Tres años lleva Mathieu van der Poel llegando a la cita mundialista como el gran favorito –con todos los matices que se le quieran poner a Zolder 2016– y tres años lleva Wout Van Aert sorprendiendo con un día mágico para encadenar otros tantos maillots arcoíris que le han servido, especialmente este último año, para justificar un rol de único rival posible para el neerlandés que, atendiendo a los resultados obtenidos sobre los circuitos, cada vez está más en duda.
Es cierto que el pasado domingo, en Hoogerheide, pese a volver a ser el ganador y haber dado una nueva muestra de superioridad frente a todos sus rivales, Van der Poel dio la sensación de no estar tan extraordinariamente por encima del resto como lo venía haciendo en las semanas y meses previos, pero todo ello puede que no sea más que un espejismo. Tras perderse la cita de Pont-Château para volar una vez más a Benicàssim con la temporada de ruta –la primavera– ya en mente, el neerlandés volvía a los circuitos con la necesidad de demostrar que el triunfo de Van Aert en tierras francesas no había sido más que una nota a pie de página. Una concesión real que sólo un monarca absoluto y absolutista como él puede dar. Se le atragantó, en cualquier caso, el arranque de la prueba de casa a Van der Poel, cosa lógica si tenemos en cuenta que lo que estuvo trabajando en tierras de Castellón fueron entrenamientos de gran fondo para poner el cuerpo a punto para las clásicas. Le costó, decíamos, pasar del modo rutero al modo crosser, pero cuando lo hizo volvió a ser imparable.
Su favoritismo es, a día de hoy, tan grande que cuesta imaginar –salvo desgracias en forma de avería o caída– cualquier otro desenlace posible que no sea un segundo arcoíris para el hombre que se colgó el oro en su primera comparecencia en el Mundial de Tábor 2015. Sobre todo, porque Van Aert, que no ha conseguido enderezar en ningún momento una temporada que empezó torcidísima para él a cuenta de su ruptura con Nick Nuyens, no parece a día de hoy ese rival temible de otros años. Tanto en 2017 como, sobre todo, en 2018 Van Aert llegaba con el papel de víctima, pero siempre dando la impresión de que, a poco bien que se le diese el día, podría sacarse ese conejo de la chistera que sólo está al alcance de los grandes prestidigitadores de los circuitos. Eso, esa magia, parece haberle abandonado para la cita danesa de Bogense en la que Toon Aerts parece, al menos por lo visto en las últimas semanas, el único rival posible para un Van der Poel inabordable.
Y se podrán hacer todas las elucubraciones y estudios al circuito, los partes meteorológicos, el viento marino e, incluso, el grosor exacto de la capa de nieve y/o hielo que pueda cubrir o no el circuito el próximo domingo, pero lo único cierto es que comenzar a incluir aquí nombres como los de Michael Vanthourenhout, Lars van der Haar, Corné van Kessel… sería más un ejercicio inútil por rellenar más espacio en blanco del folio que un análisis racional de posibles nombres que pudieran poner en riesgo el (merecido) título de Van der Poel.
Países Bajos, favorita en féminas
Es cierto que en la categoría femenina no existe un favoritismo tan claro como el que ejerce Van der Poel en el ámbito masculino, pero a día de hoy parece tremendamente complicado que el oro y el arcoíris puedan irse a una delegación que no sea la de Países Bajos. No sólo cuentan con las mujeres más en forma del momento, sino que han venido demostrando durante toda la temporada que, cuando una falla, siempre acaba saliendo una compatriota de la aparente nada para ocupar la cúspide de la pirámide.
Sanne Cant será la que, tras dos títulos consecutivos, porte el dorsal número uno en Bogense. La belga, muy lejos de ser la que fue hace doce meses, es tan genial en lo suyo que sería una locura descartarla por completo como posible vencedora, pero lo cierto es que las señales que ha venido dando durante toda esta temporada no son las más positivas para pensar en una tercera reedición del título.
Sus vecinas neerlandesas, sin embargo, cuentan con una armada en la que sería muy complicado atreverse a descartar a algunas de las seis mujeres de la selección. Sophie De Boer y Maud Kaptheijns son, sobre el papel, las dos únicas integrantes de la escuadra naranja cuyo triunfo sería una sorpresa en toda regla. Junto a ellas, Annemarie Worts, Lucinda Brand, Marianne Vos y Denise Betsema conforman un cuarteto lleno de talento, triunfos y moral del que sólo los pequeños detalles y, también, el estado de cada cuál en la mañana del sábado marcará las mínimas diferencias.
Pero lo bonito –e interesante– de la categoría femenina es que, como ha quedado demostrado a lo largo de todo el año, la igualdad es máxima y que, estando en horas bajas la selección belga, son muchas las mujeres que pueden aspirar a dar la sorpresa. Desde las americanas Compton, Keough o Noble a la suiza Jolanda Neff pasando por la luxemburguesa Majerus, las italianas Arzufi y Lechner o las británicas Brammeier y Wyman, son muchas las que el sábado formarán en la salida de Bogense con todas las esperanzas.
Canal e Inguanzo, las esperanzas españolas
Una vez más, el ciclocross español tendrá que mirar a sus categorías inferiores si de opciones de medalla estamos hablando. Exactamente 40 años después del oro juvenil de Iñaki Vijandi en Saccolongo (Italia) Carlos Canal y Gonzalo Inguanzo han demostrado que este 2019 puede ser, por fin, el año en el que la delegación rojigualda pueda soñar con algo grande.
El gallego está realmente on fire tal y como demuestran sus podios en Pont-Château y Hoogerheide, sus dos únicas salidas internacionales del presente curso, y el cántabro ya se ha convertido en un habitual del top10 en una categoría en la que, precisamente, la juventud, inexperiencia y ese puntito de locura que la caracteriza, puede marcar la diferencia en un día tan complicado de gestionar como un Mundial.
Ellos son los que han tomado el relevo de aquel todavía sub23 Felipe Orts que nos hizo soñar y disfrutar en Zolder y Bieles y que ahora, en su segundo Mundial elite, aspira a meterse en un top 20 que, algo desdibujado, se le ha escapado en las dos últimas pruebas de la Copa del Mundo. Un objetivo que el alicantino comparte con Aida Nuño, y, quién sabe, con una Lucía González que es toda una incógnita tras su caída en Pont-Château.
Feijoo, Cullell, Murias, Ibarrola y Trabazo son las grandes bazas españolas en las dos citas sub23, aunque, como ocurre en la categoría elite, parece muy complicado que se pueda repetir una tarde mágica como la de Bieles.
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