“El circuito es llevadero, pero la subida final es espeluznante”, es la impresión del seleccionador nacional élite de carretera, Javier Mínguez, que acompañado del sub23, Pascual Momparler, han estado un par de días en Innsbruck (Austria) para inspeccionar los recorridos del próximo Campeonato del Mundo de carretera que se celebrará en la región de Tirol, con su capital como punto de llegada de todas las pruebas.
La prueba reina se celebrará el 30 de septiembre, saliendo en Kufstein, con los primeros 90,6 kilómetros de enlace hasta llegar a Innsbruck, seis vueltas al circuito mundialista, de 23,9 kilómetros, y la gran novedad en la historia de los Mundiales, una última vuelta diferente, sobre otro circuito algo más largo, de 31 kms, con una impresionante ascensión por la villa de Hungerburg, con rampas del 28%. En total serán 265 kilómetros y un desnivel acumulado de 4.670 metros.
“La primera parte es complicada y el circuito es llevadero; puede ser como hemos tenido otros Mundiales -valora Mínguez-, aunque al final te vayas a casi 5.000 metros de desnivel. Como decía, una carrera como otra. Lo que va a diferenciar este Mundial es la subida que se añade al final. Espeluznante. Una rampa corta, pero con porcentajes de hasta el 28% y en la que casi tienes que ir andando. Pero, ojo, lo mismo estamos pensando que solamente va a decidir esta rampa e igual la carrera se ha hecho antes. Son 250 kilómetros los que has hecho hasta ese momento y hay que llegar con dinamita, y con opciones de poderla disputar. Sí la veo como una subida para Valverde, pero también para Landa y para otros corredores. Lo que está claro es que quien corone en solitario tiene muchas opciones de llegar sólo. La bajada es complicada, e incluso puede ser peligrosa si llueve, pero a un corredor destacado no le echan mano, salvo que falle en el descenso”. Momparler añade que “cada uno va a subir como pueda. No va a valer el trabajo de equipo. Y sobre todo, que nadie espere a ese final para arrancar y jugarse el Mundial, porque lo mismo es ya tarde”.
Cuando le decimos a Mínguez que a este Mundial van a querer ir muchos corredores, añade “pero solo van a poder ir ocho. ¿Qué si nos perjudica? Igual que al resto de las selecciones”.
Dureza para el resto de categorías
El resto de las pruebas en línea se vivirán entre el 27 y el 29. De hecho, en la jornada del jueves, dedicada al descanso en las últimas ediciones, se han programado las dos pruebas de fondo junior. La femenina saldrá de Rattenberg-Alpbachtal Seenland, con un tramo en línea de 48,5 km. antes de alcanzar Innsbruck, donde solo se dará una vuelta al circuito, totalizando 72,4 km. La masculina soltará amarras en Kufstein –donde lo harán el resto de pruebas en línea- con 90,6 km., en línea hasta Innsbruck y dos vueltas, es decir 138,4 km.
Los sub23 competirán el viernes, en la única prueba del día, sobre 186,2 km. que salen de ese tramo de enlace de 90,6 y de cuatro vueltas al circuito. En cuanto a las féminas élite, el sábado afrontarán 162,3 km., es decir los ya mencionados 90,6 primeros kilómetros y tres giros
“Si para los profesionales la subida del circuito no es dura, para el resto de categorías sí lo va a ser. Es más dura y larga que la primera de Florencia. Y luego la parte que va por la ciudad va a ser también complicada. Han querido enseñarte la ciudad y ello supone un callejeo que va a ser un látigo continuo. Afortunadamente la subida comienza en una zona muy ancha, por lo que no vas a tener que ir con los nervios de coger posición. Y además, estamos hablando de distancias mucho más largas de lo que están acostumbrados los españoles”, comenta Momparler.
El técnico valenciano destaca que “este año tenemos muchos corredores sub23 que corren en equipos continentales o profesionales, por lo que pueden llegar con ese ritmo que les ha faltado en ocasiones, de poner aguantar la última hora de carrera. Es, además, un Mundial duro, y a los españoles siempre les ha ido bien, aunque hay que llegar con ganas de bicicleta a finales de septiembre”. Sin citar nombres, puede ser la oportunidad para corredores como Barceló, Sevilla o Castrillo.
Una crono con ‘montaña’
También habrá ‘montaña’ en la contrarreloj élite, que se disputa el miércoles 26, ya que en el recorrido entre Rattenberg-Alpbachtal Seenland e Innsbruck, sobre la respetable distancia de 54,2 km., se incluye un tramo de 4,4 km. entre Fritzns y Gnadnwald, con pendientes de hasta el 14%, con lo que el desnivel acumulado de la prueba se va a los 654 metros. “Es una subida que te corta el ritmo completamente, en la que no te puedes dormir, porque puedes llegar a arriba con mucho tiempo perdido. Pero tampoco tienes que darlo todo, porque hasta la meta es casi todo en bajada, de dar pedales. Y si llegas sin gasolina, adiós”, valora Momparler, quien señala que “es un recorrido para Dumoulin y Roglic, pero que en las primeras posiciones se puede meter alguno que no es especialista”. Tanto el vallisoletano como el valenciano consideran que “en principio no le va mal a Castroviejo”.
Antes de ello se habrán disputado las contrarrelojes del resto de categorías. Las pruebas por equipos, el domingo 23, saldrán del parque de aventuras Area 47, en Ötztal, y comparten recorrido en los primeros 40 kilómetros, hasta Kematen. Las féminas continuarán recto hasta la llegada, totalizando 53,8 km y los hombres afrontarán una subida a Mittelgebirge, con pendientes del 10% antes de llegar a Innsbruck, totalizando 62,1 km.
El lunes 24 será el tueno de las juveniles y los sub23, y el martes los juniors y las féminas élite. Todas ellas con comienzo en Hall-Wattens y final en Innsbruck, con distancias de 20,2 km. para las juveniles y 28,5 para las otras tres categorías, con desniveles acumulados de 192 y 262 metros, respectivamente.
“A diferencia de la de profesionales, es un recorrido bastante llevadero en comparación con todo lo que hay por aquí, con un par de repechos, pero sin grandes ascensiones”.