Justo en esta semana en que entramos en los 200 últimos días para el comienzo de las pruebas de pista de los Juegos Olímpicos de Tokio este próximo verano, nada mejor que recordar la edición de 1964, también celebrada en la capital nipona.
Tokio 1964 supuso la celebración por primera vez de los Juegos Olímpicos en un país asiático, aunque más significativo fue el hecho de que fuera en Japón, una de las naciones derrotadas -y destruidas- en la Segunda Guerra Mundial, por lo que su mayor empeño fue demostrar que se habían recuperado de estos horrores -el último relevista de la antorcha había nacido en Hiroshima el día de la explosión de la bomba atómica-, además de mostrar su indudable progreso tecnológico, adaptado a distintas disciplinas. Por ejemplo, ser los primeros televisados en color, retransmitidos vía satélite, con uso de la cámara lenta y cronometraje digital.
Los Juegos se retrasaron algunas semanas -del 10 al 24 de octubre- y vivieron una participación record de 93 naciones, aunque no superaron el número de atletas de Roma (5.137 a 5.352). En el caso del ciclismo en pista, 141 ciclistas -todos hombres, obvio es decirlo- de 28 países entre los que no estuvo España, a pesar del prometedor inicio vivido cuatro años antes.
Las pruebas de pista se disputaron entre el 16 y el 20 de octubre en el Hachioji Jitenshakyogijo, un recinto descubierto de cemento -lo que prpopció que las marcas no fueran espectaculares- de una cuerda de 400 metros, construido al efecto y demolido tras los Juegos. Ahora mismo hay un amplio parque, Ryonan, y una simple fotografía recordando el pasado olímpico. Curiosamente Hachioji quiso recuperar su pasado olímpico siendo sede de tres de los eventos de ciclismo en la próxima edición olímpica, incluyendo la pista, algo que no veía con malos ojos la UCI, ya que la sede finalmente elegida de Izu está demasiado alejada de Tokio y tampoco tiene un gran aforo. Sin embargo, el COI -en su política de ahorro de costes- apostó por esta instalación al estar ya construida y porque la Asociación de Keirin, propietaria de la instalación, corría con los gastos de adecuación, en vez de edificar una nueva pista.
Volviendo a 1964, las competiciones en pista se vieron bastante afectadas por la lluvia, que obligó a varias suspensiones y adaptaciones de horario y por la inclusión de una quinta disciplina, la persecución individual, una prueba que formaba parte del programa mundialista desde 1946. El gran favorito, el neerlandés Tiemen Groen -campeón del mundo vigente y luego nuevo arco iris en 1965, 1066 y 1067, este último como profesional- solamente podía ser cuarto, al caer en la final de consolación ante el danés Preben Isaksson. En la final, el checoslovaco Jiri Daler -bronce en el Mundial anterior- superaba a Giorgio Ursi, aunque su mejor tiempo lo habría realizado en semifinales, 4:56.64.
Un día antes, Patrick Sercu había inaugurado el medallero, en un kilometro que jamás había corrido en competición antes -y que no debería haber corrido, como ya contamos en TrackPiste– y en el que con 1:09.59 se imponía al italiano Giovanni Pettenella y al francés Pierre Trentin.
Pettenella, una estrella fugaz que apenas brilló fuera de este evento, se tomaba la revancha en la velocidad, ganando sin demasiados problemas la final a su compatriota Sergio Bianchetto, siendo ambos protagonistas algunos años más tarde en un Campeonato de Italia del ‘surplace’más largo de la historia. Por el contrario, Trentin no podía sumar su segunda medalla, al caer en la final de consolación ante su compañero y gran rival Daniel Morelon, que iniciaba así su serie de cinco medallas olímpicas en cuatro Juegos distintos. Por cierto, los dos galos competirían también en tándem, pero no pasarían de la novena plaza.
Eso sí, Bianchetto sí brillaba en esta disciplina y revalidaba el título logrado cuatro años antes, aunque en esta ocasión con un nuevo compañero, Angelo Damiano, siendo el único ciclista que tiene dos oros olímpicos en esta modalidad. La Unión Soviética (Imants Bodnieks-Viktor Logunov) y el equipo unificado de Alemania (Will Fuggerer y Klaus Kobush) completaban el podio. Los transalpinos fueron de menos a más: en la semifinal ante los germanos sólo pudieron rematar por descalificación de estos en el desempate al salirse de su pasillo. Y en la final remontaron tras una victoria inicial de los soviéticos.
Y dejamos para el final la persecución por equipos. No deja de ser curioso que, a diferencia de la individual, la versión por equipos era una prueba clásica en los Juegos, pero que no tuvo su primer Mundial hasta 1962, lo que conllevaría un auge de esta disciplina en varios nuevos países…. y el final del histórico dominio de italianos -siete veces campeones olímpicos- y franceses -dos títulos-.
Entre estos países emergentes, las dos Alemanias, aunque en Tokio competían con el equipo unificado -pese a que sus cuatro integrantes eran los de la RFA-, y que protagonizaron una final muy igualada con Italia, en la mejor carrera de todos los Juegos: 4:35.67 a 4:35.74. Lothar Claesges, Karl Heinz Henrichs, Karl Link y Ernst Streng formaron la cuarteta vencedora, y Luigi Roncaglia, Cencio Mantovani, Carlo Rancati y Fabio Testa -el único superviviente del equipo que había ganado en Roma-, la finalista. Países Bajos (Gerard Koel, Henk Cornelisse, Jaap Oudkerk y Cor Schuuring) superaba a Australia en la lucha por el bronce.
Fuentes: Olympic.org, Olympedia y Wikipedia