El campeón del mundo, Peter Sagan, ha vuelto. En realidad, nunca se fue, pero tras su fugurante paso por la primavera con ese cénit alcanzado en la Vuelta a Flandes, sus triunfos en el Tour de California y la Vuelta a Suiza pasaron, quizás injustamente, más desapercibidos. Se esperaba al eslovaco en las clásicas, la aventura americana sigue quedando algo desdibujada desde nuestro chovinista punto de vista europeo y la ronda helvética siempre se interpreta en clave de Tour de Francia y no, como debería de ser, como toda una carrera UCI World Tour.
Sea como fuere, decíamos que Sagan ha vuelto porque ayer, en una llegada en la que muy pocos –por no decir nadie– le daban opciones ante los grandes velocistas que han afinado su forma de cara a la Grande Boucle, el maillot arcoíris de Sagan se metió en la pelea por el triunfo y el primer amarillo y cerca estuvo de dar la sorpresa.
Hoy, sin embargo, la historia puede y debería ser diferente. En Cherbourg-en-Cotentin entrarán en acción, presumiblemente, los Alejandro Valverde, Michael Matthews, Greg Van Avermaet, Julian Alaphilippe o el propio campeón del mundo. El portador del maillot arcoíris, además, podría cambiar de prenda y vestir el distintivo de líder de una gran vuelta por primera vez en su carrera en lo que, sin duda, sería un broche de oro a una campaña en al que se ha situado, por derecho propio, en lo más alto de la pirámide del pelotón ciclista.
“He venido aquí a ganar, claro. Con Alberto Contador la general final y yo, una etapa. Sería estúpido que te dijera que he venido al Tour a tomarme las cosas con calma”, contestaba ayer, entre carcajadas, cuando se le interrogaba por sus objetivos en la ronda francesa.
El ganador el pasado mes de octubre en Richmond estaba de buen humor. De muy buen humor. Y sacó a relucir ese carácter que le ha granjeado no pocas simpatías entre la afición. ¿Qué hace falta para ganar en el Tour de Francia?, le preguntaban. Él, con el pelo alborotado, sonreía y no dudaba en soltar que “para triunfar en la vida hay que tener pelotas y creo que este año me han crecido las pelotas. ¡Tengo pelotas grandes!” y, claro, todos los presentes en la Playa Utah no pudieron evitar la carcajada.
Ya en tono más serio, Sagan reconocía que “llevo cuatro años persiguiendo el maillot amarillo del Tour de Francia, pero por un motivo u otro, parece que no es algo que termine de salir bien. Mañana [por hoy, domingo] tengo otra buena oportunidad, pero quizás no deba de obsesionarme tanto con eso. Algunas cosas llegan antes si no las persigues tanto”.
Por último, Sagan reconocía que el Tour de Francia es una carrera que le motiva enormemente. Con cuatro maillots verdes en casa, el campeón del mundo asegura que “el camino hacia un quinto maillot verde se irá resolviendo solo. Día a día irá fallando alguien”, sin desvelar, por lo tanto, si es uno de sus grandes objetivos del año. Sí habló claro el eslovaco en relación a la importancia que para él tendría llevarse una etapa. “Si me hubieras pedido elegir a principio de temporada, sin duda habría contestado que prefería ganar la Vuelta a Flandes, pero ahora ya tengo mi Monumento en el bolsillo y ya ha pasado mucho tiempo desde que ganara una etapa en el Tour [lo hizo en la séptima etapa del Tour de 2013, N.d.A.]. Por todo ello, ahora mismo mi respuesta es diferente y te digo que una etapa aquí sería más importante que la Vuelta a Flandes”.