10. El icónico triplete de Jumbo en París Niza
Se estaba desperezando la temporada ciclista como quien dice cuando el equipo Jumbo Visma regaló una de esas imágenes que es difícil encontrar más allá de un videojuego. Era la primera etapa de la París Niza 2022, una jornada que terminaba en Mantes-la-Ville y que tenía escondida una trampa en forma de repecho cerca del final. Fue ahí, cuando ya nadie lo esperaba, donde el trío formado por Christophe Laporte, Wout Van Aert y Primoz Roglic se liaron la manta a la cabeza, endurecieron al límite el ritmo del grupo y se quedaron completamente solos en cabeza de carrera.
En perfecta sintonía cubrieron los últimos kilómetros de la etapa, dándose relevos muy bien organizados y demostrando un potencial que no era más que un llamado de atención a lo que íbamos a vivir durante el resto de la temporada. Con una sonrisa dibujada en los rostros de los tres ciclistas, Christophe Laporte, el que menos oportunidades tiene durante el año de buscar sus opciones de triunfo, cruzaba la meta en la primera posición, mientras Roglic y Van Aert completaban un triplete absolutamente memorable. Un equipo por el que muchos apostarán en múltiples frentes de la inminente temporada 2023.
9. El Tour Femenino renace con protagonista de excepción: Van Vleuten
Que algo estaba cambiando en el ciclismo femenino era una evidencia ya en los últimos años, pero la trascendencia del Tour de Francia ha sido el punto culminante de esta nueva tendencia. ASO reinventaba el Tour y lo hacía a lo grande, justo después del masculino, con ocho etapas y un fin de fiesta montañoso con la Planche des Belles Filles como traca final para una carrera que, con apenas un año de existencia, ya se ha consolidado.
A ello contribuyó el maravilloso espectáculo ofrecido por todas las corredoras en general y por la neerlandesa Annemiek Van Vleuten en particular. La ciclista de Movistar, la mejor del mundo y una de las mejores de la historia, regaló dos exhibiciones antológicas en ese fin de semana final, ganando ambas etapas, la primera de ellas tras una cabalgada marca de la casa que sentenció la carrera y la segunda demostrando ser la reina indiscutible.
Brilló de amarillo en Francia como lo hizo justo unas semanas antes de rosa en el Giro y como haría semanas después de rojo en La Vuelta. Una temporada perfecta, casi irrepetible, en la que se ha llevado las tres grandes y en la que ha demostrado que su voracidad y su talento no tienen parangón.
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8. La cabalgada de Van Baarle en Roubaix
Camino al velódromo de Roubaix se vivió otra jornada de ciclismo para la historia, como casi siempre ocurra en una carrera que nunca hace prisioneros y que tiene ese punto de majestuosidad, epicidad e imprevisibilidad que la hace única en el calendario. Mientras unos suspiran por ese adoquín, otros la califican de ‘Infierno del Norte’, pero el aficionado ama la Roubaix como a ese amor secreto del que nunca se habla.
No fue una excepción la edición de 2022, convertida en una carnicería casi desde salida gracias a un corte formado por el equipo Ineos y que pilló a contrapié a los eternos siempre favoritos: Van der Poel y Van Aert. Desde ahí, más de 200 kilómetros de idas y venidas, de pinchazos, ataques, crisis… y una cabalgada final de Van Baarle que acabó con todos, incluidos los mencionados Van Aert y Van der Poel, además de un Mohoric inmenso que llegaba a Roubaix después de haber ganado en San Remo.
7. El cara a cara entre Pogacar y Enric Mas en el adiós de Valverde
Costó encontrar la mejor versión de Enric Mas en este recién acabado 2022. Hubo que esperar hasta agosto, con la llegada de La Vuelta, para ver esa versión extraordinaria del balear después de meses de caídas, dudas y miedos. Pero Enric llegó a tiempo, acabó segundo en la Vuelta y puso contra las cuerdas a Pogacar en Lombardía, ese último Monumento destinado a los grandes escaladores y que el esloveno ya ha conquistado en dos ocasiones.
Mas lo probó una y otra vez, ataco y contraatacó en las rampas del Civiglio y llevó al límite al doble ganador del Tour, que resistió y sacó su fortaleza en el sprint final, donde se impuso al ciclista español, con Mikel Landa siguiéndolos en un podio de sabor nacional.
La carrera italiana, además, sirvió para que se despidiera del profesionalismo una de las grandes leyendas ciclistas del Siglo XXI, Alejandro Valverde, que se fue estando en el lugar en el que estuvo durante dos décadas, entre los mejores y resolviendo, como tantísimas otras veces, el sprint de un reducido grupo de corredores.
6. Van der Poel reina en Flandes ante un descomunal Pogacar
La polivalencia mostrada por Pogacar en este 2022 ha sido uno de los grandes descubrimientos de su temporada, pese a la derrota en el Tour de Francia. El esloveno lo ha intentado todo y en todos los terrenos, una actitud que eleva su categoría como ciclista y lo sitúa, pese a su juventud, en uno de los más grandes de todos los tiempos ya en estos momentos.
Y prueba de su polivalencia fue la exhibición que ofreció en las colinas del Tour de Flandes, en ese Viejo Kwaremont, ese Patterberg… esas rampas donde Sagan, Boonen o Cancellara escribieron algunas de las páginas más gloriosas del ciclismo moderno.
Ahí lo intentó una y otra vez Pogacar, buscando su tercer Monumento diferente y solamente Van der Poel, y muy a duras penas, pudo resistir el empuje y unas piernas impresionantes del de UAE Emirates Team. Supo aguantar a su rueda, soportar cada uno de sus ataques y ganar su segundo Tour de Flandes en un sprint final que dejó sin premio al mejor corredor de la carrera, al más ambicioso y al que más mereció un triunfo que deberá seguir buscando.
5. Dos Arcoiris para la historia: Evenepoel y Van Vleuten
Cada temporada ciclista tiene en los Mundiales en Ruta uno de los momentos más esperados e imprevisibles del calendario. Se deja de correr por equipos comerciales y se hace defendiendo los colores de cada país. Los rivales habituales pasan a ser compañeros y los compañeros pasan a ser rivales. Gracias a ese contexto se han visto actuaciones tan portentosas como irreconocibles y el de 2022 en Wollongong (Australia) no fue una excepción.
La ruta masculina la destrozó ese joven belga llamado Remco Evenepoel y que ha ha sido en 2022 cuando ha puesto sobre la mesa todo el potencial anunciado y todas esas cosas que fue demostrando en las categorías inferiores. La guinda del pastel fue este arco iris logrado como más le gusta ganar a él, arrancando desde lejos, mostrando superioridad y triturando a todos sus rivales de cabalgada. Nadie pudo hacer sombra en una exhibición casi sin precedentes en una carrera como el Mundial.
De guion totalmente diferente fue el agónico triunfo de Van Vleuten en la ruta femenina; una victoria forjada en el carácter, el inconformismo y una lectura de carrera formidable. Visiblemente lesionada por la caída que sufrió apenas unos días antes en la contrarreloj por equipos del mismo mundial, las flaquezas de la neerlandesa se hicieron más que plausibles en varios momentos de la carrera, sin embargo, tenaz como ninguna otra, la del Movistar nunca desconectó, nunca escatimó un esfuerzo y entre esto y la pasividad y las dudas surgidas entre las más fuertes del día, encontró el premio de la única manera posible. Arrancó por el córner dentro del último kilómetro y acabó levantando los brazos al cielo en una de las victorias más épicas de su vida. Que ya es decir.
4. Ayuso y Rodríguez exponen virtudes en La Vuelta
La Vuelta a España sirvió para descubrir muchas cosas, muchas más de las esperadas al inicio de la ronda española. A la mejoría de Enric Mas se unió la excelencia de Remco Evenepoel, que demostró en la carretera que sí puede con las grandes, una duda que planeaba en el ambiente después de su intentó sin suerte del Giro de Italia del año anterior. Apenas mostró carencias visibles el joven belga durante las tres semanas de competición. Y tuvo que enfrentarse a rivales como Mas, como Roglic, como Hindley, Carapaz…
Pero al margen de ello, La Vuelta puso en el foco a las dos grandes promesas del ciclismo patrio: Juan Ayuso y Carlos Rodríguez. Los dos mostraron aptitudes y actitudes de grandes ciclistas, especialmente el valenciano, que terminó logrando un inolvidable podio con el que nadie contaba y que se ganó él solo a base de buenas actuaciones. Y no solo eso, sino que fue capaz de ir a más durante la carrera, algo difícilmente imaginable teniendo en cuenta que las expectativas apuntaban a que, tal vez, podría hacérsele larga la carrera.
A ese desparpajo hay que unirle la solidez de Rodríguez, a quien apartó de pelear por el podio una dura caída que lastró parte de su nivel en las últimas dos o tres etapas. Antes de eso, el joven de Ineos siempre demostró ser capaz de estar con los mejores, tanto en la media como en la alta montaña y también en la lucha contra el reloj. Se terminó consolidando como líder de un equipo que salió a la carrera con ciclistas como Sivakov o Carapaz.
3. Hindley sacude el Giro en las rampas de la Marmolada
En un Giro atípico y de perfil bajo, todo se reservó para el último día, e incluso podría decirse, que para la última subida de la carrera. Fue el misticismo de la Marmolada, del Passo Fedaia, el que puso a cada uno en su sitio, en el sitio que mereció y que durante tres semanas todos fueron ocultando detrás de alguien o a la rueda de alguien. Hindley fue el mejor ciclista de la carrera y Bora el mejor equipo. Lo que tuvo que darse antes, acabó mostrándose en esplendor en esas rectas infernales del coloso dolomítico.
Hasta entonces, vistió de rosa un Richard Carapaz de mínimos, apoyado más en un apellido ilustre que infunde respeto que en unas piernas superiores a sus rivales. Por el camino hasta esa explosión final, el covid se llevó por delante a Almeida, una caída entorpeció a Simon Yates, Nibali renació de sus cenizas un par de veces, Valverde mostró piernas y talento en el año de su retirada y Landa certificó un segundo podio que llevaba tiempo buscando en Italia.
Pero fue en Fedaia cuando Hindley ajustició a Carapaz y lo torturó hasta el infinito. A ritmo, con sus compañeros haciendo labor de equipo y con él erigiéndose en protagonista principal y conquistando un Giro que tal vez ya mereciera en 2020, cuando la pandemia juntó Giro y Vuelta en el calendario y Tao Geoghegan Hart acabó ganándole el mano a mano final. Esta vez, el australiano se tomó su venganza personal ante el equipo británico en la dureza de uno de los puertos más emblemáticos del ciclismo mundial.
2. Evenepoel recupera el mito de la Redoute
Lieja Bastoña Lieja había ido perdiendo parte de su magia en los últimos tiempos. Antaño fue una carrera de final incierto, igual podía terminar con los ciclistas llegando de uno en uno como podía ser un grupo reducido o incluso en un pequeño pelotón, pero el conformismo instalado en la última década, donde todo se reducía al final había quitado parte de su magia a una carrera con un desnivel acumulado por encima de los 4.000 metros y una clásica donde la dureza siempre había sido una de sus notas predominantes.
Pero esta nueva generación de ciclistas está acabando con todos los malos presagios que acompañaban a los ciclistas y uno de los líderes de esta hornada es el belga Evenepoel, quien recuperó el mito de la Redoute en 2022 con un ataque de otra época, sin mirar atrás y justo después de coronar una de las colinas más duras de la carrera. Con su compañero Alaphilippe habiendo abandonado tras una dura caída, el joven arrancó con fuego en los ojos y se puso a rodar como lo que es, uno de los mejores del mundo.
Nunca necesitó un relevo, un ánimo extra. Nada ni nadie pudieron hacerle sombra en su cabalgada hasta la meta para el delirio de un público local que disfrutó de cada pedalada del gran talento belga. Evenepoel se impuso a lo grande, celebró siendo consciente de su exhibición y, como él mismo reconocería meses después, esta victoria fue «un punto de inflexión» no solo en la temporada sino en toda su trayectoria. Una victoria más de autor que nunca.
1. Vingegaard revienta el Tour entre el Galibier y el Granon
El gran momento del año ciclista tuvo lugar en el mes de julio y en la carrera más grande de todas, el Tour de Francia. Seguramente se ha visto en 2022 la mejor edición del siglo y una de las mejores de todos los tiempos. Y mucha culpa de ellos la tuvo la versión más ganadora del equipo Jumbo Visma y la actitud de un Pogacar que no se conforma con nada, que ataca, ataca y vuelve a atacar.
Claro que todo esto tuvo su punto álgido en esa legendaria etapa camino del Granon y que encontró en las rampas del Galibier su mejor aliado. Fue ahí donde Roglic y Vingegaard se encargaron de ofrecer una clase maestra de cómo se derroca a un líder haciendo trabajo en equipo. Sus constantes ataques, uno detrás de otro, una vez Roglic, otra Vingegaard. Y así hasta el infinito. No tuvo tiempo ni de pestañear el entonces líder Pogacar, que se defendió en el Galibier pero que terminó sacando la bandera blanca en el Granon ante el ataque final del danés Vingegaard.
Ahí construyó una victoria única en el Tour de Francia, fue ahí donde derrotó de verdad a Pogacar, que sufrió la única gran crisis de su carrera merced a ese ciclismo que siempre reclamamos, valiente, ofensivo y de equipo. Vingegaard y Jumbo desnudaron al esloveno, que no se rindió nunca y se pasó diez días de carrera buscando darle la vuelta a la situación, pero siempre se encontró con Vingegaard pegado a su rueda.