En tiempos de la superespecialización, nos ha venido a la mente un apellido mítico que aquí ya hemos tratado alguna vez. Decir De Vlaeminck es decir ciclocross, pista y carretera en uno, ahí es nada.
Eric y Roger De Vlaeminck alimentaron una parroquia, la flamenca, cuya identidad reposa sobre tubulares y su fe entre adoquines
De ellos, Roger distribuyó sus cualidades entre velódromos, campas y adoquines.
Es ilustre vecino de Eeklo, población equidistante entre los santuarios de Brujas y Gante, donde regenta su tienda de bicicletas cuando no toma parte en proyectos del todo peculiares, como lo fue dirigir la selección de Zimbabwe.
También le queda tiempo para lanzar peculiares soflamas.
Roger De Vlaeminck aúna en una persona todo aquello que palpita en el corazón ciclista flamenco.
Su empresa no estaba sujeta a los rigores del calendario, su obra se ejecutaba sobre doce meses, cuajando campañas en las que acumulaba victorias y podios en tres especialidades al mismo tiempo.
En las tres disciplinas, el mocetón de Eeklo, apodado “El Gitano” por los viajes de su familia a causa de su negocio de la ropa, cimentó una leyenda sostenida en 257 victorias en carretera y 120 en ciclocross. En la pista, pese a ser un asiduo de las seis horas de Gante, Bruselas y Amberes, su portentoso físico no le dio tanta gloria.
Entre sus éxitos destacar el logrado en Amberes junto a Patrick Sercu en 1982.
El camino iniciado por Erik
Dos años mayor, Erik De Vlaeminck ha sido el mejor corredor de la historia del ciclocross, hecho que certifican sus siete títulos de campeón del mundo, seis de ellos consecutivos entre 1968 y 1973.
El primero lo logró en 1966 y pudiera haber encadenado ocho victorias seguidas de no haber mediado problemas mecánicos en la edición de 1967.
El día más grande de la familia De Vlaeminck fue en Luxemburgo en los Mundiales de ciclocross de 1968.