Dentro del caos existente en la tabla de records españoles de pista –con mejores marcas no homologadas exclusivamente por razones económicas y que son muy inferiores a las plusmarcas reconocidas-, el record de la hora es el más kafkiano de todos. Establecido por Roberto Palavecino en octubre de 1971, con 43,864, fue pulverizado por Miguel Indurain en 1994 con de 53,040. Pero dicha plusmarca dejó de ser récord nacional con motivo del cambio de normativa UCI para ser ‘trasladada’ a la categoría de mejor marca de la hora. La RFEC, en vez de restablecer la viaja marca del madrileño, la dejó vacante en su cuadrante.
Sin embargo, han sido varios los ciclistas que han superado la antigua plusmarca de Palavecino, todos ellos de la categoría master, pero con las mismas condiciones que si fuera un record absoluto, en cuanto a presencia arbitral y control antidopaje incluido, salvo en el cronometraje electrónico. Y de todos estos plusmarquistas, es Pep Tatché, master 40-45, el ciclista español que ha cubierto una distancia mayor, concretamente 46,273 kilómetros, el 15 de septiembre de 2017 en Palma, por lo que podría ser considerado el Campenaerts español.
Lógicamente al catalán le hace gracia la comparación, y más después de haber seguido atentamente la tentativa del belga el pasado mes de abril. “Leí un artículo de cómo se había preparado, de su ilusión, de la confianza que tenía y estaba seguro de que lo iba a conseguir, y más aún con el nivel de medios y de información que tenía. Por potencia estaba también claro. Lo que más me sorprendió es que acabó muy entero”.
Y es que la confianza fue también la clave de Tatché, que, sin embargo, apenas ha competido en ciclismo. “Solo en triatlón, pero si he hecho mucho ciclismo indoor. Tengo cuatro hijos y para no estar lejos de ellos, me compré un rodillo para practicar en casa y empecé a competir en ciclismo indoor, e incluso en 2010 quedé campeón del mundo en rodillo. Ello me dio mucha solidez para rodar bien e incluso mi entrenador me dijo que tendría que ir muy bien en pista”.
Poco a poco, la idea fue calando en su mente, aunque sin abandonar otras experiencias deportivas como triatlones y maratones, incluida una participación en la Titan Desert, en 2018.“Me planteé la idea del récord en serio a finales de 2016, con el objetivo de afrontarlo en mayo o junio. Pero yo no tenía la base de Campenaerts y tras cinco meses de preparación no me veía capaz, por lo que decidí finalmente hacerlo después del verano, cuatro meses más tarde. No entrené mucho en el velódromo, pero sí me ayudó bastante el entrenamiento por series de 20 minutos. Creo que hice 40 tests o más de 20 minutos en carretera, controlando siempre lapotencia, pero sobre todo trabajando la posición, con los acoples aigual medida”.
Fue una preparación larga… y los costes tampoco fueron bajos. “Fueron muy similares a los de la Titan un año después, algo que sólo puedes afrontar si tienes un patrocinador, como fue mi caso. Pero a nivel de esfuerzo no hay comparación. La Titan fue un paseo al lado de esto. Tienes que ir súper preparado de coco, ya que cualquier mínimo fallo puede darte al traste con todo y no hay tiempo para recuperar”.
“Llegué tan mentalizado que iba muy tranquilo, que sabía que lo iba a lograr. Pero el sufrimiento en esa hora es increíble”. En su caso, el “fallo” fue el cambio en la posición. “Los jueces cumplieron el reglamento a rajatabla y me obligaron a cambiar la posición de los acoples para que se adaptara a la normativa UCI. Ello afectó a mi postura y a partir de la media hora comencé a ir incómodo de sillín, incómodo de manillar, a tener molestias… y a pensar que no iba a llegar si iban a más. Lo pasé mal hasta el minuto 45 cuando comencé a ver la luz. Llevaba una vuelta de ventaja y sabía que podría llegar. Entre la automotivación y los ánimos desde fuera de la pista pude lograrlo”. Y cuando se le pregunta qué hubiera pasado de no haberlo logrado nos dice que “ese día iba a una sola carta, pero conociéndome, seguro que lo habría vuelto a intentar”.
Fueron 185 vueltas en la madera del entonces Palma Arena, completadas entre 19 y 19,7 segundos, es decir, con unas medias entre 45,9 y 47,4 kilómetros por hora, salvo lógicamente las iniciales. Para los amantes de los datos, decir que Pep usó una bicicleta Ûnica de pista, con una rueda delantera lenticular Corima, con tubular Vittoria CX Pista 22 mm a 15 bar, y una trasera Ûnica perfil 80 mm con tapas carbono IDEC + Cubierta Vittoria Pista G+ con cámara de butilo a 10 bar, con un desarrollo de 55×15 y bielas de 170 mm. La potencia media fue de 330W al igual que la normalizada, rodando a un promedio de 101 revoluciones por minuto y con una frecuencia cardiaca media de 158 pulsaciones por minuto.
El record del mundo… si reúne los medios
¿Y ahora? “Joan Llaneras me apoyó mucho y me estuvo animando a afrontar el record del mundo. Y no lo he descartado. Este año no me lo he planteado, pero si algún día se tercia… Desde luego tendría que reunir los medios para ir a un buen velódromo”. Y entre ellos, la mejor opción es Aguascalientes. “Con 320 watios de potencia haría 51 kilómetros, pero tendría que trabajar mucho para ello y por supuesto, adaptarme a su altura, de 2.230 metros sobre el nivel del mar. Además, las condiciones cambian mucho según la época del año, ya que en primavera y otoño hay menor densidad del aire. Es curioso que el record de la hora en su grupo de edad esté en una distancia menor (48,587 a cargo del canadiense Ed Veal) que el del grupo superior, 45-49, de Colby Pearce (50,245), precisamente por haberse realizado en la altitud del velódromo hidrocálido.
Y aunque ya nos ha contado la peripecia de su record, a Pep se le nota muy a gusto, y con muchos conocimientos, cuando habla del record de la hora, lo cual es un auténtico placer. “Creo que el que quiera batirlo a nivel del mar un fuera de serie, aunque en altitud es factible. Cualquier contrarrelojista que lo prepare de forma específica puede hacerlo. Con algo más de aerodinámica, menos área frontal. La posición de Campenaerts tampoco era muy forzada, aún podría mejorarse”. Y es que la clave, según sus palabras, “por el trabajo que se hace en el túnel del viento, es mejor la posición en la que puedas desarrollar potencia, que la potencia en sí”.
Y sobre ese hueco en blanco en la tabla de records nacional que actualmente ocupa, se lamenta de que “no haya chavales que lo quieran intentar, aunque el coste económico sea alto, porque es una marca que a nivel mundial está muy reconocida y que tendría bastante difusión. Quizá sea el desconocimiento. Pero creo que un chaval que tenga potencia, que ruede bien, con una posición aerodinámica, y algunos kilómetros en el velódromo podría conseguirlo”.
Veremos si alguien se anima… o tendremos que esperar a que Pep afronte algún día su tentativa. Porque viendo su ilusión, estamos seguros de que tarde o temprano –y si los medios se lo permiten- afrontará ese objetivo mundial.
Imágenes: http://peptatche.blogspot.com/