Por Enrique Gómez Bastida / Director de la Agencia Española de Protección de la Salud en el Deporte (AEPSAD)
Hace justamente diez años, la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil procedía a la detención de Eufemiano Fuentes por un delito contra la salud pública por prácticas de dopaje en el deporte. Era el 23 de mayo de 2006 cuando saltaba a los medios de comunicación nacionales e internacionales la que sería la mayor trama de dopaje sanguíneo que a día de hoy se ha descubierto en todo el mundo.
He tenido la suerte de participar en aquella investigación y actualmente de ser el director de la Agencia Española de Protección de la Salud en el Deporte, la antigua Agencia Estatal Antidopaje y poder ser testigo privilegiado de la misma realidad desde distintos puntos de vista.
El origen de las informaciones que permitieron dar inicio a las investigaciones que posteriormente se conocieron como la Operación Puerto fue múltiple: referencias halladas en operaciones anteriores desarrolladas por el mismo grupo de investigación; estudio de los positivos de dopaje de los últimos años y su relación con equipos, técnicos y médicos; y sobre todo, las declaraciones de Jesús Manzano al diario AS en el año 2004.
Jesús Manzano había descrito dos años antes con todo lujo de detalles en qué consistían las prácticas de dopaje llevadas a cabo por Eufemiano Fuentes y su entorno: sustancias y métodos prohibidos utilizados, personas relacionadas, métodos de ocultación, riesgos para la salud… Esas declaraciones fueron realmente el inicio de todo: la primera vez que se ponía delante del aficionado al deporte lo que significaba el dopaje en el deporte: todo un entramado organizado dirigido a la alteración de los resultados de la competición de forma artificial a cualquier precio.
En 2004 Jesús Manzano fue descalificado por sus declaraciones, recibiendo críticas desde todos los ámbitos posibles. Muy pocos se posicionaron a su lado y se prefirió pasar por alto la realidad que Jesús Manzano había decidido desvelar a la opinión pública.
En 2006 la Operación Puerto no hizo más que confirmar lo que Jesús Manzano había descrito hasta en el detalle más nimio: la existencia de una estructura organizada de dopaje en el deporte que se extendía más allá de nuestras fronteras, alcanzando un elevado número de deportistas y equipos. En aquella operación se intervinieron más de doscientas bolsas de sangre entre sangre entera, concentrado de hematíes y plasma sanguíneo. Los agentes también incautaron maquinaria para el tratamiento de la sangre, distintos medicamentos conteniendo sustancias prohibidas y cuantiosa documentación incluyendo planificaciones de dopaje, datos de pagos, deportistas ocultas tras códigos y alias, etc.
La Operación Puerto en el año 2006 era una segunda oportunidad para poner de manifiesto el compromiso con la limpieza del deporte y con los deportistas limpios, con el rechazo de la trampa y la corrupción en nuestro deporte y por supuesto, con la comunidad antidopaje internacional.
Sin embargo, el desarrollo de la Operación Puerto desde sus distintas vertientes, fue bastante similar al del Caso Manzano. Ataques a la investigación materializados en denuncias contra el Instructor, dos archivos del procedimiento judicial con las consiguientes reaperturas del procedimiento a instancias de los recursos interpuestos por el Ministerio Fiscal y la Abogacía del Estado en representación del Consejo Superior de Deportes y nuevamente la falta de colaboración de los deportistas y personal de apoyo implicados en la trama como clientes de Eufemiano Fuentes. Nadie en España reconoció su vinculación con Eufemiano Fuentes, nadie le había contratado, de nadie eran las bolsas de sangre intervenidas en los domicilios registrados aquel 23 de mayo. A día de hoy, nadie ha reconocido una realidad que en muchos casos es evidente.
Diez años después de la detención de Eufemiano Fuentes y tres años después de la condena penal de dos de los acusados, estamos a la espera de la sentencia firme que determine la utilización o no de las bolsas de sangre y los documentos intervenidos para la identificación de todos los implicados, pendientes de identificación y por tanto, de sanción. Diez años después de la detención de Eufemiano Fuentes, sólo algunos deportistas han sido identificados y sólo algunos han sido sancionados en Alemania e Italia. ¿Sólo Eufemiano era responsable? Desde una perspectiva penal, probablemente. Pero las responsabilidades no pueden limitarse al plano penal, sino también al deportivo y aún más allá, la responsabilidad de quien hizo trampas y participó en esta trama acudiendo al que llamaban El Brujo. Más allá de condenas y expedientes disciplinarios es necesario conocer la verdad de forma completa, alejar la sospecha de nuestro deporte, evitar la generalización de la trampa: es necesario distinguir entre quien hace trampa de quien no la ha hecho.
Jesús Manzano fue el primer whistleblower, término que actualmente la Agencia Mundial Antidopaje utiliza para identificar a aquellos deportistas que denuncian las prácticas de dopaje y que por ejemplo, han sido piezas claves para destapar la estructura de dopaje sistemático en Rusia. Un funcionario de la organización nacional antidopaje de Rusia, exdeportista, y de su mujer, deportista rusa de nivel internacional, denunciaban el dopaje sistemático en su país en un reportaje del periodista Hajo Seppelt, emitido en la cadena alemana ARD.
La consecuencia de la emisión de este reportaje y de las acusaciones vertidas por Vitaly Stepanov fue la creación de una Comisión Independiente por parte de la Agencia Mundial Antidopaje en Rusia, y como resultado de las evidencias recopiladas, la declaración de no-cumplimiento de Rusia y la prohibición de participación de sus atletas en competiciones oficiales. Vitaly Stepanov ha sido alabado por su valentía en la denuncia de unos hechos que consideraba injustos, la Agencia Mundial Antidopaje puso todos los medios a su alcance para proceder a actuar con toda la contundencia que prevé el Código Mundial Antidopaje y sobre todo, nadie ha dudado de la investigación ni de la trascendencia de los hechos.
Diez años deben de haber servido para entender que el dopaje es algo más que el consumo puntual de una sustancia para ganar una competición. El dopaje es trampa y corrupción que afecta a la credibilidad de nuestros deportistas, de nuestro deporte y de nuestra sociedad. El primer paso para su eliminación es entender las consecuencias del dopaje en el deporte y que sea el propio deporte el que comprenda que la negación y la ocultación de los hechos sólo conducen al descreimiento y la destrucción de todos sus valores. Por tanto, es necesario el posicionamiento claro e inequívoco de todos en rechazo de cualquier forma de trampa y de aquellos que hacen trampa perjudicándonos a todos, y en su caso, el reconocimiento de los hechos y a la asunción de la consiguiente responsabilidad.