Los mimbres de Esteban Chaves

Chaves, en brazos de un colega © RCS

Chaves, en brazos de Bewley © RCS

Esteban es de Bogotá, de la zona occidental de la ciudad, donde, de hecho, la población de ciclistas aficionados, profesionales locales y aspirantes es inmensa. Esa particularidad geográfica es a veces incomprensible. Tengo mis hipótesis sobre las razones, pero la verdad, sorprende.

Aunque sean del mismo país Esteban presenta unos rasgos muy diferentes de otros ciclistas, como por ejemplo Nairo Quintana, quien es de la zona de Boyacá, un lugar que ha conservado la apariencia indígena de las gentes precolombinas. De ahí la diferencia.

Las raíces de Esteban tienen ascendencia ciclista: es el hijo de un aficionado al ciclismo como pocos. Don Jairo, su padre, respira ciclismo, lo practica y hasta ha competido en las categorías senior y senior-master. Conozco bien la disciplina y el amor del hogar de Esteban, por eso lo que es hoy puede sorprendernos. Son gente de origen humilde, de clase media-baja, pero trabajadores honestos.

Eso es importante, porque sociológicamente hay una condición importante en el ciclista colombiano y es su gen de trabajador incansable, madrugador y que soporta grandes dosis de sufrimiento para “salir adelante”.

Esteban viene, como todos los ciclistas de Colombia, de una base que no recibe ningún apoyo. Crece entrenando en un velódromo arcaico, al aire abierto, a veces en malas condiciones, financiado por su familia, pero nada que se parezca a un entorno cómodo para formarse como deportista. Ha quemado su juventud viajando en buses destartalados hacia las carreras, solo, para ahorrar gastos, desde muy joven.

Chavo hizo pista y siempre le fue bien. Pronto llamó la atención de personas inteligentes y con visión (también sirve cuando el padre sabe guiarlo a uno por el laberinto que es el ciclismo colombiano), que lo fueron llevando bien por el la carretera.

Artículo completo de y en Joan Seguidor

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