Merci Sven, la fiesta del adiós

Nys disfrutó del calor del público / @HLN

Nicolás Van Looy / Ciclo21

El Sportpaleis (Palacio de los Deportes) de Amberes acogió en la noche de ayer la gran fiesta de despedida del héroe ciclista nacional belga durante las (casi) dos últimas décadas: Sven Nys. Después de poner punto y final a su carrera deportiva el pasado día 21 de febrero en Oostmalle, aquel día en el que no soltó ni una sola lágrima, quedaba el día de dar rienda suelta a las emociones. Hubo en la fiesta del Sportpaleis momentos para llorar de risa, pero también de pena. Porque, para los que crecimos en cierta época de esta España nuestra –y también para los que lo hicieron en años sucesivos, que para eso TVE fue la reina de las reposiciones hasta la llegada de The Simpsons a Antena 3–, verle decir adiós en Amberes nos dejó un sentimiento tan amargo como la muerte de Chanquete.

En Oostmalle dijo que no lloró porque sabía qué es lo que iba a suceder. Llevaba tiempo –más de un año– sabiendo que esa sería su última carrera y mentalmente no le suponía un mal trago. Pero ayer, en uno de los recintos más icónicos de la ciudad del diamante, que se llenó hasta la bandera para despedirle, vimos al Sven Nys más humano. A ese deportista que ha construido su leyenda en torno al respeto infinito y exquisito hacia el aficionado, al que siempre consideró el centro del show del ciclocross. Al ciclista que construyó su carrera deportiva a base de vivir como un monje, pensando únicamente en esa religión que para él es el ciclocross, y machacando a unos rivales que, salvo contadas excepciones, le profieren tanto respeto y cariño como el público. Mr. Superprestige. El Kaiser del Koppenberg. Y, sobre todo, El Caníbal de Baal. Esos fueron los tres pseudónimos. Los tres nombres de guerra. Los distintivos de una marca multimillonaria que ha transformado el ciclocross.

Sus números son, sencillamente, espectaculares. Se ha quedado a sólo ocho triunfos de alcanzar las 300 victorias. De entre todas ellas, caben destacar el medio centenar de entorchados en pruebas de la Copa del Mundo, las (también) 50 del Gazet van Antwerpen/BPost Bank –nombramos los dos porque ha corrido las dos denominaciones de la challenge– y, sobre todo, las 64 del Superprestigio, un torneo que dominó como ningún otro llegando a adjudicarse la general en un total de trece ocasiones (doce más una, que diría Ángel Nieto). Una cifra ante las que palidecen sus siete Copas del Mundo o los 9 Gazet van Antwerpen/Bpost Bank. Nueve ediciones del nacional belga, prueba en la que subió al podio en otras cinco ocasiones (una plata y cuatro bronces) son el mejor bagaje de un caníbal que lo fue un poco menos en su prueba gafada: el mundial. En 2005 llegó el primero y en 2013 el segundo y último. Siete podios más (2 platas y 5 bronces) le contemplan en la pelea por el arcoíris, pero fue precisamente en este campeonato donde Sven Nys dejó su gran mancha, esa que casi todos los deportistas llevan en la mochila, en el año 2000 cuando siendo todavía un casi recién llegado, se olvidó de sus obligaciones como miembro de la selección belga y dinamitó las opciones de Mario De Clercq a favor del holandés Richard Groenendaal, con quien compartía colores comerciales en el Rabobank.

Pero aquello sucedió hace mucho tiempo y lo cierto es que tanto para la credibilidad del ciclocross como para la salud de ese deporte en su país –algo sobre lo que no hace falta ahondar demasiado–, Nys ha sido capaz de enmendar ese tremendo error con creces. Siempre puso al público como auténtico leitmotiv de todo cuanto hacía. Nunca faltó el agradecimiento a aquellos que le apoyaban y, sobre todo, a los que llenaban, cada vez en mayor número, los circuitos. Su caravana, siempre rodeada de aficionados, era de las primeras en llegar y de la última en irse de cada circuito. Él, sabedor de la importancia que para organizadores –y, a la postre, para el deporte– tenía que el Kaiser del Koppenberg le diera la mano a los VIP’s que con su dinero hacían posible cada Gran Premio, siempre tuvo una sonrisa y una charla para ellos en las carpas y cafés (denominación belga para bar) en los que le esperaban tras cada carrera. Incluso cuando una lesión o resfriado habían convertido aquella carrera en un infierno para él. Fotos que al día siguiente adornarían los despachos de los CEO’s de buena parte de las empresas belgas relacionadas con el ciclocross. Para algunos, ni una foto con Su Majestad el Rey hubiese sido motivo mayor para presumir ante amigos y familiares.

Y todavía tuvo, tiempo, en esa vida dedicada en cuerpo y alma al ciclocross, de hacer una más o menos exitosa incursión en el mundo del BTT. Una especialidad en la que se adentró como preparación ideal de cara a la temporada invernal, pero en la que acabó compitiendo a un nivel relativamente decente alzándose con un total de cinco campeonatos belgas (más cuatro platas) y un tercer puesto en un campeonato de Europa (2009).

El BTT, además, le proporcionó la opción, siempre negada a los especialistas del ciclocross por esa norma del Comité Olímpico Internacional (COI) de que en los Juegos Olímpicos de invierno sólo pueden disputarse deportes blancos (hielo y nieve), de convertirse en deportista olímpico. Estuvo Nys en Pekín 2008 y Londres 2012. En la capital China acabó 9º mientras que en Londres no pudo acabar la prueba.

A todo ello, hay que sumar un total de 6 triunfos en la ruta. Siempre menores, claro está, pero el Caníbal de Baal podrá decir que no hubo especialidad en la que tomara parte en la que no consiguiera alguna victoria.

Un hombre al que ayer el Sportpaleis despidió a lo grande. Como verdaderamente se merece. Como muchas grandes figuras de todas las especialidades soñarían con poder hacer. Para sus compatriotas, Sven Nys es el yerno ideal. El amigo leal. El mejor padre. El deportista ejemplar. Todos tenían algún motivo para despedirle. Todos tenían algo que agradecerle. Sven Nys es, para los belgas, parte de la familia. Un tipo cercano al que la mayoría nunca conoció. Un tipo que “no digo que no a entrar en política algún día. Si lo hago algún día, será para hacerlo bien”. Un tipo que, visto lo visto, podría ser nombrado presidente plenipotenciario y de por vida del Reino de Bélgica por aclamación popular. Pero lo que así lo deseen tendrán que esperar. Mr. Superprestige explicaba que “como corredor no tienes tiempo para ese tipo de cosas. Ahora vienen retos muy apasionantes y tampoco creo que vaya a ser posible. Además, me siento todavía muy joven para ello”. Si algún día vemos a Sven Nys en la política, será dentro de bastante tiempo.

Por ahora, Sven Nys seguirá estando en los circuitos. Ya no se manchará de barro sino que dirigirá los destinos del Telenet-Fidea, uno de los equipos más punteros de este mundillo del ciclismo invernal. Y lo hará, como lo ha hecho ya en estos últimos años, como padre de un Thibaut Nys que, por el momento, parece llevar muy bien el enorme peso de llevar el apellido de su adorado padre, pero que sigue dando pasos firmes hacia la máxima categoría.

Ayer, en el Sportpaleis de Amberes, sólo vivimos la apoteosis final de una carrera, la de ciclista profesional, que no puede dejar indiferente a nadie. No lo hizo, evidentemente, con sus grandes fans, pero tampoco con sus pocos haters, que de todo ha coleccionado en estas casi dos décadas. Ayer, en definitiva, se trataba de decir, simplemente, Merci, Sven!.

PALMARÉS COMPLETO

LAS MEJORES IMÁGENES DE LA FIESTA

Nys entrando en el Sportpaleis / ©Belga

Nys charla con Van der Haar y Meeusen / ©Belga

Nys en la competición de saltos / ©Belga

Eli Iserbyt es, junto a Wout Van Aert, el heredero natural de Nys /©Belga

Nys ‘arriesgando’ su físico por el espectáculo / ©HLN

Sven y Thibaut Nys volvieron a mostrar su complicidad / ©Belga

Nys vistiendo su maillot una vez más / ©Belga

En la fiesta hubo momentos muy emocionantes / ©Facebook

Padre e hijo siempre muy unidos / ©Facebook

Nys sobre su bicicleta por última vez / ©Facebook

ASÍ LO VIVIÓ EL PÚBLICO