Las Navidades y los excesos en la rutina de ciclistas obsesivos
Lo reconozco, le tengo pánico.
Terror a ese trasto, rastrero, que se esconde detrás de la puerta del aseo de mi casa.
Allí está, dispuesto a pegarme un susto en cuanto menos me lo espere y más durante las exigentes fiestas navideñas.
Este año me estoy portando muy bien, por eso.
Sólo estoy comiendo y bebiendo lo justo.
Hace un tiempo, controlando la comida, mi ex cuñado siempre me decía “lo poco que valía” y “que estaba acabado” por no estar a la altura de las “circunstancias” y hacer como él: beber y comer como si no hubiera un mañana.
Que valía poco yo… ¡Eso es porque no me veía en bici!
Ya me habría gustado que se hubiera dado un paseo conmigo, que iba a saber lo que es bueno y lo que es valer… encima de una bici ;-).
Pues eso, que me estoy comportando, y además estoy saliendo en bici a “quemar”, con lo que espero no engordar y, si puedo, poco a poco, ir perdiendo peso para poderme enfrentar a ella: a la terrible báscula, esa que me regaló mi ex mujer hace unos años.
A propósito, ¿qué querría darme a entender con ese “detalle”?
Y la muy cachonda (la báscula, no mi ex mujer) es de esas modernas, digitales, y tiene pintada en la base un montón de pasteles y tartas, diciéndome que si como de eso me pegará un buen susto, como si no lo supiera (y además no me gustan).
Pues allá que voy.
Acabo de venir de una salida exigente con la bici y es el momento adecuado.
No me da miedo.
Sí, ya sé que después de la bici “no vale” pero qué le vamos a hacer, de otra manera no me atrevo.
Me desnudo.
Me quito el maillot, el culote y hasta los calcetines…¡todo!
No quiero ni un gramo de más.
Hago hasta un pipí, con lo que seguro que me quito unos 300 gramos más.
Voy a por ella.
Me subo y… ¡72.9! ¡Ja!
Ya he bajado de los 73 kg.
La cosa marcha.
Vamos bien.
Hay que seguir insistiendo e intentar salir cada día.
Hay que “metabolizar” el organismo, que pierda peso incluso después del ejercicio. Este año me lo voy a tomar mucho más en serio.
¡Qué obsesión tenemos por el peso! ¿Verdad?
La báscula, ese amigo enemigo
Sabemos perfectamente que algunos kilos de más son todo un lastre para los que nos gusta subir puertos y hay que sacárselos de encima para poder ser un peso ligero.
Otros pensarán también que no hay nada más antiestético que un ciclista gordo o con barriga.
Puede que tengan razón.
Pero cuando algunos ya sobrepasamos los 50 con holgura… ¿qué imagen queréis que demos?
El auténtico cicloturista es aquel que trabaja sus 8 horas diarias, entrena cuando puede, o cuando le dejan la familia y sus compromisos sociales.
No se priva de nada y come de todo, luciendo orgulloso barriguita en sus salidas con la grupeta del fin de semana.
¿Es así o no?
Claro que hay ciclistas para todo, pero creo que la imagen de “pros” que dan algunos no se ajusta exactamente a la realidad del cicloturista “medio”, ése que os he descrito antes.
Hace poco un colega me dijo, viéndome en una de las fotos de la Revista Ziklo, que ya era hora que se publicaran imágenes que reflejaran más fielmente al cicloturista que todos conocemos.
Como tenía razón, y no me podía ofender porque sabía perfectamente lo que me quería decir con esto, le di las gracias.
¿Cómo perder peso?
Hace unos años intentábamos hacer salidas largas a ritmo moderado para “quemar grasas”, esto es, de forma aeróbica, despacito, a un ritmo cardíaco de alrededor del 60% para que aquellas fueran el combustible, tal y como se pensaba entonces, parece que erróneamente, ya que hoy en día se ha demostrado que perdemos más calorías en una salida corta pero explosiva que en una larga y tranquila.
Artículo completo de Jordi Escrihuela en El Cuaderno de Joan Seguidor