No hay año que pase sin que las competiciones de UCI sean objeto de un cambio tan innecesario como ilógico. Y este año es el sistema de competición de la persecución por equipos el que sufre una incomprensible modificación, cuyas absurdas consecuencias pudimos vivir este fin de semana en la Copa del Mundo de Guadalajara con la selección neerlandesa.
Antes de entrar en detalle, hay que remontarse a 2010 cuando la UCI decidió eliminar del programa olímpico determinadas disciplinas tradicionales como persecución, puntuación o madison y sustituirlas por el omnium con el fin de ‘aligerar’ –eufemismo- la competición ciclista en los Juegos. Sin embargo, la reducción de medallas venía acompañada de unos efectos colaterales, de un programa más ‘cargado’ e incomprensible en la persecución por equipos, con tres series de competición para las ocho primeras selecciones en vez de las dos como máximo que debían afrontar los cuatro mejores equipos.
Regresemos a 2014, cuando la UCI decide sacar también las pruebas no olímpicas del programa de las Copas del Mundo –donde hasta ahora no entraban todas en los tres días de competición pero sí se iban rotando a gusto de cada organizador- y adaptar el injustificable programa de competición de los JJ.OO. Y eso que no voy a hablar de lo que supone tener que clasificarse para el Mundial en pruebas menores en dichas disciplinas ‘de segunda’… y en las que España tiene las mayores opciones de medalla.
Total, que anteriormente en la persecución la mayor parte de las selecciones tenían una sola intentona –fallo mecánico aparte-, con las dos mejores enfrentándose posteriormente en la final y las dos siguientes, en la consolación por el bronce. Suficiente, aunque un mal día podía traducirse en un resultado injusto. Pero el deporte es así.
Ahora el sistema toma en cuenta los ocho mejores tiempos para hacer los cruces de primera ronda: primero-cuarto, segundo-tercero, quinto-octavo y sexto-séptimo. Los ganadores de las dos primeras mangas compiten por el oro y la plata. Pero del resto (los dos perdedores de esas mangas incluidos) no se determinan los puestos, sino los tiempos para hacer ya un tercer cruce que determine tercero y cuarto puesto, quinto y sexto, y séptimo y octavo. Absolutamente innecesario.
La selección neerlandesa, que en la clasificatoria, hizo el mejor tercer tiempo, se hubiera visto por el sistema antiguo abocada a la lucha por el bronce. Pero con el nuevo, la intoxicación alimentaria de sus corredores se tradujo en una nefasta marca de 4:18 que la relegó a la lucha por la séptima y octava plaza, y una tercera serie de castigo, precisamente ante España, que se aprovechó para mejorar un puesto.
Con el sistema antiguo, el resultado hubiera sido AUS-GBR-SUI-NED–NZL-GER-DIN-ESP. Con el nuevo, AUS-GBR-GER-SUI-NZL-DIN-ESP-NED. Es decir, que Alemania es la única selección que mejora sensiblemente al esforzarse en la segunda ronda, mientras que Países Bajos paga muy cara una situación ajena a la competición.
Y mientras el público en pista tragándose tres rondas de competición en persecución por equipos –algunas tan kafkianas como el Gran Bretaña-Países Bajos con los británicos ‘jugando’ solamente a terminar, ya que les valía cualquier registro mejor que ese 4:18 de los neerlandeses- en vez de una competida carrera a los puntos.