Menos mal que nos ha salido un buen día. Yo con el calor lo que haga falta, pero con el frío me entra el tembleque”. Miguel Indurain, cinco veces ganador del Tour de Francia, recibe a AS en su tierra, Navarra, para inspeccionar una subida inédita, que se incluirá por primera vez en el trazado de la Vuelta de este 2014: San Miguel de Aralar. Este puerto, once kilómetros de pista de cemento al 8% (y pendientes máximas del 17%), será el final de la 11ª etapa, con salida en Pamplona el 3 de septiembre. Supondrá también la tercera de las ocho metas en alto programadas, previo paso por otras dos cimas: Lezáun y Lizarraga.
Indurain afronta el reto con humor: “Así es como se siente Perico antes de hacer los pericopuertos para la tele, ¿eh?”. Tras ponerse la ropa de faena y sacar la bicicleta de su furgoneta, inicia la ascensión. “A mí siempre me ha gustado subir sentado, era como mi marca personal. Cuando me levantaba, significaba que me encontraba tocado. Espero no levantarme mucho…”. A pesar de sus deseos, en varias rampas tiene que levantarse sobre sus pedales. “En invierno toco poco la bici, prefiero cogerla en verano, con el buen tiempo. Hace bastante que no salgo con mi hijo (Miguel, de 18 años, en la cantera del Caja Rural). Ahora que ha colocado los desarrollos de profesional, igual no le veo el pelo”. Indurain conserva su característica humildad. A sus 49 años se encuentra en forma y termina San Miguel sin problemas para nuestro análisis: “Es muy duro”.
¿Qué le ha parecido la ascensión a San Miguel de Aralar?
—Se trata de un puerto muy duro, sobre todo en los primeros kilómetros. Después se mantiene un porcentaje por encima del 10% hasta la parte final, en la que vuelve a picar más. Lo conozco de haberlo subido anteriormente en una marcha cicloturista. Creo que la complicación vendrá por lo sostenido que es. Por longitud también está bien, once kilómetros.
Entrevista completa de José Antonio Ezquerro en as.com