La banca siempre gana. Esa es la máxima de cualquier casino y, claro, es una verdad absoluta en una ciudad como Las Vegas donde el próximo jueves arrancará la Copa del Mundo de ciclocross. La ciudad del juego, de los imitadores de Elvis (incluso de cuando el Rey se intentaba imitar a sí mismo), de los grandes combates de boxeo, de un gran premio de Fórmula 1 celebrado en el párking del Caesars Palace… una ciudad, al fin y al cabo, de excesos e imposibles. Tan imposible parece todo como el mero hecho de que en medio de ese enorme desierto de Nevada el hampa y unas autoridades cuanto menos laxas con la aplicación de la ley durante décadas fueran capaces de levantar The Strip y todo lo que lo rodea.
Sea como fuere, la capital mundial del matrimonio se ha convertido en el punto de partida de la Copa del Mundo de ciclocross y este año, por primera vez, la challenge de la UCI contará con una segunda prueba americana en Iowa antes de volver a Europa, territorio natural de la especialidad invernal.
Después de que el ausente Mathieu van der Poel, que sigue recuperándose de la doble operación de rodilla, obligara con sus quejar a Brian Cookson a reconocer que el único motivo de llevar la competición al otro lado del mundo es el dinero, la mayoría de los actores del ciclocross se han sumado a las quejas del corredor holandés poniendo en tela de juicio que esta aventura americana tenga algún beneficio económico para alguien más que la propia UCI y los organizadores. Dicho de otro modo: se sienten obligados a jugar en una ruleta que saben trucada por los dueños.
Este sentimiento, que es muy similar al que llevó a los equipos World Tour a boicotear la prueba de contrarreloj por equipos del mundial de Doha, ha cundido entre la mayor parte de los corredores y responsables de equipo y, por supuesto, podría ser la primera algarada de una futura revolución que lleve a los grandes a plantarse ante la UCI como ya hicieran sus compañeros ruteros.
Bart Wellens, manager del Team Steylaerts, fue uno de los primeros en levantar la voz de alarma junto a Van der Poel y aseguró que “los costes para poder estar aquí son demasiado altos”.
Jurgen Mettepenningen, mánager general del Marlux-Napoleon Games fue el más claro a la hora de hacer las cuentas. “Nosotros hemos venido a América con tres corredores, un director deportivo y tres mecánicos. En total, este desplazamiento para dos carreras me va a costar 25.000 euros y no recibo absolutamente ningún retorno comercial ni financiero por esta inversión. Mis patrocinadores no tienen ningún interés comercial en Estados Unidos y las carreras se disputan en un horario en el que en Bélgica no hay nadie viendo la televisión”. Y, como ya sucedió en la ruta con la polémica de la contrarreloj por equipos mundialista, Mettepenningen apunta directamente al máximo organismo mundial: “además, la UCI no quiere hacerse cargo de ninguna parte de los costes. Por fortuna, con el de Iowa hay una segunda prueba de la Copa del Mundo y eso hace que, al menos a nivel deportivo, el viaje tenga un pequeño sentido”.
Wellens está de acuerdo con su colega en que “efectivamente, esa segunda prueba mejora el interés deportivo del viaje”, pero añade que “las dos carreras están innecesariamente lejos la una de la otra y eso sólo añade más costes al viaje”. El que fuera uno de los corredores más importantes de su generación y ahora al frente de un equipo modesto explica que “para los grandes nombres como Wout Van Aert esto no es ningún problema. Él sabe que conseguirá un buen resultado y, por lo tanto, recibirá un buen retorno económico [gracias a los premios, N.d.A.], pero para los que no son tan grandes este viaje es una apuesta económica”.
Para mostrar hasta que punto este desplazamiento roza, para algunos, lo absurdo está el caso de Gianni Vermeersch, pupilo de Welles y que se tiene que pagar el viaje de su propio bolsillo. El corredor asegura que “he tenido que gastarme más de 3.000 euros para poder correr estas carreras. Por suerte, he podido llegar a un acuerdo y contar con los servicios del mecánico de un equipo amigo como Beobank-Corendon porque, de lo contrario, habría sido absolutamente imposible venir. Incluso con mis gastos actuales, necesito conseguir dos muy buenos resultados para conseguir recuperar la inversión”. Echando un vistazo a la lista de premios de la UCI para sus pruebas de la Copa del Mundo, Vermeersch necesitaría ser, al menos, dos veces sexto para recuperar su inversión.
Con todo esto en mente, Vermeersch reconoce que “el único motivo por el que tomamos parte en estas pruebas es para seguir teniendo opciones en la clasificación general de la Copa del Mundo. Si no vienes aquí, puedes olvidarte de la Copa del Mundo. Además, en estas pruebas se reparten muchos puntos UCI y esos son muy importantes porque determinan en qué puesto tomo la salida en cada carrera”.