No hay más favorito que Roglic para el Giro de Lombardía
La victoria de Primoz Roglic en la Milán-Turín es una noticia buena, muy buena, en lo que trae de esperanza para ver un Giro de Lombardía mayúsculo.
El quinto monumento de la temporada, el único de otoño, también llamado de «las hojas muertas» durante un tiempo, había venido siendo un poco el patito feo de las grandes carreras de un día.
Muchos centrábamos el tiro en la primavera, y considerábamos las clásicas de otoño como el añadido a una campaña que venía desde febrero generando noticias.
Y hemos sido injustos, y no sólo con Lombardía, también con la preciosa París-Tours.
Sin embargo creo que no equivocarme si digo que ese letargo de las hojas muertas se trasladó también al pelotón durante unos cuantos años, al punto que se generó un importante debate sobre qué ciclismo estábamos construyendo, qué tipo de espectáculo iba a enganchar a la gente y qué pasaría con las grandes carreras si estas se acababan decidiendo muy al final.
El Giro de Lombardía, ya me perdonaréis no use la denominación «Il Lombardia», pagó los platos rotos con desenlaces muy llevados al final, con llegadas preciosamente diseñadas a Como, previo paso cochinero incluso por sitios como Madonna del Ghisallo.
Esa situación ha cambiado los años recientes, las victorias espectaculares de Vincenzo Nibali, Thibaut Pinot y Jakob Fulgsang dieron brío nuevo a una carrera única, en un escenario de excepción, con el otoño trepando por las laderas, las nubes agarradas a las cumbres y el pelotón sintiendo el incipiente frío que anuncia octubre.
Artículo completo en El Cuaderno de Joan Seguidor