Jean-François Pescheux y Mauro Vegni en representación de los organizadores y David Millar como encargado de hacer oír la voz de los corredores.