Javier Mínguez, en las jornadas previas a la gloriosa tarde de ayer, tenía clavada en su mente, de forma casi obsesiva, una idea: trabajar a conciencia con sus ocho ciclistas la estrategia de carrera para no perder las opciones de arcoíris en uno de los mil giros tácticos que podía ofrecer un Mundial con un recorrido tan exigente y particular. “Alguno de los chicos me preguntaban si bajaban al coche a consultar la táctica en plena carrera y yo les dije que si hacemos eso, se nos marcha la escapada por delante. Lo que teníamos que tener era la lección bien aprendida y que si nos ganaban fuera porque eran mejores, no por un fallo nuestro”, explicaba hoy, antes de tomar el vuelo que ha trasladado a la Selección Española de Innsbruck hasta nuestro país.
Javier Mínguez, pleno de alegría tras cosechar su primer título mundial después de seis años dirigiendo al conjunto nacional, resumía todas las emociones vividas ayer. “Lo que vivimos ayer en Innsbruck es ya historia del ciclismo español. Estamos todos muy felices por el éxito del equipo y porque Valverde, que lo merecía como nadie, haya logrado el arcoíris en la que probablemente era su última oportunidad para conseguirlo”. El seleccionador cree, además, que ese sentimiento de que probablemente el murciano, tras haber estado muy cerca en múltiples ocasiones, podía colgar la bicicleta sin haberse vestido nunca de arcoíris ha intensificado la alegría por la victoria acontecido ayer. “Este triunfo quizá le ha llegado en el mejor momento. Su satisfacción ahora mismo es tremenda, porque él ya pensaba que quizá nunca lo conseguiría. Ha sido una alegría enorme para un ciclista tan grande que, entre otros muchos datos que se podría dar, contaba ya con seis medallas y habían trascurrido 15 años desde que lograra la primera”.
Mínguez achaca esa longevidad de Valverde, que se ha convertido en el segundo ciclista más veterano de la historia en imponerse en el Mundial, más allá de a unas cualidades únicas para la bicicleta, “a la enorme ilusión con la que afronta su profesión y con la que sale cada día a entrenar”.
El seleccionador no ha querido olvidarse tampoco de resaltar la formidable actuación como grupo que completó la Selección Española, la cual, a su juicio, estuvo de diez. “Me reafirmo en que este plantel de corredores es el mejor que he tenido nunca. Tienen una calidad enorme y, además, supieron interpretar la carrera a la perfección y estuvieron perfectamente compenetrados entre ellos”. Una química que nació en la concentración que celebraron en Sierra Nevada la semana previa al Mundial. “La gente venía muy cansada de la Vuelta y algunos no estaban convencidos de ir, pero después ellos mismos han reconocido que les ha permitido trabajar bien, descansar de la mejor manera posible y crear un buen ambiente entre ellos que después se ha traducido en carrera”.
Esa buena sintonía entre los corredores fraguó en una divertida fiesta tras la cena que terminó con Alejandro Valverde, Javier Mínguez y todos sus compañeros de selección en la piscina. “No pararon hasta que nos metieron a Alejandro y a mí en la piscina. La alegría era inmensa. Un corredor me decía: ‘tienes que darte cuenta que nosotros hemos crecido viendo ganar a Valverde. Llegar aquí, trabajar para él y ganar ha sido una satisfacción inmensa’. “Los corredores lloraban y todo”, concluía el vallisoletano.