Luis León Sánchez (1983, Astana) ha sido el profesional que más ha competido en 2019, nada menos que 95 días para acumular casi 15.000 kilómetros en sus piernas. Del Tour Down Under en enero a las clásicas italianas en octubre. Nueve meses a un nivel competitivo, al servicio de su equipo y sus líderes y aprovechando sus oportunidades. Ya rozó la victoria en Australia, ganó la Vuelta a Murcia, se exhibió en una etapa del Tour de Suiza, fue subcampeón de España… Y arropó a Jakob Fuglsang en el Tour de Francia hasta que su espalda dijo basta y a Miguel Ángel López en la Vuelta a España.
¿Se esperaba competir tanto esta temporada?
Es lo que tiene cuando empiezas en enero a correr, tienes un calendario cargado al principio y haces dos grandes, pues que te salen más días de lo normal. Estoy acostumbrado -ya sumó 93 en 2016 y 2017-. Me gusta empezar bien. Además, llevo cuatro años viviendo en Andorra, entreno bastante bien en invierno y suelo empezar en Australia y continúo con el calendario español que me va bastante bien. Y aprovecho ese principio porque en las vueltas de tres semanas ya sé a lo que voy.
Su nivel, bien a nivel individual, con victorias, y a nivel colectivo, sigue siendo muy alto.
Es lo que pretendo. Está claro que cada año cuesta más ganar en cada carrera. Quiero ser competitivo, entrenar, cuidarme, para ganar y estar a disposición del equipo en las grandes vueltas o las clásicas como este año. La verdad es que estoy muy contento con el rol que tengo en el equipo, me siento cómodo en Astana. Puedo disputar carreras de una semana, cuando no son demasiado duras, o intentar ganar alguna etapa, sabiendo que hay líderes que cuando están sé lo que tengo que hacer, sobre todo en las vueltas de tres semanas.
El lunar llegó en el Tour con su abandono.
El problema viene de la caída del año anterior en el Tour cuando me rompí el codo. Al final de año empecé a correr en las clásicas de Italia y China. Y entonces ya no paré, seguí entrenando y empecé en Australia. No hice nada de gimnasio, ni core, ni fortalecí la espalda. Conforme iban pasando los meses la espalda me dolía, pensaba que podía ser algo normal, pero al final fue empeorando. Ya en Suiza me molestaba más de la cuenta y en el Tour, tres semanas sin descanso, cada día iba a más hasta que llegó el momento en el que ya podía más.
Se puede decir que al equipo solo le ha faltado un podio en una grande para redondear la temporada.
El balance es para estar contentos. El principio de año fue muy bueno, empezando a ganar carreras y con un gran protagonismo del equipo. Y eso se contagió a todos los compañeros, para ser competitivos, intentar ganar, aun siendo difícil. Sobre todo se trataba de estar metidos en carrera y eso nos llevó a disputar muchas carreras e intentar ganarlas. Quizá nos ha faltado un podio en una grande. Otros años lo hemos conseguido y han sido la mitad de las victorias. A veces no sabes que es mejor o peor. Lo importante es que el equipo se ha visto competitivo hasta la última carrera del año.
Con el 2019 aún caliente, ¿sabe cómo afrontará el 2020?
Me gustaría seguir esa línea, aunque luego es el equipo el que tiene que decidir. Mi intención es la de siempre, empezar bien. Es lo que me gustaría. Entiendo que en breve me dirán la primera parte del calendario, incluso las grandes que voy a correr. Pienso que correré el Tour porque supongo que Miguel Ángel (López) debutará y el recorrido se adapta a él como escalador. Será el equipo el que decida. Llevo diez días trabajando la espalda porque lo mejor es darle una solución ahora en el invierno para empezar con buen pie. La verdad es que ha habido bajas importantes en el equipo, con peso, que tenían su labor asignada, como Cataldo, Pello (Bilbao), Ballerini… Sí que vienen corredores muy buenos y ojalá se adapten bien y puedan sumar.