El Cuaderno de Joan Seguidor / Ciclo 21
Para Marc Soler -que cumple este 22 de noviembre los 26 años- llegan los «momentos de la verdad». La campaña que finaliza nos deja un catalán, a la vista de la gente, muy diferente al de hace una temporada. Un corredor con dos grandes en las piernas el mismo año, que parece ya maduro, que crece en la última semana, del Tour, por ejemplo, que ha demostrado ser incondicional, a veces rebelde, pero que ante todo quiere escribir su historia.
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Como la que nos cuenta aquí, pero a términos prácticos, en la carretera, llegando donde cree que puede hacerlo.
Aunque le llevemos tiempo viendo ahí, Marc Soler no sigue siendo joven.
Le sucede un poco como a Miguel Angel López, que lleva ya unos años delante, sigue ahí y hasta la fecha ha estado disputando los maillots blancos de mejor joven [ganó el TOP Ciclo 21 sub-26 2017 tras el dopaje de Rosón].
Aún sin 26 años, Marc Soler tiene margen de mejora para ver dónde le llevan esa París-Niza y el anterior Porvenir, logros que hablan de la calidad que puede alcanzar si tiene confianza. Y es eso lo que quiere, confianza, liderazgo, la opción de trabajar por sí mismo y para sí mimo, jugando su carta, no defendiendo la de otro.
Dice Pablo Lastras que los corredores jóvenes deben trabajar primero para saber del oficio y valorar, así, mejor las cosas. Lo comentó, recuerdo, al calor de la salida de tono de Marc Soler en Andorra, cuando salió por delante en el sterrato y le mandaron esperar a Nairo Quintana para que Pogacar le acabara rebañando el triunfo. Ese día cosas que intuíamos quedaron al descubierto. Como que en Movistar las cosas no son tan bonitas como las pintan, que el chaval ha ido haciendo para terceros, y lo ha hecho bien, cuando se la ha requerido, ha estado por los suyos.
Sin embargo el punto de inflexión, sus gestos hastiado, que supone aquella imagen de Andorra nos lleva a pensar, que este año toca. El revolcón de nombres en Movistar, con una limpia de nombres en el liderazgo –Landa, Nairo y Carapaz, fuera– le deja el camino limpio, porque la llegada de Enric Mas le puede condicionar, a priori, pero cabe no olvidar que el catalán ya tiene recorrido en el equipo y razones para esperar que le devuelvan lo mucho que les ha dado.
Pero liderar el Movistar, creer que se lo ha ganado y esas cosas no implica que Marc Soler lo vaya a tener sencillo. En cualquier lista que hagamos para el Tour, entenderíamos que Marc Soler no estaría en la órbita de los posibles, y no sé si en una segunda línea. Y no es que no nos guste su ciclismo, nos parece admirable, hecho desde la experiencia de quienes creen que el corredor se hace poco a poco, paulatinamente, es que ahí fuera cada vez hay más rivales, cada vez más jóvenes, cada vez más irreverentes. El ciclismo entendido como ejercicio de maduración lenta no digo que tenga los días contados, pero parece una trampa ante las prisas de alguno. Quizá un día volvamos a él, y muchos lo sigan practicando.
No sé, quizá un día Marc Soler explote y volvamos a los cauces de antes, pero ahora mismo, y volviendo a aquello, de Andorra y a todo lo que hemos visto esta campaña, hablar del catalán y su 26 años no parece hacerlo de casi un veterano.