Nicolás Van Looy / Ciclo21 – La Nucía (Alicante)
Omar Fraile (Astana) había subido una vez al podio del Campeonato de España. Fue en 2018, también en la Comunitat Valenciana, y en aquella ocasión fue tercero por detrás del campeón de aquella edición, su hoy compañero Gorka Izagirre y Alejandro Valverde.
Cuando esta mañana se dio la salida en La Nucía, todo el mundo señalaba al equipo Astana como el gran bloque a batir. Además de al defensor del título, Luis León Sánchez, la delegación española del equipo kazajo viajaba a la Costa Blanca con el siempre excelso Ion Izagirre; el ilusionante Álex Aranburu; el campeón de España Sub-23 de 2020, Javier Romo; el prometedor Óscar Rodríguez y, por supuesto, un Omar Fraile que protagonizó, junto a Pello Bilbao, algunos de los momentos más bellos del día.
Al fin, Omar Fraile ha conseguido su ansiado título de campeón de España. El santurtziarra, uno de esos corredores cuya función pasa mucho más frecuentemente por la labor de ayuda a los demás que por buscar sus propias opciones, llegó a la recta de meta con la intención y la misión de lanzar el sprint de Aranburu, pero, confirmando las sensaciones dadas a lo largo de todo el día, su golpe de pedal fue tan superior que acabó dejando atrás al resto de los favoritos, incluido su compañero, para adjudicarse una buscadísima victoria.
Tras una jornada muy dura, se ha llevado usted el triunfo.
Sí. Ha sido un día complicado y estoy muy contento por haber conseguido, al fin, llevarme la victoria en el Campeonato de España. Llevaba muchos años tratando de conseguirlo y hoy lo he conseguido. Estoy muy contento por ello y agradecido al equipo porque hemos hecho una carrera perfecta.
Desde fuera, este Campeonato de España ha sido una de las carreras más bonitas de lo que llevamos de año. Incluso, daba la impresión, porque se les veía a todos muy juguetones, que ustedes también estaban disfrutando.
¡Hacía mucho tiempo que no me divertía tanto en una carrera! Es más, cuando he mirado el reloj, llevábamos ya 120 kilómetros y me he dicho a mi mismo, ¡madre mía!. Ha sido un recorrido totalmente acertado y súper divertido. Todos lo conocíamos porque todos los años entrenamos por aquí y eso hace que la gente se estimule mucho para atacar y moverse.
Además de la dureza propia del trazado, sus dos compañeros del podio han destacado el calor como una de las claves del día.
Sí. El calor y la humedad han pasado factura. Todos íbamos con lo justo, pero yo debo, una vez más, agradecer al equipo que ha hecho un trabajo espectacular. Yo he tenido las piernas para poder estar ahí en la parte final y estoy súper contento. No podía haber mejor manera de volver a ganar después de tres años.
Usted ha dicho que ha tenido buenas piernas en la parte final, pero durante todo el día ha dado la impresión de ir sin cadena. Sólo ha tenido un momento extraño cuando ha dejado marchar a Roger Adrià cuando marchaban los dos en cabeza. ¿Qué ha sucedido?
No ha sido avería, sino que iba un poco acalambrado. Había mucha humedad y cuando he llegado al grupo he empezado a beber agua, he podido recuperar un poco y me he dado cuenta de que todo el mundo estaba sufriendo igual y que iban con calambres como yo. Eso me ha animado porque el calor estaba pasando factura a todos.
He bebido agua, me he tomado un gel y me he recompuesto. Si te digo la verdad, he llegado un pelín justo, pero se ve que todos íbamos casi igual.
En menos de una semana empieza el Tour y las primeras etapas también tienen un perfil bastante pestoso. Con este estado de forma, ¿sueña con dar una campanada?
Bueno… nunca se sabe. Llego con una muy buena condición y hemos trabajado mucho para que así sea. Es el gran objetivo del año. Es la carrera por la que sacrificamos casi todo el año y considero que hemos hecho muy bien las cosas hasta ahora, así que es el momento de soñar. Vestir el amarillo del Tour es el sueño de todo corredor y nunca se sabe.