Con sus casi 300 kilómetros, la Milán-San Remo es la primera gran muestra de cada año sobre la resistencia de los mejores ciclistas del mundo las condiciones más exigentes.
Incluso al ritmo que puede imprimir un pelotón profesional, a menudo por encima de los 50 km/h, la larga duración de una Milán-San Remo supone un reto de resistencia para los corredores, y exige delimitar con inteligencia y precisión la táctica de carrera para no hacer esfuerzos innecesarios. Con la lluvia y el frío que tuvimos este año, el reto es mucho mayor.
Fase 1: Los primeros kilómetros de la Milán-San Remo: «el largo ‘calentamiento’ que enfrió a los corredores»
Los cielos en la salida de la Milán-San Remo de este año ya amenazaban lo que iba a suceder. Mientras los corredores comenzaban todavía a coger ritmo, apareció la lluvia y las temperaturas cayeron. El archivo del power2max de Juanjo Lobato -4º puesto, en su primera actuación de postín al más alto nivel- refleja perfectamente cómo se comportó el pelotón en aquellos primeros kilómetros.
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En el primer tramo hacia el sur desde Milán, el ritmo de carrera todavía es ‘civilizado’, muy constante. Los participantes son todos pros con experiencia y saben perfectamente cómo va a resolverse la carrera. No tiene mucho sentido lanzarse a la heroica con un ataque de salida: la jornada es demasiado larga para ese tipo de esfuerzos.
Juanjo inicia este interminable trayecto bien protegido en el pelotón: las dos horas que marcamos en el gráfico promedian 154 vatios (209 en potencia normalizada, tomando en cuenta cambios de ritmo y esfuerzos bruscos). Para él, esto es un ritmo suave, casi la mitad de su potencia ‘umbral’ -o lo que es lo mismo, la fuerza que puede desplegar durante una hora-. Lo más normal es que si estuviésemos en el pelotón, pudiésemos ver a los corredores charlando entre ellos en estos inicios; el pelotón ocupa toda la calzada, no hay tensión. Durante este tramo, Juanjo puede llegar a pasar sin pedalear el 15% del tiempo, lo que le permite reservar una energía muy necesaria para después.
Pero cuando vas rápido pero sin hacer un gran esfuerzo, en un día frío y con lluvia, es muy difícil mantener la temperatura durante mucho tiempo, incluso aunque vayas lo mejor pertrechado posible contra esas condiciones. Como veremos después, muchos corredores se verán perjudicados por esta situación cuando la prueba coja ritmo en el tramo final.
“A la caza de la fuga”
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La lluvia siguió golpeando a los corredores en el Passo del Turchino, y de hecho hubo momentos aún peores: durante algunos kilómetros, llegó incluso a caer granizo sobre el pelotón. Los seis valientes que saltaron al inicio de la jornada todavía tenían un largo trecho de ventaja, y por ello, varios equipos decidieron comenzar a limitar distancias con la fuga. Cannondale llevó buena parte del peso de la persecución en favor de Sagan, uno de los grandes favoritos.
En el gráfico de arriba se aprecia la mayor velocidad y fuerza que exigen en el pelotón estos movimientos. En los últimos 10 km del Turchino, Juanjo rodó a una potencia normalizada de 270W, lo cual ya es un ritmo más serio para él, pero todavía muy lejos de su límite. Como el pelotón se puso nervioso antes de lo habitual, los corredores iban a tener que correr bajo cierta presión durante más de 150 km, ¡media carrera!
A pesar del buen ritmo desde antes de la subida, cazar al grupo era más complicado que de costumbre por culpa del descenso: era una bajada larga, peligrosa por la lluvia y que habría que enfriar aún más a los corredores. En las imágenes de televisión se pudo apreciar a varios de ellos tiritando. Todo esto provocó que la fuga todavía conservase cuatro minutos de margen en el momento en el que el gran grupo coronaba el Capo Berta, a unos 40 km de meta.
El momento clave de la prueba: «prohibido quedarse en las dos últimas subidas»
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La dificultad clave de la Milán-San Remo llega con las dos últimas ‘tachuelas’: la Cipressa y el Poggio. Quien quiera lograr un buen puesto tiene que tener piernas suficientes para aguantar delante en ambas subidas, cortas pero intensas, después de seis horas sobre el sillín y 5.000 calorías consumidas; es decir, lo mismo que una persona normal gasta en dos días enteros.
Y después de afrontar las rampas de la Cipressa y el Poggio, con máximas de un 7%, hace falta lucidez y dominio sobre la bici para no quedarse cortado tampoco en las bajadas. En ambas situaciones, el archivo de Juanjo muestra la enorme dificultad de este tramo de la prueba. Después de 260 kilómetros, tuvo que desplegar una fuerza casi idéntica a la de una contrarreloj… simplemente para aguantar con los líderes. Juanjo promedió 360 vatios de potencia normalizada en los últimos 50 minutos de carrera, casi el doble que en las primeras horas de carrera.
El último descenso fue de extremos: llegó a superar los 70 km/h y a reducir hasta los 12 km/h, como consecuencia de las numerosas horquillas y del piso resbaladizo. Esto demuestra que no sólo vale con pasar bien los puertos para ser un corredor de primer nivel, sino que también se requiere una precisión milagrosa para bajarlos sin sufrir caídas.
«Todo, por una oportunidad de lucirse ante los mejores del mundo»
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Los últimos 15 minutos de carrera fueron arrolladores. Juanjo alcanzó sus límites: una potencia normalizada cercana a los 400 vatios. El lactato sube, el dolor de piernas se agudiza y lo más duro todavía no ha llegado: queda un sprint, a toda máquina, ante los mejores del mundo. Tras luchar por la posición, Juanjo desplegó 1.150w en el rush final; ello, después de 15 minutos a tope y una hora casi sin descanso. Esto, ni más ni menos, es la Milán-San Remo. La recompensa: un excelente 4º puesto, por detrás de Swift… ¡y por delante de todo un Mark Cavendish!
La combinación entre extrema longitud, duras condiciones y un final tan selectivo después de todo el esfuerzo del día convierten a la Milán-San Remo en una de las carreras más difíciles de predecir. Este año, por ejemplo, el desgaste provocó que Cavendish y Sagan no pudiesen esprintar como todo el mundo esperaba de ellos. Greipel, otro de los favoritos, se quedó en ese punto en la última subida que te impide colocarte bien para el sprint final. La buena gestión de esfuerzos de Juanjo, evidenciada por ese 4º puesto, demuestra que sabe correr de forma inteligente… ¡y que es un tipo duro!
Por Alan Couzens, Doctor en Ciencias del Deporte publicado en la web de Movistar.