Redacción / Ciclo 21
El húngaro Istvan Varjas saltó del anonimato cuando se erigió como el pionero, especialista y fabricante de motores ocultos en las bicicletas, tecnología existente desde 1998 pero que de momento no se ha demostrado su uso en el ciclismo profesional. El único caso es la de la tristemente famosa y sancionada sub-23 belga Femke Van den Driessche. Y en pleno Tour de Francia -que junto a la UCI está obsesionado en la búsqueda de estos artilugios tramposos en el pelotón– ha hablado para afirmar que «por el momento no existe un método de detección perfecto» a pesar de las tabletas térmicas que usan los comisarios en los controles durante las competiciones.
«Las cámaras térmicas no son siempre eficaces, porque si los ciclistas saben que les están controlando, desconectan el sistema y le dejan tiempo para que se enfríen y ser así invisibles» explicó en una entrevista al medio húngaro index. No obstante el Tour ya dijo que los controles se harían por sorpresa lo que eliminaría esa opción.
«Los ciclistas no hacen trampas solos. A menudo, los motores están escondidos en las ruedas y controlados a distancia, desde un coche, por ejemplo». Varjas añade como solución para detectar el fraude «definir el rendimiento máximo de un corredor en un tramo definido (de montaña), y si un corredor lo sobrepasa en un 5%, el control se antoja evidente…».
El ingeniero deja entrever algún contacto indirecto con alguna formación elite UCI. «Nunca se me ha acercado abiertamente un equipo o un ciclista profesional«, quien sin embargo asegura los exciclistas Eddy Merckx y Greg LeMond o el piloto de Fórmula 1, David Coulthard han comprado sus exclusivas y caras bicicletas de un precio no inferior a los 9.000 euros. «Y el que prefiera aplicar dos motores el precio sale por 25.000 euros«.
Hasta 400 vatios de potencia puede generar el invento, pero los profesionales «no necesitarían tanto, solo 40 o 50 vatios, pero les supondría un 10% de incremento en su rendimiento con un motor mucho más reducido que el que monto yo. Es un negocio enorme en donde muchos están involucrados. Creo que pronto veremos con claridad quiénes son exactamente».
También llega a afirmar que los motores son utilizados «en las marchas cicloturistas italianas de gran fondo que los participantes portan en secreto» y acaba defendiendo su trabajo. «Esta tecnología es ilegal cuando se utiliza en competición. Yo soy un fabricante, yo produzco y vendo, pero no sé dónde acaban mis productos».