Largas horas de entrenamiento. Cuidado exquisito con la dieta. Mantener el organismo sano a pesar de los viajes y las bajas temperaturas. Contar con el material siempre a punto. Tomar siempre las decisiones adecuadas en el momento preciso. Ser capaz de no cometer errores cuando el cansancio comienza a nublar el pensamiento. Y, por supuesto, tener suerte. O, al menos, no tener mala suerte. Que es lo mismo, pero muy distinto. Porque en el deporte, en el ciclismo, la suerte no le regala a nadie un triunfo o un gran resultado, pero la mala suerte si puede hacer añicos el sueño, el objetivo, por el que tanto se ha luchado.
Ayer Lucía González (Nesta) se topó con una enorme ración de mala fortuna que arruinó por completo una carrera en la que tenía puestas muchísimas esperanzas y en la que, como quedó demostrado a lo largo de la misma, llegaba con unas piernas excelentes. Una montonera en la primera vuelta le hizo perder un tiempo precioso. Su 21º puesto final, dadas las circunstancias, ha de ser considerado como un gran resultado, pero lo cierto es que, comprobando tiempos por vueltas y sensaciones, el sabor amargo es el que predomina. Había piernas y circuito para más. Quizás, como reconoce la propia corredora, para algo importante. La asturiana, que como todos los deportistas no es amiga de elucubrar sobre posibles y huye del ciclismo-ficción no puede más que reponerse del golpe y centrarse en una temporada en la que la veremos, antes de final de año, en Loenhout (28 de diciembre) y Bredene (29 de diciembre) antes de tomarse un pequeño respiro para encadenar el Campeonato de España (13 de enero), las citas de la Copa del Mundo de Pont-Château (20 de enero), Hoogerheide (27 de enero) y el Mundial de Bogense (3 de febrero).
No han pasado ni 24 horas desde la fallida experiencia de Zolder y la de Nesta explica que “sabía que llegaba muy bien. Zolder es un circuito que se me ha dado bien todos los años. Quizás, el que mejor se me da y el que más me gusta. Sabía que la salida era muy importante y conseguí salir bastante bien, pero vi cómo Annemarie Worst se desestabilizaba. Empecé a frenar y no me caí encima de milagro”. Desde ese momento, el día se torció. “Las parrillas de féminas son muy grandes y se hace muy complicado entrar bien. Es muy difícil rodar y durante las primeras vueltas no pude ir cómoda porque tenía mucho tráfico en todas las curvas y mucha gente por todos lados. Fue una pena”, sentencia la corredora asturiana.
Zolder: buena estrategia, mala fortuna
Y, mientras que en otras ocasiones se puede decir que una se busca la mala suerte, la estrategia seguida ayer por Lucía González en la parrilla de salida parecía perfecta a todas luces. Nada que se le pueda objetar. “Salí desde la tercera fila, pero en la fila de Worst. En Zolder me gusta salir hacia la derecha, pero sólo tenía dos huecos y elegí el que se me abrió más a la derecha. Sabía que Worst siempre sale bien y creía que era una buena rueda”, explica. “De hecho, salí bien llegando a pasar a gente que salía desde la segunda fila. Con la apurada de frenada podría haber hecho una buena salida. Pero son cosas que no puedes controlar. Lo bueno es que no me llegué a caer, pero tardé tiempo en esquivar la montonera y eso, en una salida con tanta gente, te metes en puestos muy traseros donde hay mucha guerra en la que no se respeta nada y hay que buscarse la vida para pasar”.
Pasando página por esa desafortunada circunstancia de carrera, González analiza de forma positiva las sensaciones que tuvo en un circuito, el de Zolder, que siempre ha obligado a los corredores a poner las cartas sobre la mesa. Es un trazado en el que es complicado esconderse o engañar. Si se llega bien, se hará una buena carrera. Si se llega mal, es imposible esconderlo. La asturiana, pese a todo, reconoce que el paso dado respecto a campañas anteriores es positivo. “Creo que sí. El año pasado acabé la 21ª, pero en circunstancias muy diferentes. Salí bien, no cometí errores, pero tuve la sensación de llegar vacía a meta. Ayer, sin embargo, tuve la sensación contraria. Llegué a ir la 45ª en la primera vuelta, en la que regalé un minuto. La Copa del Mundo femenina está tan igualada… ¡y yo no tengo el nivel como para andar regalando minutos por ahí! [ríe]. Me dio mucha rabia porque cuando empecé a rodar sin tráfico e ir más cómoda, la verdad es que me encontré muy bien, pero ya era mitad de carrera. Creo que podría haber sacado algo bonito, pero no salió. Al final, los y si… no valen de nada, pero me quedo con la sensación de que podría haberlo hecho mejor”.
El duelo con Nuño y el equipo Nesta, base de su mejora
El invierno que nos está llevando de 2018 a 2019 está siendo marcado, en términos de ciclocross femenino español, el del enfrentamiento entre Aída Nuño y Lucía González, algo que no sólo está haciendo las delicias de los aficionados sino que, como reconoce la corredora de Nesta, está provocando que ambas estén alcanzando un nivel como nunca antes. “Las dos estamos progresando. Ningún fin de semana te puedes dormir. Estamos teniendo carreras muy luchadas cada semana porque tenemos un calendario muy parejo y todo eso nos está haciendo no dormirnos en los laureles y progresar. Ninguna de las dos se está conformando con ganar a la otra, sino que buscamos progresar, venir aquí y no conformarnos con ser la mejor española, sino intentar sacar el mejor resultado posible”. Una competencia, al fin y al cabo, que está permitiendo a las dos crossers más destacadas del momento en nuestro país a acercarse un poco más a las grandes figuras del pelotón internacional. “Todo ayuda”, sentencia González, “y este año estamos muy cerca la una de la otra y yo estoy llegando a menos tiempo de cabeza que nunca y todavía tenemos margen de mejora para sacar mejores resultados”.
Otro de los factores que está permitiendo a González mejorar respecto a campañas anteriores es, por supuesto, disfrutar de la comodidad que ofrece estar enrolada en el Nesta, el segundo equipo UCI creado en España tras el Delikia-Ginestar de Orts, Esteban y Lloret. Contar con esa infraestructura permite a estos corredores, como reconoce la propia González, poder estar centrados al cien por cien en su trabajo, que es el de cuidarse, entrenarse y competir. “Otros años empezaba la temporada y no sabía qué iba a correr. Este año ya tengo un calendario bien planificado y me estoy pudiendo dedicar a ello más que nunca”. Esa indefinición del calendario provocaba, además que “otras veces invertía más tiempo a hacer un calendario de carretera más intenso, terminaba muy cansada y cuando llegaba al ciclocross me costaba arrancar. Este año lo he podido enfocar al revés. El final del año de carretera lo hice pensando en el ciclocross”. Y a todo ello se une “la motivación de poder devolverle la confianza que han depositado en ti en este proyecto. Son un cúmulo de circunstancias que te ayudan a dar un plus. Considero que la cabeza es muy importante a la hora de dar pedales y esa motivación es fundamental”.
Pese a que asegura que se tomó el calendario rutero pensando en la campaña invernal, González acumuló una enorme cantidad de días de competición con el Bizkaia Durango, que la llevó a su segundo Giro de Italia. “Al final he terminado con algo más de 80 días de competición… ¡ha sido mi año más intenso! De todas formas, yo necesito competir y de momento, me va bien”. La asturiana explica que “de cara a 2019 no sé qué haré en carretera. Primero quiero terminar la temporada de ciclocross, que este año acabará en febrero y tomarme una semana de vacaciones para desconectar de la bici. Luego empezaré con la carretera, pero dependemos de las invitaciones de los organizadores, así que hasta que no tengamos un calendario más o menos claro no se pueden fijar objetivos. El plan es hacer la primera parte de la temporada, meter un descanso como el del año pasado, que paré después del Giro y me vino muy bien para que no se me junte todo. El final de temporada querría hacerlo pensando en el barro”.
Así pues, esa competencia con Aída Nuño, las comodidades que le ofrece estar enrolada en una estructura como Nesta, la evidente mejora en sus condiciones y ese margen de mejora que sigue teniendo, permiten a González pensar en poder dar ese pasito que le falta para poder meterse de forma regular en el top10 y aspirar a grandes cosas en el panorama internacional. “Ese es el gran objetivo. El primer año que vine aquí me di cuenta que no estaba acostumbrada a los circuitos, buena parte de la técnica no la dominaba, la arena me superaba, las rodadas también… Año a año me voy sintiendo más cómoda en estos circuitos. Aprendes a rodar con más gente porque, al final, en España somos menos y no tienes que defender tanto tu posición. Viendo los resultados de carrera, si analizas a cuánto llegaba de cabeza otros años y a cuánto llego ahora, te hace ser optimista. Si eres capaz de bajar 40 segundos en un circuito, te metes ahí. Entrar entre las diez primeras ahora lo ves cerca, cosa que otros años lo veías inalcanzable o algo muy lejano. Ir en carrera mano a mano con gente que considerabas que eran superiores, que disputaban Copas del Mundo, es algo que motiva. Te dices, si esta puede, yo también”.
Ilusionada con el Mundial de Bogense
Si obviamos el 16º puesto obtenido en Hoogerheide, a una semana del Mundial de Valkenburg, el circuito de Bogense (Dinamarca) le dio a González el mejor resultado internacional de la pasada campaña. En el que será el escenario del Mundial de 2019, consiguió el segundo top20 de su carrera en Copa del Mundo (tras el 18º de Valkenburg en 2015), lo que no puede hacer más que despertar el optimismo de cara a la cita mundialista que espera dentro de algo más de un mes. “Bogense el año pasado se me dio bien y eso que tuve una caída al final de carrera que me hizo llegar algo justa a final de carrera. Iba rodando entre las 16ª-17ª y luego me cogió un grupo por detrás. Se me hizo un poco larga la última vuelta. Es un circuito rápido, pero habrá que ver qué nos encontramos en febrero. Creo que hará muchísimo frío porque está al lado del mar lo que hará que, si no nieva, el terreno estará duro y será una carrera rápida. No se debería dar mal”.
Pero antes de eso, llegará el Nacional, una prueba que este año se disputará en Pontevedra y que será uno de los grandes objetivos del año de la asturiana. Por ello, “estuve visitando la zona del circuito del Campeonato de España y creo que será un circuito chulo. Tiene buena pinta. Será una carrera rápida y difícil, como todos los campeonatos y todas las carreras esta temporada. Yo llego con ganas y creo que con buena condición. Después de esta gira navideña, con cuatro carreras en una semana, habrá que volver a casa para recuperar y entrenar para llegar en el mejor estado posible”. Un nacional en el que, reconoce, parece que la pelea estará, de nuevo, protagonizada por ella misma y Aída Nuño. “Creo que este año sí hay una buena diferencia entre nosotras dos y el resto, pero es verdad que habrá una lucha muy interesante por el título sub23 porque es una categoría con más gente y con una lucha más abierta. Además, es un circuito muy rápido en el que los errores se pagarán caros, así que habrá que tratar no cometer errores y no tener averías”.
En cuanto a su futuro, González no cree que vaya a tener que elegir entre ruta y ciclocross, categoría en la que en España es más difícil ganarse la vida, pero en la que parece estar progresando más que en la carretera. “Es una cuestión de calendario”, explica. “El ciclocross son cuatro o cinco meses y tienes que hacer ruta. Creo que es algo que me viene bien. Me da ritmo y poder competir internacionalmente en ruta te da ritmo. Por cuestiones deportivas, me viene bien hacer ruta”.