Fue el primer campeón del mundo junior japonés de fondo, concretamente en 2015, en la puntuación. Poco a poco fue progresando en la selección japonesa, a la sombra de Eiya Hashimoto y Kazushige Kuboki, y finalmente parece haberles superado, como demuestra el hecho de ser el primer nipón en conseguir una medalla en ómnium en un Mundial, concretamente la de bronce el pasado agosto en Glasgow.
Ahora el objetivo de Shunsuke Imamura, que cumplió 25 años el pasado 14 de febrero, lo expresa claramente en su perfil de Twitter: ¡Ganaré la medalla de oro en omnium en los Juegos Olímpicos de París!. Con ello se daría un paso más en el firme -y extraordinario- camino del ciclismo en pista japonés, que brilló primero en la velocidad, luego en el fondo femenino con Yumi Kajihara y ahora reclama su sitio en el masculino.
Nacido el Ukiha, en la prefectura de Fukoka, en el extremo norte de la isla Kyushu, la más meridional de Japón, su origen da lugar a una curiosa anécdota, su pasión por un plato local muy apreciado en la zona como es el sashimi de caballo, pero bastante subvalorado en el resto del país (y casi desconocido fuera de él). Hijo de un antiguo ciclista, Yasunori Imamura, no fue hasta la secundaria cuando decidió competir en bicicleta, aunque con una rápida progresión que le llevó a ganar el Mundial como junior.
Por aquellos años, en cambio, su pasión era la música, en concreto el piano que había aprendido a tocar con tres años, llegando incluso a pensar en convertirse en profesional. En los distintos reportajes y entrevistas que he podido leer sobre él, sus prestaciones como pianistas son excepcionales, aunque no se prodiga. En todo caso, su pieza favorita, ‘Estudio revolucionario’, de Chopin, es de una dificultad técnica elevadísima.
Pero volviendo al ciclismo, en unos pocos años se ha convertido en imprescindible dentro de la selección de fondo, con hitos puntuales que demuestran su clase, como batir el récord de la hora japonés en 2020 con una marca de 52,468 kilómetros, e integrarse en la cuarteta nipona, junto a Hashimoto, Kuboki, Naoki Kojima y Shoi Matsuda, aunque fue el quinto hombre, el que se quedó fuera de la cuarteta que batió el récord japonés, con 3:51.055, en los Campeonatos Asiáticos de Nilai, en junio.
Tampoco disputó el ómnium en ese evento, ni en los recientes Juegos Asiáticos de Hangzhou, porque en Japón quieren explorar todas las posibilidades, pero sí ganó la medalla de oro en una accidentada y disputada madison, junto a Kojima: una caída de ambos en los compases iniciales se saldó en un fuerte golpe en la clavícula del que se supo después que era una fractura que le obligó a pasar por el quirófano.
Aparte de un excelente pistard, encontramos a un corredor que también se prodiga en carretera con el Bridgestone, con una filosofía de la competición muy clara: “La diferencia en la capacidad a la hora de ganar o no, depende de ti, de actuar sin miedo y de forma proactiva, presionando a tus rivales. No habrá resultados si no actúas primero. Y no tienes muchas oportunidades, así que creo que está bien aprovechar tu única oportunidad, que te servirá para mejorar incluso si pierdes, aunque no quiero perder”.
Pero también nos encontramos con un personaje polifacético muy curioso, capaz de hacer siempre su cama incluso en el hotel cuando se va, licenciado en derecho, pero pensando en estudiar bioingeniería, sin dejar de ser ni pianista ni ciclista… pensando en su posible recital en París.