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Palomares, con su último maillot
Adrián Palomares. Un tío chiquitín pero muy grande. Tanto en el aspecto personal como encima de una bicicleta que acaba de colgar. El súper combativo por excelencia, aunque como él dice: “creo que tenía algo más y ahí está mi palmarés”, pero también es consciente de que muchos le recordarán por esas imágenes intentando despegarse del gran grupo y comiéndose el aire en solitario. Sobre todo por aquella Vuelta a España del 2011, cuando subió al podium de Madrid en el que “quizás fue mi mejor día como ciclista”.
-¿Qué cree que va a ser lo que más vas a echar de menos de la ajetreada vida del ciclista?
-Sobre todo lo que más echaré de menos va a ser la convivencia con los compañeros de equipo, el día a día. En este deporte se llegan a hacer muy buenas amistades y añoraré bastante a toda esa gente que en muchos casos voy a dejar de ver.
-¿Qué “cambió” en su cabeza durante la 4ª etapa de la Volta a Portugal?
-No cambio nada la verdad. Era algo que estaba meditando desde hacía mucho tiempo. Cuando viajé a Portugal ya tenía decidido que iba a ser mi última carrera como ciclista profesional. Lo único que me motivaba era intentar ganar alguna etapa para dejar este deporte con buen sabor de boca. Pero ese día me di cuenta, pese a que cogí la fuga buena en una jornada durísima, que no iba a estar en disposición de disputar aquella etapa y dudo que pudiera haberlo hecho en las siguientes, y quizás esa falta de motivación que ya tenía me hizo poner pie al suelo. No fue una decisión fácil pero si muy meditada. No fue un impulso sin mas.
-¿Ha quedado alguna pequeña espinita clavada? ¿Alguna carrera que hubiese querido correr, alguna victoria soñada…?
-Me hubiera gustado participar en algún Tour de Francia, esa es la espina que se me queda clavada. Nunca tuve la suerte de pertenecer a algún equipo que participara en él pero bueno, pude participar en muchas otras pruebas. Yo no creo que el carnet de ciclista se lo den sólo a los ciclistas que llegan a París cuando terminan un Tour, como se suele decir, y pienso que si existiera ese carnet yo me lo he ganado con creces sin haber participado en ningún Tour. Por ponerte un ejemplo, para mí tiene más mérito lo que hacen ciclistas como Toribio o Cabello, que llevan meses en Japón lejos de sus familias luchando por abrirse camino, que correr cualquier Tour de Francia.
-Sé que será difícil escoger solamente uno pero, ¿cuál ha sido el mejor momento que ha vivido sobre la bicicleta?
-Sí, solamente uno es complicado. Quizás el día que subí en Madrid al podium de la Vuelta como el mas combativo de la edición de 2011. Aquel fue un momento inolvidable. Aunque ha habido muchos otros como las victorias que conseguí o los dos podiums en la Euskal Bicicleta, en la Vuelta a Inglaterra o en Turquía.
-¿Quiénes han sido las personas fundamentales en su carrera?
En primer lugar y sin ninguna duda mi padre, él fue quien me animó a que practicara este deporte y me ayudó siempre. Fue una gran persona, para mí un ejemplo a seguir y sentí mucho su fallecimiento en 2010. Y luego personas fundamentales fueron varias como Paco Maset, Ángel Beltrán o Carmelo Albert en categorías inferiores; José Santos que me dio la oportunidad de ser profesional; Óscar Guerrero, un gran amigo mío, el mejor director que he tenido sin dudas y me trajo a España; Vicente Belda que me mantuvo el año de Fuerteventura cuando la cosa estaba muy complicada; Antonio Cabello que apostó por mí cuando nadie daba ya un euro por Adrián Palomares y cuando llevaba un año parado, sin equipo, aquello fue una cosa que nunca olvidaré. Y aparte no me puedo olvidar de dos personas más, Juan Campos, mi representante, al que considero como un segundo padre, y Jorge Quintana, un amigo de los de verdad, de los que están en los buenos y en los malos momentos.
