Remco Evenepoel es un viejoven. Sólo tiene 21 años casi recién cumplidos (25 de enero de 2000), pero su verbo y su lenguaje corporal son los de todo un veterano. Está peleando por el triunfo del Giro de Italia en la que es su primera presencia en una vuelta de tres semanas. Está peleando por la maglia rosa en una carrera a la que llegó tras nueve meses sin competir y después de haberse roto la pelvis. Está peleando por la Corsa Rosa contra el ganador del Tour de Francia de 2019. Está peleando por ser el primer belga en ganar en Italia desde que lo hiciera un tal Johan De Muynck en 1978 que es, además, el último compatriota en haber subido a lo más alto del podio de una gran vuelta. Está, en definitiva, peleando por hacer historia en su deporte. Y sin embargo, lo que él transmite es una naturalidad casi escalofriante. Cualquiera en su piel estaría temblando, pero él no.
En la rueda de prensa celebrada en el hotel de un pueblo italiano del que no recuerda el nombre, Evenepoel parece disfrutar de la atención mediática. Es habitual en estas lides que los corredores muestren su lógico tedio al tener que dedicar parte de su preciado día de recuperación a contestar preguntas, pero él sonríe, hace bromas e incluso parece quedarse con ganas de pasar un rato más conversando con los periodistas. Todo un caso.
Remco Evenepoel no olvida de donde viene. Y no hablamos de sus orígenes, no. Hablamos de dónde estaba hace sólo unos meses: postrado en la cama de un hospital dudando incluso de si alguna vez volvería a montar en bicicleta.
«Todo esto es una locura»
“Cuando estoy en carrera no pienso mucho en ello, pero en el autobús o en el hotel sí lo hago. Ayer mismo recibí un mensaje que me hizo pensar. Me preguntaban si realmente soy consciente de que hace sólo tres meses no estaba montando en bicicleta. Que entonces sólo estaba yendo al gimnasio con el objetivo de recuperar masa muscular. Sí, cuando me paro a pensar en ello, aunque lo quiero olvidar, me doy cuenta de que todo esto es una locura. Lo que estoy haciendo es impresionante. Eso es algo que sé”, explica casi con la misma flema con la que cualquiera repasaría la lista de los reyes Godos.
Recordando todo el periplo que le llevó del fondo de aquel viaducto de Lombardía hasta hoy, Evenepoel dice que “el momento más complicado para mi fue la primera vez que intentaron ponerme de pie. Había perdido tres litros de sangre… y te aseguro que eso es mucha sangre. Al levantarme pude sentir muchísimo dolor y que toda la sangre que tenía en el cuerpo me bajó a los pies. Me puse blanco como un folio y tuve suerte de que había dos o tres médicos a mi alrededor porque de lo contrario me hubiese caído”.
Así mismo, el jefe de filas del Wolfpack también recuerda con especial intensidad “un momento en el que estaba en casa solo con mi madre. Me levanté para ir a dar un pequeño paseo juntos, pero me pasó lo mismo que en el hospital. Fue muy extraño. De repente, no veía, oía ni sentía nada. Sabía que estaba de pie, pero no tenía esa sensación. Le tuve que decir a mi madre que se quedara cerca porque pensaba que me iba a caer”.
Ahora todo eso quedó atrás. No mucho, pero atrás. Y toca pensar en el Giro. Soñar en rosa. La misión, que a cualquier otro podría sacarle de sus casillas, le ilusiona y, pese a saberse el foco mediático de todo un país volcado en el ciclismo y de buena parte de la afición internacional, Evenepoel dice que “no siento una presión especial. Estoy muy contento por poder correr de nuevo. Ni el equipo ni mis compañeros me están presionando. Todo está yendo muy bien y sencillamente esperamos que las cosas puedan seguir igual”.
«Si no creyera en mi mismo no estaría en la salida»
¿Estará a la altura del reto? ¿Se ve realmente con opciones de ganar el Giro de Italia? Sólo ante esas preguntas no habla claro. Sonríe, eso sí, pero se limita a decir que “si no creyera en mi mismo no estaría en la salida”. El periodista insiste: ¿eso significa que sí se ve ganador? Él, se enroca: “eso no es ni que sí ni que no”.
La gran pregunta, claro está, es si será capaz de aguantar un esfuerzo tan prolongado como una ronda de tres semanas. Nunca corrió más de siete días seguidos como profesional. “No he trabajado de forma específica de cara a esa gran distancia del Giro”, responde a la pregunta de si durante todos estos meses ha trabajado en ese aspecto, aunque añade que “sí he tenido que construir mi estado de forma desde cero. Para ello, he hecho muchas horas en la bici. Por ahora estoy bien. En los últimos días empiezo a sentir las piernas, pero espero que todo el mundo esté igual. Estoy segundo a poca distancia del ganador de un Tour, así que creo que las cosas van bien”. Un día normal en la oficina si te llamas Remco y te apellidas Evenepoel.
Él y Egan Bernal, el ganador del Tour al que se refiere, han protagonizado una preciosa lucha en la primera semana de la Corsa Rosa. “Entre Egan y yo no hay rivalidad. Somos muy jóvenes y nunca corrimos juntos en categorías inferiores. La primera vez que le vi fue en un critérium en Aalst después de su victoria en el Tour y luego en San Sebastián [Evenepoel ganó y Bernal no terminó]. Esta es la primera vez que realmente estamos peleando entre nosotros. Es muy bonito competir contra alguien que ha ganado un Tour de Francia”.
Pese a que sabe que ellos son los más vigilados por todos, el belga avisa de que “todos los que están en el top10 siguen siendo potenciales rivales para la victoria final. Todos sabemos que en la última semana no va a ser cuestión de segundos sino de minutos. La táctica es sencilla: intentar siempre ser el más fuerte y no perder demasiado tiempo pensando en la CRI del último día”.
Lo del sprint de ayer en la meta volante fue, según él –y en ello coincide con su máximo oponente–, un juego. Una boutade que se permitieron ambos propiciada por la situación de la carrera y por su carácter juguetón. “Estaba siendo un momento muy tenso y con una pelea muy dura a causa del viento, así que estábamos en una buena posición y fuimos a por ello. Fue divertido. En realidad, fue una decisión de último momento. Ineos empezó a tirar y había tres segundos en juego. Siempre es mejor tratar de cogerlos que dejarlos perder, ¿no?. Era un segundo estúpido, pero fue divertido cogerlo”, zanja sobre el particular. Una explicación, sin duda, que haría desesperar a los inmovilistas y negacionistas amantes del viejo ciclista que no salen de su discurso de todo mal.
«La CRI final me viene bien»
Aseguró Bernal, pocas horas antes de que Evenepoel compareciera ante la prensa, que para estar tranquilo en la CRI final de Milán iba a necesitar llegar a ella con, al menos, 1:30 sobre el belga. El jefe de filas del Wolfpack no se moja. “Cuánta diferencia me puedo permitir si llego por detrás de él a la contrarreloj es algo que no se puede decir por el momento. Después de nueve meses sin competición no puedo decir cómo estaré en ese momento. Ahora mismo no sé decir cuántos minutos necesitaré. Tampoco creo que él esté calculando esas distancias. Ahora mismo no se puede decir nada”.
Aunque, eso sí, concedía que “para mi, tener una contrarreloj larga en el último día es algo positivo. Será un esfuerzo largo y espero que me venga bien”.
El Giro, salvo enorme sorpresa, se decidirá en la tercera semana, pero el segundo asalto está también plagado de trampas y momentos muy importantes. Evenepoel es un poco cholista. No es amigo de pensar más allá del momento presente, algo lógico teniendo en cuenta sus experiencias más recientes.
En un discurso que parece sincero y no un recurso del manual de respuestas evasivas para todo deportista, el corredor belga asegura que “es mi primer Giro, así que no sé qué debo esperar. También es verdad que mis etapas favoritas llegan ahora, pero saber si seré capaz de sobrevivir a ellas contra Bernal y el resto de grandes rivales es la gran incógnita para todos. Por supuesto, también lo es para mi”.
«Estoy mejorando mi explosividad»
A su lado, para sobrevivir, tiene a un Wolfpack comprometidísimo. “Creo que todo el equipo quiere conseguir llevar la maglia rosa pronto. Por ahora, noto que sigo mejorando en cuanto a explosividad. En las primeras etapas reconozco que no tenía nada. Sí podía rodar rápido, pero no tenía explosividad. Ahora sí y lo demostré en Campo Felice. Hice unos muy buenos últimos 500 metros y sólo perdí tiempo a causa de un mal posicionamiento”.
Un equipo, el Deceuninck-Quick Step, que perdió pronto a su otro líder. En teoría, según el discurso de Patrick Lefevere, su jefe de filas antes de llegar a Turín. Difícil de creer visto lo visto. João Almeida, que asegura que se desvivirá por Evenepoel, está a más de cuatro minutos del rosa y no parece que pueda optar a esa maglia que visitó el año pasado.
Su ahora jefe de filas explica que “João tuvo un mal día a causa del mal tiempo. La vida es así. Me podría haber pasado a mi. De hecho, me puede pasar en cualquier momento. Después de aquello, ha demostrado que está muy bien de forma. Está haciendo un trabajo magnífico y ha demostrado que se puede confiar plenamente en él. Es el corredor que tiene que estar conmigo en la montaña para convertir en realidad el sueño del equipo”.
«Mañana se puede perder mucho»
Mañana espera una Strade Bianche en mitad de una gran vuelta. Remco nunca ha corrido la clásica del sterrato mientras que Bernal fue tercero allí este mismo año. “No sé qué esperar de la etapa de mañana. Nunca he hecho una etapa como esta y realmente no sé qué esperar de mi mismo”, reconoce.
Pese a ello, aunque cueste creerlo, concede que “no he hecho un reconocimiento de la etapa”. Hace un pequeño silencio, sonríe y añade. “En realidad, he pedido hacerla. Quería hacerla, pero a los mecánicos no les ha hecho mucha gracia. Respecto su planificación y me he limitado a dar una pequeña vuelta por… ¿cómo se llama este pueblo?… Bueno, cerca del hotel”. Genio y figura.
Ya con el semblante más serio, Evenepoel seguía analizando esa Strade Bianche del Giro y decía que “no estoy seguro de si habrá grandes diferencias, pero espero una gran batalla que sacará mucha energía de los cuerpos. Además, se espera mucho calor y, por lo tanto, polvo. Será difícil ganar tiempo, pero es muy fácil perderlo”.
Semana y media y aún no hemos visto nada. La media montaña era muy vistosa, siempre abierta a las sorpresas, interesante cuando no había equipos tan organizados cuasimilitarmente.
Si en un Giro de los de hace 20 años..no digamos ya en la era Torriani…un equipo ..extranjero… osa poner a Pippo a tirar con la maglia rosa ^^. a la gran figura italiana del momento ante el declinar lo cualo di Messina, se monta un pollo que ríete tu de la bronca entre Visentini y Roche en el Carrera en la que tuvo que mediar media familia de los reyes del textil italiano…incluyendo gente muy cercana al patricio Roberto
Remco extraordinario, como siempre. Otra heroicidad su recuperación. La única etapa que le preocupara realmente será la de Cortina, imagino, porque en el Zoncolan pienso que le va a ir mejor que a Bernal.